La inquisición española. Miguel Jiménez Monteserín
que habitan herejes y allí obligue a jurar a tres o más varones de buena reputación, o también, si pareciese conveniente, a todo el vecindario, que si alguien supiese que allí los herejes u otros celebrasen reuniones secretas o mostrasen desacuerdo en su vida y costumbres con la conducta común de los fieles, tenga cuidado de contarlo al obispo o al arcediano. Entonces, el obispo cite ante su presencia a los acusados, quienes, si no se justificasen del pecado expuesto o si, tras la justificación mostrada, hayan recaído en la anterior herejía, sean castigados conforme a los cánones. Si algunos de ellos, rechazando lo sagrado del juramento con obstinación reprobable, por ventura no quisiesen jurar, por esto mismo sean considerados de inmediato herejes. §.8. Así pues, queremos y mandamos y ordenamos rigurosamente en virtud de la obediencia, que los obispos velen con toda diligencia en sus diócesis para que estas cosas se lleven a cabo, si quieren escapar de la sanción canónica. Si, de hecho, algún obispo fuese negligente o remiso en cuanto a eliminar de su diócesis el fermento de la herética pravedad, mostrándose esto con indicios ciertos, sea depuesto del oficio episcopal y en su lugar sea sustituido por otro idóneo que quiera y pueda aniquilar la maldad herética.
1.2.7. CONSTITUCIÓN PROMULGADA EN 1224 POR EL EMPERADOR FEDERICO II CONTRA LOS HEREJES DESCUBIERTOS EN LOMBARDÍA.20
Federico, por la gracia de Dios, emperador de los romanos siempre augusto y rey de Sicilia, al venerable [Alberto I de Käfernburg], arzobispo de Magdeburgo, conde de Romañola y legado de toda la Lombardía, a su amado príncipe, su gracia y todo bien.
Habiendo sido puestos por el Señor para conservar y proteger a un tiempo la tranquilidad de la Iglesia con el gobierno del imperio que nos ha sido encargado, apreciamos, no sin justa extrañeza de espíritu, que la hostil herejía se hace fuerte, ¡oh vergüenza!, en las tierras de Lombardía, que corrompe a muchos y, gracias a la impunidad, tiene la audacia de ultrajar el honor de la Iglesia y los testimonios de la fe católica por boca de quienes blasfeman. Y con razón no podemos dejar de inquietarnos, quienes por causa tan urgente nos sentimos justamente obligados a turbarnos, porque ante la sede del Príncipe de los Apóstoles y del Doctor de la Iglesia, por la que se encaminan hacia los pueblos remotos las corrientes del saber auténtico, en provincia tan cercana, corrompida en parte por buscar las mentiras de los malvados, puede decirse que hay en ella muchísimos que, apartándose de la ley del Señor y marchando tras el saber seductor, se engañan a sí mismos y recíprocamente, como no mirando a la salvación de los demás, de manera indigna, atraen cuanto les es posible con palabras seductoras y trabajan con ahínco para unirlos a su propia condena, para que, por medio de estas palabras prodridas, se haga daño al cuerpo de la Iglesia y la mayor parte del rebaño de los fieles quede mancillada por causa de estas ovejas enfermas. ¿Habremos de disimularlo o actuaremos de manera tan negligente que los impíos ultrajen con boca blasfema a Cristo y a la fe católica y Nos pasemos en silencio? Cierto es que nos acusa de ingratitud y negligencia el Señor, que nos entregó la espada material contra los enemigos de su fe y nos confirió la plenitud de poder. Por lo cual, para la destrucción y el castigo del crimen tan nefando de los cómplices y secuaces de la maldad herética, cualquiera sea el nombre que se les asigne, amparado con la autoridad de ambos derechos, estimulado por las justas emociones de nuestro espíritu, ratificamos con esta constitución nuestra, que tiene valor de edicto y ha de tener fuerza de ley en el futuro de manera inviolable en toda la Lombardía, que quienquiera que por el obispo de la ciudad o diócesis donde vive, tras el conveniente interrogatorio, resultase manifiestamente convicto de herejía y juzgado hereje, a petición del obispo, al punto sea hecho prisionero por el podestá, el consejo municipal y los hombres católicos de las mismas ciudad y diócesis para que, con nuestra autoridad, sea reducido a cenizas con la pena del fuego, para que muera entre las llamas vengadoras o, si decidiesen en cambio conservarlo con una vida miserable para castigo de otros, despójenle de la lengua, porque no temió conducirse contra la fe de la Iglesia y blasfemar el nombre de Dios.
Dado en Catania, el año de la encarnación del Señor, 1224, en el mes de marzo, en el duodécimo de la indicción.
1.2.8. EL PAPA GREGORIO IX AL DUQUE DE BRABANTE EN 1232.
Gregorio IX exhorta al duque de Brabante Enrique I el Guerrero a recibir benignamente a los frailes predicadores enviados a Alemania para combatir la herejía. Rieti, 3 de febrero de 1232.21
Aquel terco enemigo del género humano a quien abatió su soberbia desde las alturas a lo más hondo, no contento porque la maldad de su engaño arrastró al hombre a la caída encaminándolo a las tribulaciones y desventuras, sagazmente se esfuerza en enredarlo con redes mortales, disponiendo astutamente asechanzas consigo para agarrarlo fuerte y que no se levante del lugar desde el que había caído él mismo. Esforzándose finalmente estos días en corromper la fe con la herejía, con ayuda de sus ministros, trabajadores del pecado, desparramó veneno mortífero, considerando sediciosamente lo eficaz para hacer daño del enemigo cercano, ellos, prometiendo, por así decir, cosas amables, pican con la cola como el escorpión, para derramar al cabo en el dorado cáliz la ponzoña de la peste de Babilonia.22 Aunque los herejes, hasta aquí ocultos desde tanto tiempo, como el cáncer, se deslizasen en lo recóndito y como las zorras se esforzasen secretamente en destruir la viña del Señor, sin embargo, ahora, haciéndoles salir los pecados a descubierto, como caballos dispuestos al combate, se atreven a alzarse claramente contra ella, buscando como cebo a los sencillos y como botín a los instruidos y deseando enredar no obstante a cualesquier fieles con sus trampas, hechos maestros del error quienes nunca fueron discípulos de la verdad. De donde conviene alzarse enérgicamente contra ellos para que, una vez reducida al silencio su herejía, recobre el vigor enteramente la fe de Cristo, pues la corona del premio sigue a quienes resisten a las tentaciones [II Tim, 2, 5]. Así pues, como desde hace tiempo resplandeciese en Alemania la fe leal y por esto temamos allí más a los animales venenosos, no sea que los sencillos, rodeados por las taimadas seducciones de estos, y los astutos, peligrosamente engañados con fraudes perversos, se descarríen al abismo de los pecados y así se profane en el mismo sitio el sostén de la fe, Nos, que cerca de la hora undécima estamos entre los obreros o, por mejor decir, por encima de los obreros de la viña del Señor, asignado por el evangélico padre de familia,23 conmovido por el dolor en lo más hondo del corazón, no soportando tan grande injuria del Creador y queriendo salir al paso de tanto peligro de las almas, de muchas y variadas formas,24 no cesamos de proponernos con toda diligencia extirpar la maldad herética. Cuando el Señor, compasivo y misericordioso, que no quiere que nadie perezca, parando mientes a que era mucha la mies y pocos los trabajadores, suscitó la orden de los amados hijos predicadores, y estos, no buscando lo suyo sino lo de Jesucristo, se dedicaron, tanto a evitar las herejías como otras mortíferas epidemias, a la evangelización de la palabra de Dios en la humildad de la pobreza voluntaria, nos, instruido con el ejemplo de quien eligió tanto doce apóstoles como otros setenta y dos discípulos y los lanzó a predicar de dos en dos,25 estimamos que dichos frailes predicadores debían ser destinados contra los herejes en Alemania, por eso rogamos a tu nobleza, advertimos y exhortamos con atención, mandamos por escritos apostólicos, aplicándolo para remisión de los pecados, que, por reverencia a Dios, a la Sede Apostólica y nuestra, los recibas y trates de manera honorable, esforzándote en proporcionarles en estas y otras cosas, consejo, ayuda y favor, de tal manera que ellos puedan desempeñar sin estorbo el oficio que les ha sido encomendado y Nos podamos recomendar con justicia el celo de tu lealtad.
Dado en Rieti el 3 de febrero, en el año quinto de nuestro pontificado.
1.2.9. EL PAPA GREGORIO IX AL ARZOBISPO DE TARRAGONA EN 1232.
Gregorio IX se dirige al arzobispo de Tarragona Espárago de la Barca (1215-1233), como metropolitano, y a los demás obispos sufragáneos de la provincia tarraconense, ordenándoles actuar contra los herejes aplicando las recientes normas establecidas por él en esta materia por medio de los frailes dominicos u otros jueces nombrados por ellos. Espoleto, 26 de mayo de 1232.26
Gregorio obispo, siervo de los siervos de Dios, a los venerables hermanos, el arzobispo de Tarragona y sus sufragáneos, salud y bendición apostólica. Inclinándose ya hacia el ocaso la tarde del mundo y sin reposo la maldad humana, no sólo experimentan los elementos corruptos la corrupción del siglo corrupto, también