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Ronaldo: Un genio de 21 años. Wensley Clarkson
Pitta y Martins constataron también el interés que su cliente suscitaba entre las féminas y decidieron que si podían convertir a Ronaldo en un sex-symbol, así como en una potencia dentro del mundo del fútbol, se harían con la gallina de los huevos de oro.
Sin embargo, Ronaldo tenía por pelo un auténtico penacho descuidado y solía llevar un aspecto un tanto desaliñado y tosco. Por lo menos, había dejado de llevar relojes baratos, a pesar de la experiencia vivida cuando le robaron de joven.
Los agentes de Ronaldo animaron a Sonia para que convenciese a Ronaldo de que debía arreglarse los dientes a fin de que no le sobresaliesen tanto. Reservaron 5.000 dólares para que le arreglaran la dentadura.
Esta fue una política empresarial deliberada de los agentes, que consideraban que la imagen de Ronaldo formaba parte esencial de la estrategia de marketing encaminada a que las grandes empresas se interesasen por él y se animasen a patrocinarle.
Después de que le colocaran un aparato en los dientes, le animaron a que se rapara la cabeza y adoptara una imagen más moderna. No fue más que el primer paso en los planes de los agentes para convertir a Ronaldo en un sex-symbol. Pero aún había mucho trabajo por hacer.
Poco a poco, y gracias a todos estos cambios, Ronaldo se fue convirtiendo en una persona más segura. Empezó a creer en sí mismo hasta el punto de llegar a confesarle a su madre que algún día se convertiría en el mejor jugador del mundo.
De poco le sirvió irse a vivir solo para intentar cortar el cordón umbilical que le unía a su madre, puesto que ella no hacía más que aparecer por el apartamento de Ronaldo con comida.
Además, cuando las chicas comenzaron a perseguirle, su madre intervenía para ofrecerle consejos de amiga: “Le dije que no diese esperanzas a muchas mujeres. Sé que es un chico sensato, pero le gusta revolotear de flor en flor”.
Cuando una rubia preciosa hizo su aparición poco después del Mundial de Fútbol, Sonia se interpuso pronto entre ellos. “Un día, conoció a una chica que insistía en establecer una relación con él a pesar de que Ronaldo le confesó que sólo vivía para el fútbol. Sentí pena por la chica, porque Ronaldo no estaba interesado en ella. Hay muchas chicas en la vida de Ronaldo. ¡Parece que voy a tener muchas nueras!”
Había cierta distancia entre sus ojos, pero había también placer, devoción. Una gota de sudor se balanceaba en el lóbulo de su oreja izquierda. Reía. Tenía saliva blanca pegada a las comisuras de la boca.
Ocurrió justo después del Mundial de Fútbol de 1994, antes de que Ronaldo hiciese el saque inicial para el Cruzeiro en un partido de liga. No fue un partido especialmente memorable, a no ser por un incidente del que aún se sigue hablando en Brasil.
Unos pocos minutos antes del comienzo del partido, Ronaldo se sentó en el centro del círculo central y comenzó a silbar de forma nerviosa, como cuando uno espera que algo que está haciendo pase desapercibido.
Se estaba orinando en el césped del campo ante 10.000 espectadores. Un equipo de televisión que estaba presente para retransmitir el partido captó el “acto” a todo color.
El presentador de televisión Pedro Bial recuerda que “fue algo increíble. Debió de pensar que nadie iba a ver lo que estaba haciendo, pero era muy evidente. En el fondo, era un crío. Lo demostró aquel día”.
Aparte de ser una conducta muy infantil, el incidente demostró también lo nervioso que se ponía Ronaldo antes de cualquier partido de fútbol. Llegó a confesarle al periodista brasileño Pedro Bial que normalmente vaciaba el contenido de su estómago y vejiga antes de cada partido.
Cuando, en 1960, los italianos hicieron una oferta increíble de un millón de dólares para traer a Pelé a Europa, el congreso brasileño convocó una sesión extraordinaria. Se invitó claramente a los italianos a que se volvieran a casa y Pelé fue declarado “tesoro nacional no sujeto a exportación”.
Desgraciadamente, esa actitud no se aplicó en 1994 para evitar la exportación del supuesto “nuevo Pelé” y el resultado salta a la vista: no hay más que ver lo pequeño que se ha vuelto el fútbol brasileño. Todas las grandes estrellas se han escapado al extranjero.
Resulta irónico comprobar que el seleccionador nacional brasileño animó a la mayoría de ellos a que cruzaran el Atlántico, convencido de que cuantos más futbolistas jugasen en clubes europeos, mejor sería para la selección nacional, puesto que de esta forma los jugadores estarían perfectamente aclimatados para Francia 98.
El éxito instantáneo de Ronaldo en las altas esferas del fútbol brasileño (54 goles en 54 partidos) le catapultó a los grandes clubes europeos como el Benfica, el Juventus, el AC Milán, el Parma y el Ajax que, a finales de la temporada de 1994, ya se lo disputaban con admiración.
Sin embargo, el que más atraía a Ronaldo era el PSV Eindhoven, equipo holandés de provincias menos conocido. El club había actuado en calidad de cámara de compensación para algunos de los jugadores de mayor talento del fútbol moderno: Romario, Ronald Koeman y Ruud Gullit demostraron que unos años en la escuela de fútbol del PSV era la mejor preparación para jugar en los ambientes más duros de Italia o España.
El PSV fue el primero de los clubes en hacer una oferta debido a la buena situación económica que atravesaban sus patrocinadores, el gigante de la electrónica Philips. El equipo supo de la existencia de Ronaldo gracias a un cazatalentos de la empresa que trabajaba en una fábrica de Río.
Por tanto, no fue ninguna sorpresa que Ronaldo escogiese al PSV como su primer punto de destino en Europa, tras abandonar al Cruzeiro Belo Horizonte poco después del Mundial de Fútbol de 1994. Ronaldo accedió al traspaso del PSV por la friolera de 4 millones de dólares. Sus agentes se repartieron más de 200.000 dólares de comisiones. Su inversión inicial de 7.000 dólares les estaba reportando dividendos extraordinarios.
Si alguna vez hubo un jugador al que le corriera sangre azul por las venas, ese debió ser Ronaldo. En Brasil, se hablaba de él como de la llamada familia real del fútbol mundial: la selección vencedora del Mundial de Fútbol de Brasil de 1970. Efectivamente, fue Jairzinho, el legendario alero de aquel equipo, el que descubrió a Ronaldo a los 14 años.
Algunos de los amigos de infancia de Ronaldo estaban maravillados de que aquel chico al que casi no le habían salido pelos en la cara y con los dientes presos por los alambres de acero del aparato, estuviese a punto de convertirse en multimillonario.
Al principio, Pitta y Martins se mostraron de acuerdo en canjear sus fichas y empaquetar a Ronaldo para llevarlo a Italia con la esperanza de asegurarse 10 millones de dólares caídos del cielo. Sin embargo, aconsejados por el astuto Romario, decidieron que el PSV sería el trampolín perfecto. Quizás éste fuera el único momento en que los agentes de Ronaldo dieron prioridad al bienestar de su cliente en vez de a sus sueños de amasar una gran fortuna.
Incluso Ronaldo afirmó por aquella época que “Romario me dijo que el PSV Eindhoven era uno de los clubes europeos más profesionales y mejor organizado. Tienen de todo: una plantilla enorme de entrenadores, intérpretes, mánagers profesionales, un estadio soberbio y un equipo con la mezcla perfecta de juventud y experiencia”.
“Romario dijo que sería el mejor calentamiento para aclimatarse a Europa y aprender cosas acerca del fútbol del continente. Creo que tenía razón”.
No resulta sorprendente que el gerente del PSV, Frank Arnesen, considerase a Ronaldo un bien preciado y apenas pudiese disimular su alegría por haber logrado adelantarse a una competencia tan temible y llevarse al adolescente.
“Los agentes de todos los grandes clubes llamaban a la puerta de Ronaldo, ofreciéndole el oro y el moro”, se regodeaba. “Nuestra oferta no fue ni mucho menos la mejor, lo que demuestra que Ronaldo está encantado por jugar con el PSV y que está convencido de que Holanda es la mejor plataforma para