La inquisición española. Miguel Jiménez Monteserín

La inquisición española - Miguel Jiménez Monteserín


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Cfr. infra, Repertorio, LXXIII, 22.

      90 Felipe III en Lerma, a 22 de mayo de 1610.

      91 Felipe III en Valladolid, a 29 de marzo de 1601 y en Lerma, a 22 de mayo de 1610.

      92 Indios que servían de correos en Perú.

      93 Véase la Concordia de 11 de abril de 1633, capítulo 18.

      94 Véase la Concordia de 11 de abril de 1633, capítulo 8.

      95 Felipe IV en Madrid a 11 de abril de 1633.

      96 Lo hemos corregido, en el texto publicado dice «Notario del Secreto».

      97 Ley 19, título 7 del libro I. Felipe III en San Lorenzo, 3 de octubre de 1604 y Felipe IV en esta Recopilación.

      98 Cada año, durante el mes de enero, con asistencia corporativa del clero y las autoridades civiles, se recibía solemnemente en las catedrales hispanas un ejemplar de la Bula de Cruzada, emitido por el Comisario General de la misma. En este documento, de reminiscencias bélicas medievales en cuanto a su fundamento práctico, se contenían las gracias e indultos en materia de mitigación de la abstinencia de comer carne los viernes y vigilias de las principales festividades a los que el abono de la limosna correspondiente -cuyo beneficiario era la Real Haciendahacía acreedores a los fieles. La pomposa recepción así tributada reconocía de manera formal el doble respaldo, apostólico y regio a la vez, del documento que iba a ser proclamado.

      99 Ley 12, título 20 del libro I. Felipe III en Madrid a 17 de marzo y 21 de abril de 1619. Felipe IV en Madrid a 24 de septiembre de 1621.

      100 Ley 7, título 24 del libro I. Felipe II y la Princesa Juana en Valladolid a 9 de octubre de 1556.

      101 Ley 14, título 24 del libro I. Felipe III en Madrid a 11 de febrero de 1609.

      102 Ley 29, título 5 del libro 7. El príncipe Felipe en Valladolid a 14 de agosto de 1543.

      103 El texto aquí transcrito ha sido tomado de la copia de esta provisión que se conserva en AMC, leg. 210, fols. 115 vº-118 rº. Aparece algo fragmentada en la Recopilación, VIII, II, 2 y en la Novísima Recopilación, XII, I, 3. A partir de un original del AGS, la publica asimismo Luis SUÁREZ FERNÁNDEZ, Documentos acerca de la expulsión de los judíos, Valladolid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Patronato Menéndez Pelayo, 1964, n. 177, pp. 391-395.

      104 Cfr. Cortes de los antiguos reinos de León y de Castilla, publicadas por la Real Academia de la Historia, t. IV, Madrid, 1882, n. 76, pp. 149-151.

      105 ACC, Reg. 3569, fols. 129 rº-131. Publicado por Rafael CONDE Y DELGADO DE MOLINA, La Expulsión de los Judíos de la Corona de Aragón, Zaragoza, 1991, pp. 41-44. Vid. además, Maurice Kriegel, «La prise d’une decisión: l’expulsion des juifs d’Espagne en 1492» en Revue Historique, 260, (1978), pp. 49-90.

      106 Vid. Conde, op. cit, pp. 44-51

      107 Cfr. Recopilación, VIII, II, 25, Novísima Recopilación, XII, II, 4. Bando del Marqués de Caracena en nombre del Rey para que los Moriscos del Reino de Valencia salgan de estos Reinos. Valencia, 22 de septiembre de 1609. BNE, Vª, caja. 250/33; 226-67; 57/50; R/5251.

      108 Alevosos, traidores.

      109 ¿Zaidán I al-Násir (1603-1628)?

      110 Fronteras.

      111 «Receptar»: Ocultar o encubrir. DRAE.

      2. LA CONFIGURACIÓN DEL SANTO OFICIO

      El cristianismo y sus orígenes.

      De manera tradicional, el dogma religioso cristiano, objeto de la fides divina et catholica, se ha planteado como un elenco de verdades, directa o formalmente reveladas por Dios, de manera implícita o explícita, a través de la Sagrada Escritura o la tradición y propuestas por la Iglesia mediante su magisterio.1 Partiendo de la inicial proclamación apostólica del acontecimiento salvador llevado a cabo por Cristo a lo largo de su vida, concretado en sus enseñanzas, muerte y resurrección (κήρυγμα/kerigma), preámbulo a la instauración definitiva del reino de Dios en el mundo, el acceso a las verdades que componen la creencia salutífera ha sido compendiado de antiguo en los llamados símbolos o enunciados dogmáticos a los que el creyente ha de adherirse para confesar su fe. Así constituido, el dogma se explicita en un ámbito doctrinal cerrado, sustancialmente intangible y que ningún humano puede modificar sin culpa, mayor o menor, en modo alguno.2 Procede de una revelación libérrima y gratuitamente realizada por Dios de modo paulatino en el transcurso de un «tiempo sagrado» primordial, concluido el cual, tal comunicación se ha convertido en una realidad totalmente autónoma en relación al hombre, capaz de explicarle con toda validez y suficiencia los arcanos de su propia realidad y los de ambos mundos, trascendente y terreno.3

      El pueblo de Israel, comunidad natural originada de la «semilla de Abrahán», reconociéndose como objeto de singular elección divina, es el primer depositario del testimonio que el Dios único y excluyente formula acerca de sí mismo, del que son intérpretes los redactores de sus escritos sagrados, crisol de muy distintas tradiciones religiosas paralelas cuyos mitos explican el origen del mundo y el hombre. Dios se manifestará luego interviniendo a lo largo de la historia humana en muy diversas circunstancias desde el éxodo liberador a la construcción de un reino primero triunfador e independiente sucesivamente sometido después a potencias extrañas de su entorno. La Ley eterna, otorgada por Dios a su pueblo como elemento fundante de este, instaura una relación recíproca de fidelidad ligada a un pacto formal, con mucha frecuencia quebrantado, personal y colectivamente, por los elegidos. La conciencia de elección se manifestará en la diferenciación ritual segregadora del resto de los pueblos y en el orgullo de vivir en un espacio geográfico señalado como patrimonio divino, en cuyo interior, una ciudad sagrada alberga un templo santo, habitado por la presencia del Dios invisible como singular diferencia frente al resto de los lugares de culto. Por eso resultarán tan traumáticas las sucesivas experiencias de exilio sufridas. Ley y culto identifican al cabo a los judíos frente a las demás gentes de su entorno, tanto como su esperanza mesiánica, fruto de una elaboración mítica del futuro histórico en clave de concordia universal e instauración del definitivo reinado de Dios que imponga el triunfo de Israel sobre sus irreductibles adversarios aherrojados por sus idolatrías.

      En el contexto del nacionalismo religioso judío y su exclusivismo soteriológico se destaca la figura de Jesús de Nazaret. Tras experimentar su propia elección profética de carácter mesiánico, arraigado en la tradición bíblica que hasta ese momento ha informado su vida, rompe con la sacralidad nacional israelita y sus ritos de pureza excluyente para ofrecer un mensaje de liberadora salvación universal reuniendo en torno suyo a un grupo de carismáticos itinerantes afines animados de una común esperanza escatológica expresada de modo diverso, según lo eran las corrientes religiosas imperantes en Palestina entonces. Tras proclamar la singular filiación divina de todos y cada uno de los humanos y su ineludible corolario de fraternidad comunitaria, Jesús anuncia la llegada de un reino de paz y concordia, emblema de una sociedad nueva inminente, garante del bienestar de los pobres y los marginados. Implacables entonces las estructuras de dominio político ligadas al imperialismo romano, la aristocracia sacerdotal saducea vinculada al templo de Jerusalén imponía mientras el rigor de sus normas en debate abierto con las defendidas por fariseos y esenios mucho más reacios a colaborar como ellos con los ocupantes romanos.4 Que la enseñanza de Jesús cuestionara desde una nueva óptica teologal bien explícita la autoridad sacra ceñida en exclusiva al culto del templo y sus rituales de pureza sacerdotal desequilibraría el frágil encuentro logrado al fin con los romanos. Tolerada por ellos, la normativa religiosa defendida por saduceos y fariseos resultaba ser al cabo un elemento de cohesión controlado, opuesto a la rebeldía popular siempre latente, pronta a manifestarse en frecuentes levantamientos violentos.

      La


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