La inquisición española. Miguel Jiménez Monteserín
Felipe dixo: Descendió a los infiernos. Santo Thomás dixo: Al tercero día resuscitó de entre los muertos. Sant Bartholomé dixo: Subió a los cielos e see a la diestra parte de Dios su padre, poderoso sobre todas las cosas. Sant Matheo dixo: Verná a judgar los bivos y los muertos. Santiago de Alfeo dixo: Creo en el Spíritu Sancto, e Sant Simón dixo: En la santa eglesia cathólica, ayuntamiento de los santos. San Judas Iacobi dixo: E redención de los pecadores. Sant Mathías dixo: Resuscitamiento de la carne e vida perdurable. E son llamados artículos, que quieren decir como artejos, que así como las coyunturas de las manos e de los pies han artejos4 que fazen dedos e los dedos que fazen mano, así estas palabras del Credo in Deum, son cada una por sí como artejo, e ayuntándolos todos en uno fazen una razón, que es como mano en que se comprehende toda la creencia. E por ende todo christiano deve saber e creer ciertamente que esta es la creencia de Dios verdadera que ayunta al ome con Dios por amor. E el que lo así creyere es verdadero christiano e el que lo non creyere no puede ser salvo nin amigo de Dios.
Ley II. Quántos son los artículos
Por quales razones los artículos son catorze e non más nin menos queremos lo aquí mostrar porque todo christiano los pueda más aýna saber e aprender. Onde dezimos que por derecha razón conviene que entrasen en cuento de catorze, los siete que pertenecen a provar que Iesu Christo, segund la deidad, es Dios en sí mismo, e los otros siete, segund la humanidad, que es ome. El primero de la deidad es creer cómo es un Dios. El segundo es creer cómo es padre poderoso. El tercero es de creer en la persona de Iesu Christo su fijo. El quarto es de creer en la persona del Spíritu Santo. El quinto es cómo crió el cielo e la tierra. El sesto es cómo crió e fizo la santa Eglesia cathólica, que es ayuntamiento de los santos e remisión de los pecados. El séptimo es creer la resurrección de los cuerpos e de las almas e cómo avrán los buenos gloria perdurable e pena los malos. E los otros siete artículos que pertenescen a la humanidad son éstos: El primero dellos es creer cómo fue concebido del Spíritu Santo. El segundo que nasció de Santa María virgen. E el tercero que recebió pasión e fue muerto e soterrado. El quarto es que descendió a los infiernos. El quinto es que resuscitó al tercero día de muerte a vida. El sesto es creer que subió a los cielos e está a la diestra parte de Dios padre. El séptimo es que verná a juzgar los bivos e los muertos. Onde quien estos catorze artículos non sabe bien, non puede saber la creencia en Dios cumplidamente.
Ley III. Cómo deben ser guardados los artículos.
Guardados deven ser los artículos de la fe bien e cumplidamente, de manera que ninguno non sea osado de probar de los tirar5 nin de los quebrantar nin menguar por ninguna manera. Ca el que ello fizisiese, de llano le mostraría que non era christiano nin amigo de Dios e que avía fabor de destruir la fe. E, por ende, sin la pena que le daría Dios en el otro mundo, como a descreýdo, merece en este mundo de todos los christianos, e mayormente de los señores, que les den aquella pena que dicen las leyes de la setena Partida, que deben haber aquellos que descreen de la fe de Iesu Christo, o quieren desatar o caloñar los fechos della.6
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Ley primera, cómo debe creer todo fiel christiano en la sancta fee cathólica.7
Enseña y predica la Santa Madre Iglesia que firmemente crea e simplemente confiese todo fiel cristiano, regenerado por el Sacramento Santo del Bautismo, ser un sólo y verdadero Dios, eterno, inmenso e inconmutable, omnipotente, inefable; Padre e Hijo y Spíritu Santo, tres personas y una esencia, substancia o natura: el padre innascible, el Hijo del sólo Padre engendrado y el Espíritu Santo espirado de muy alta simplicidad, procediendo igualmente del Padre y del Hijo, en esencia iguales en omnipotencia y un principio principiante de todas las cosas visibles e invisibles. E crea firmemente los artículos de la Fe, que todo fiel cristiano debe saber, los clérigos explícitamente y por extenso, los legos implícita y simplemente; teniendo lo que tiene y enseña y predica la Santa Madre Iglesia: e si cualquier cristiano, con ánimo pertinaz e obstinado, errare o fuere endurecido en no tener y creer lo que la Santa Madre Iglesia tiene y enseña, mandamos que padezca las penas contenidas en nuestras leyes de las Siete Partidas y las que en este libro, en el título de los herejes, se contienen.
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Sigue la Segunda parte deste libro que fabla de los Emperadores, e de los Reyes e de los otros grandes Señores de la tierra que la han de mantener en justicia e verdad.8
Prólogo.
La fe cathólica de nuestro Señor Iesu Christo habemos mostrado en la primera partida deste libro, cómo se deve creer e honrar e guardar. E esto fezimos por derecha razón, porque Dios es primero e comienzo e medio e acabamiento de todas las cosas. E otrosí fablamos de los perlados e de toda la clerezía, que son puestos para creerla e guardarla ellos en sí e mostrar a los otros cómo la crean e la guarden. E como quier que ellos son tenidos de fazer esto que dicho avemos, con todo esto, porque las cosas que han de guardar la fe no son tan solamente de los enemigos manifiestos que en ella non creen, mas aún de los malos christianos atrevidos que la non obedescen ni la quieren tener nin guardar, e porque esto es cosa que se deve vedar e escarmentar crudamente, lo que ellos non pueden fazer, por ser el su poderío espiritual que es todo lleno de piedad e de merced: por ende, nuestro Señor Dios puso otro poder temporal en la tierra con que esto se cumpliese, así como la justicia que quiso que se fiziese en la tierra por mano de los Emperadores e de los Reyes. E estas son las dos espadas porque se mantiene el mundo. La primera espiritual e la otra temporal. La espiritual taja los males ascondidos e la temporal los manifiestos. E destas dos espadas fabló nuestro Señor Jesucristo el jueves de la cena, quando preguntó a sus discípulos, probándolos, si habían armas con que lo amparasen de aquellos que lo avían de traer e ellos dixeron que avían dos cuchillos, el qual respondió, como aquel que sabía todas las cosas, e dijo que asaz había.9 Ca sin falla esto abonda, pues aquí se encierra el castigo del ome, también en lo espiritual como en lo temporal. E por ende estos dos poderes se ayuntan a la fe de nuestro Señor Jesucristo por dar justicia complidamente al alma e al cuerpo. Onde conviene por razón derecha que estos dos poderes sean siempre acordados así que cada uno dellos ayude de su poder al otro, ca el que desacordase, vernía contra el mandamiento de Dios e avría por fuerça de menguar la fe e la justicia e non podría luengamente durar la tierra en buen estado nin en paz, si esto se fiziese. E por ende, pues que en la primera partida deste libro fablamos de la justicia espiritual e de las cosas que pertenescen para ella, segund ordenamiento de Santa Esglesia, conviene que mostremos en esta segunda partida de la justicia temporal e de aquellos que la han de mantener. E primeramente de los Emperadores, e de los Reyes, que son las más nobles personas e honradas a quien esto pertenesce más que a los otros homes e de sí de los otros grandes señores, e mostraremos quáles deben ser. E otrosí, cómo deben endereçar sus tierras e sus reinos e servirse a aprovecharse de los bienes dellos. E quáles deben ser a sus pueblos, e los pueblos a ellos. E de cada una destas razones diremos adelante en su lugar, segund lo mostraron los sabios entendidos, e conviene por derecha razón que sea fecho e guardado.
1.2. DE LOS HEREJES
1.2.1. EL PAPA ALEJANDRO III EN 1163.
Que todos eviten la comunicación con los herejes albigenses.10
En las comarcas de Tolosa apareció hace algún tiempo una condenable herejía que, difundiéndose poco a poco hacia los lugares cercanos como un cáncer, corrompió ya a muchos por Gascuña y otras provincias. Mientras esta [herejía] se esconde a la manera de una serpiente entre sus revueltas, cuanto más en secreto se desliza tanto más seriamente destruye la viña del Señor entre la gente sencilla. En consecuencia y con relación a estos [herejes], ordenamos estar atentos a los obispos y todos los sacerdotes del Señor que moran en aquellas tierras e impedir, bajo amenaza de anatema, que, donde hayan sido reconocidos los partidarios de aquella herejía, se ose ofrecerles refugio alguno en su comarca o concederles protección. Antes, no se tenga en absoluto trato con ellos de comprar y vender, para que habiendo perdido siquiera el alivio de los mantenimientos, se vean obligados a arrepentirse del error por el que caminan.