Ronaldo: Un genio de 21 años. Wensley Clarkson

Ronaldo: Un genio de 21 años - Wensley Clarkson


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preparamos a nuestros jugadores de talento”.

      Su compatriota Ricardo Gomes, del París Saint-Germain, se hizo eco de esta opinión generalizada, asegurándole a Ronaldo que estaba “en las mejores manos”.

      Explica que “es evidente que Ronaldo va a ser el delantero más completo durante muchos años. Este chico se acerca mucho a la definición del jugador ideal. Con el izquierdo o el derecho, es lo mismo; es capaz de hacer pases mágicos con ambos pies”.

      Ronaldo tenía que pellizcarse de vez en cuando para asegurarse de que su traslado a Europa no era un sueño. “No hace mucho tiempo, solía soñar con futbolistas como Romario y Bebeto. Coleccionaba fotos suyas y las pegaba en un álbum. Y de pronto, en el Mundial de Fútbol de Estados Unidos, me encontré a mí mismo entrenando con ellos cada día. Ahora sigo sus pasos hasta Europa y yo mismo me he convertido en una estrella”.

      Incluso en aquellos tiempos, a Ronaldo le daba verdadera vergüenza que le compararan con el mayor héroe del fútbol brasileño: Pelé.

      “La gente habla de mí constantemente como si fuera el nuevo Pelé. No dejan de decir que soy la nueva estrella del fútbol brasileño, pero sólo existe un Pelé. Lo único que puedo hacer es rezar para conseguir ser tan bueno como él algún día, o por lo menos para acercarme a su calidad. Así, algún día, la gente dirá que sólo existe un Ronaldo”.

      Para celebrar sus dientes arreglados, su nuevo peinado y su marcha a Holanda con el PSV Eindhoven, Ronaldo ofreció una fiesta a treinta de sus amigos más cercanos en el Royal Grill, en el barrio “bien” de Barra da Tijuca. Esa noche, los invitados quedaron impresionados con la transformación que había experimentado Ronaldo con seis semanas de arreglos dentales y un aparato fijo.

      En la fiesta, Ronaldo se mostró cansado, pero contento. Estaba preocupado por tener que dejar atrás a sus amigos y familiares y por el clima frío que le esperaba en Europa. Sin embargo, Martins y Pitta le dijeron que debía dar este siguiente paso si quería ver cumplido su deseo de convertirse en el mejor futbolista del mundo (y el más rico).

      Los agentes le dieron a Ronaldo un amuleto de buena suerte: una medalla de oro macizo de San Cristóbal. Aun así, le dejaron muy claro que la suerte no desempeñaría ningún papel en su futuro.

      Naturalmente, Sonia estaba preocupada ante la idea de perder a su pequeño. “No hemos tenido tiempo para hablar del tema. Aún no me creo que valga tantos millones de dólares”. Sonia le prometió a su hijo que iría a cuidarle tan pronto como le fuera posible.

      Sin embargo, no podía disimular lo impresionada que estaba con la vida que su hijo estaba a punto de emprender. “Va a tener una casa independiente y dos coches”, se pavoneó ante una de sus amigas.

      Otro de los invitados a la fiesta fue Jairzinho, el hombre que descubrió a Ronaldo. A pesar de sus reivindicaciones pasadas por no haber percibido ni un solo centavo por su descubrimiento, Jairzinho recibía de hecho una cuota de seis cifras en dólares por concepto del traspaso de Ronaldo al PSV Eindhoven. Fue la forma en que Martins y Pitta le “compraron” para evitar problemas futuros.

      La noche de la fiesta de despedida, la entonces novia de Ronaldo, Luciana, le comunicó a todo el mundo su intención de ir a visitar a Ronaldo a Holanda en Nochevieja. “Le voy a llamar todos los días por teléfono”. Luciana no debió de oír el comentario de la madre de Ronaldo: cualquier chica que saliese con su hijo tendría que acompañarle a todas partes si quería que la relación funcionase.

      Como era de esperar, pocos días después de su llegada a Holanda, Ronaldo comenzó a sentirse muy solo. El club le había puesto una casa en un barrio tranquilo, pero apenas salía porque no le gustaba conducir en países desconocidos.

      A menudo se pasaba los días y las noches viendo la televisión, videos de sus películas preferidas, partidos de fútbol y, de cuando en cuando, videos pornográficos, muy fáciles de conseguir en Holanda.

      En Río, Sonia estaba muy preocupada por el bienestar de su hijo. Hablaba con él por teléfono todos los días y se daba perfecta cuenta de que se sentía aislado. Seis semanas después de llegar a Holanda, Sonia le preguntó abiertamente a su hijo por qué se sentía tan triste y solo. Como tantas otras veces, Ronaldo rompió a llorar. Sonia embarcó en el siguiente vuelo con destino a Europa.

      Más tarde recordó: “Tenía muchos problemas en Holanda, así que volé hasta allí y le busqué una casa más agradable. Le preparé sus comidas preferidas y acabé quedándome ocho meses con él”.

      El PSV estaba encantado de que Sonia se hubiera trasladado con su hijo adolescente, porque de esta forma se evitarían el tipo de problemas emocionales que bien podrían haber afectado su juego.

      Sonia estaba tan preocupada por el bienestar de su hijo en Europa que le comentó a Martins y a Pitta que, si su hijo no encontraba compañía femenina, seguramente acabaría abandonando el PSV y fracasarían los lucrativos planes de los agentes de transferir a Ronaldo a clubes europeos más ricos.

      La solución vino de la mano de una niña bonita de 19 años, rubia y de Río, llamada Nadia Valdez Franca.

      Un brasileño encantador…

      Philips suministró a Ronaldo lo último en electrónica para su nueva casa en Eindhoven: laser disc, teléfono, contestador automático, fax, televisor y vídeo. De hecho, aparte de un par de camas, no había mucho más en la casa.

      Nadia y Sonia compartieron casa con Ronaldo durante gran parte de ese primer año. No era nada fácil para ninguna de las dos mujeres. Sonia tenía la costumbre de sacar punta a cualquier cosa que Nadia hiciese o dijese. Mientras tanto, Ronaldo se dedicaba a jugar a los videojuegos. Le avergonzaba sobremanera la manía de su madre de llevar zapatillas Nike tan grandes como barcas. Nadia llevaba zapatos de tacón de seis centímetros, labios rojos y minifaldas muy ceñidas.

      Los pasatiempos preferidos de Ronaldo eran ver la televisión y acostarse con Nadia. En Eurosport, a menudo ponían partidos de fútbol de equipos brasileños y Ronaldo se sentaba a verlos delante del televisor durante horas y horas, boquiabierto, con mirada vidriosa, mientras Sonia y Nadia hacían ruido preparando la comida en la cocina mal equipada.

      A veces, Ronaldo ponía la grabación de uno de sus últimos partidos con el PSV y observaba a cámara lenta cada uno de los minutos en los que tocaba la pelota.

      Cuando Nadia se ausentaba, Ronaldo y su madre hacían muchas más cosas en común. Sonia recuerda que “hacía cualquier cosa para animarme: simular peleas, perseguirme o comprarme juguetes de pega, como una araña, por ejemplo, para intentar asustarme. A veces también sentaba a su oso de peluche en la taza del baño o tomaba la bici y aparecía pedaleando por toda la habitación, cantando y gritando, sólo para divertirme”.

      Si acudía alguna visita importante a la casa, el club de Ronaldo llamaba a Koos Boets para que hiciese las veces de intérprete. Ronaldo se llevaba muy bien con Boets, ambos andaban siempre con las típicas bromas de jóvenes. Ronaldo solía saludar a Boets con su expresión preferida, “hola, pedazo de mierda”, y al holandés no parecía importarle en absoluto.

      De hecho, Boets sentía una profunda admiración por el extraño brasileño. “Es muy dulce, un tipo valiente. Fuerte, aunque un poco tímido. Y terriblemente juguetón, no logra concentrarse. Por eso son tan lentos sus progresos en holandés”.

      A menudo, Ronaldo caía rendido en el modesto sofá y se quedaba dormido entre los brazos de Nadia, que solía seguir su ejemplo pocos minutos después. No llevaba una existencia muy emocionante, a decir verdad. Ronaldo acababa tan cansado de los entrenamientos o de los partidos, que no lograba mantenerse despierto más tarde de las 10 de la noche.

      El haber jugado en la selección brasileña tenía sus ventajas: Ronaldo podía ver videos de la mayoría de los partidos clásicos del fútbol brasileño de los últimos cuarenta años. En concreto, quedó realmente deslumbrado con el juego que desplegó Garrincha durante el Mundial de Fútbol de 1958.

      “Garrincha


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