De la revolución a la industrialización. Sergio de La Pena

De la revolución a la industrialización - Sergio de La Pena


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a 6% de su capacidad instalada. De las 148 fábricas textiles de algodón existentes en 1910, en 1915 sólo 84 continuaban operando. También el consumo fue severamente afectado; hubo hambrunas en diversas regiones en esos años, como resultado de la combinación de menores niveles de producción, desabastos, desempleo, contracción del ingreso familiar y por la gran inflación, propia de una situación de guerra, alimentada por la emisión irrestricta de dinero que hicieron todas las fuerzas militares más importantes y con dominio territorial estable. "Una comparación de los precios en la ciudad de México entre julio de 1914 y julio de 1915, para algunos artículos básicos en la alimentación muestra los siguientes aumentos: maíz, 2 400%; frijol, 2 200%; arroz, 1 420%; azúcar, 940%; harina, 900%. El hambre se extendió considerablemente durante el año de 1915 y muchas personas murieron de inanición..."9

      Cabe recordar que en medio de esta renovación de la actividad y del breve auge exportador entre 1916 y 1920 (114% de incremento anual, el más intenso del siglo XX mexicano), se avanzó en la pacificación del país. La Constitución de 1917 creaba nuevas expectativas. El gobierno arrinconó al zapatismo luego del asesinato de Zapata en 1919 y dispersó poco después los restos del villismo. Al asumir la presidencia, Carranza se encontró con escasos recursos y grandes deudas por pagar, incluyendo las indemnizaciones que numerosos propietarios solicitaban, sobre todo inversionistas extranjeros. Para asegurar e incrementar los ingresos, Carranza incautó las reservas en oro de los bancos y consideró oportuno elevar el tributo petrolero e imponer el dominio nacional sobre los recursos, lo que agudizó el conflicto con estas compañías, que culminó dos décadas después con la expropiación. En 1921 terminó el breve auge exportador por el fin de la guerra mundial y el creciente aislamiento y proteccionismo de Estados Unidos. Sin transición empezaron a declinar las exportaciones al ritmo nada moderado de casi 4% anual; a partir de 1927 el desplome sería más agudo (consúltese el cuadro A. 2). La caída de las importaciones fue casi paralela a la pérdida de ingreso por exportaciones, no obstante que la capacidad para importar mejoró entre 1925 y 1926 por la elevación de precios de las exportaciones.

      En contraste con el retroceso del comercio mundial desde 1921, la economía siguió creciendo por cinco años más gracias a la reconstrucción y reordenamiento gradual. Se había iniciado la restructuración de la economía mexicana. Desde mediados de esa década se elevan los impuestos a las importaciones, lo que estimuló la actividad económica, aunque fue pensada para otros fines, como la mejoría de ingresos del gobierno. Las presiones sociales y políticas aún se expresaban con frecuencia a través de violentas luchas políticas, militares y laborales. Proliferan las organizaciones de campesinos y obreros, la Confederación Regional de Obreros Mexicanos (CROM) creada en 1918, jugó un papel creciente como brazo del gobierno, a cambio recibió primero los beneficios de las reformas que se iban poniendo en marcha, pues algunas directrices constitucionales empezaban a concretarse.

      En torno a la reforma agraria se dio una verdadera polémica nacional, pues estaba en discusión la magnitud y modalidades de las dotaciones, los sujetos beneficiarios, el papel del ejido y las instituciones que organizarían y llevarían a cabo el reparto, y con relación a las inversiones extranjeras si debían de ser o no afectadas por el artículo 27 constitucional. En cuanto al artículo 123 se debatía sobre el papel de las juntas de conciliación y arbitraje y el carácter individual o colectivo de los contratos, la reglamentación sobre enfermedades de trabajo, la obligatoriedad del séptimo día de descanso con paga y varios temas más. Sin embargo, sólo se reglamentó este artículo hasta 1931 cuando se aprobó la Ley Federal del Trabajo; entre 1917 y 1931 cada estado de la república legisló de manera diferente y a su entender, es decir dando su particular interpretación del texto constitucional.

      Con todo, de una u otra forma se iban creando las bases del nuevo régimen social, con una creciente centralización y concentración del poder estatal en el gobierno federal. Al mismo tiempo, éste fortalecía su poder e intervención creando numerosas instituciones, algunas de ellas estratégicas, para la regulación de la economía, como el Banco de México (1925) y el Banco Nacional de Crédito Agrícola y Ganadero (1926), que serían los cimientos para la posterior banca de desarrollo. En este sentido destaca la reforma hacendada y fiscal de 1925 y la reorientación del gasto público. Obviamente, para reactivar el crecimiento de la economía se requería restablecer y en algunos casos construir las vías de transporte y comunicación y en general la infraestructura productiva, que se orientó a obras de riego y se sancionó con la Ley Federal de Irrigación y la Comisión Nacional de Irrigación; se crearon las juntas locales de caminos y la Comisión Nacional de Caminos, así como el Departamento de Aeronáutica Civil (1925). También fueron reorganizados los servicios de correo y telégrafos y se creó el Servicio Postal Aéreo oficial. Estas instituciones permitieron y exigieron mayor presencia e intervención del Estado en la vida económica del país, lo que resultó natural frente a la pauta mundial de creciente proteccionismo marcada por Estados Unidos, pero también se justificaba por las grandes tareas pendientes que demandaba la transformación del país.

      La reanudación del crecimiento aún mostraba bases frágiles; en la década de los veinte no hubo tranquilidad. En 1927 todo entró en crisis. La economía se iba estancando por la contracción de las exportaciones, que decayeron 23.4% entre 1927 y 1929 (consúltese el cuadro A.2); prevaleció la escasez de crédito y de inversión; y se agudizaron los grandes conflictos que afligían a la nación: el religioso, el externo con el gobierno de Estados Unidos por el petróleo, el agrario y el político-militar por el enfrentamiento entre Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, que culminó con el asesinato de este último en 1928.

      Fue a partir de 1929 cuando la economía se derrumbó. Las exportaciones cayeron entre 1929 y 1932 casi 25% promedio anual (consúltense el cuadro A.2 y la gráfica 4). De nuevo el petróleo marcó la pauta del desempeño económico. Su decadencia iniciada desde 1921 se debió a los conflictos entre las empresas petroleras y el gobierno, al agotamiento de yacimientos y al desplazamiento de las inversiones estadunidenses hacia Venezuela donde se iniciaba la explotación de ricos yacimientos. En 1929 se sumaron los efectos de la crisis mundial al derrumbe de los precios y mercados mundiales. En los peores años de la crisis los precios de las importaciones bajaron menos que los de las exportaciones mexicanas lo que condujo a un deterioro de la capacidad de compra de éstas —mientras que las exportaciones caían 50%, su capacidad de compra lo hacía en 75% —, lo que agravó la crisis.


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