El juego de la seducción. Martín Rieznik
1. La atracción no es una elección: no podemos elegir quién nos cautiva. El impulso sexual es tan vital como comer o respirar.
2. Las mujeres se sienten atraídas principalmente por la personalidad (valor de supervivencia). Los hombres, por la belleza física (valor de reproducción).
3. Las mujeres generalmente demoran más que los hombres en sentirse atraídas cuando están comenzando a conocer a alguien. Esto es porque el valor de reproducción de una mujer puede percibirse con una mirada apenas, mientras que el valor de supervivencia de un hombre sólo puede detectarse después de una interacción.
4. El atractivo de un hombre reside en su personalidad. Si proyecta correctamente su VSR, las mujeres se sentirán fácilmente cautivadas.
5. Es una ilusión pensar que mintiendo acerca de quiénes somos o de lo que hacemos podremos sacar ventaja. Es mucho más inteligente dedicar nuestro tiempo a desarrollar realmente aquellas cualidades que queramos tener y concentrarnos, al mismo tiempo, en resaltar nuestras virtudes al realizar una interacción.
Field Report --> Leo. El juego. En este FR Leo conoce a una chica alemana en un bar y genera atracción dando pistas constantes de su VSR. |
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Museo, Rosedal y sexo con cantante alemana
«El martes pasado estaba almorzando con mis amigos en el restó de siempre. El lugar se veía medio vacío, pero nuestra mesa estaba llena. Éramos como diez, ya de sobremesa. De pronto, veo que entra una rubia, alta, de ojos azules, que se sienta sola en una mesita junto a la ventana.
Trato de hacer contacto con la mirada, pero ella está ocupada con la comida. Mientras hablo con mi amigo Nacho (periodista), no puedo dejar de mirarla. Me siento seguro, sé que voy a abrirla, no pienso mucho en qué decirle, sólo me centro en ir y hablar. Justo en ese momento Nacho se levanta y me saluda. Yo estaba terminando mi café, así que me digo: “Voy, sí o sí”. Primero me dirijo al baño y en el trayecto saludo a los empleados del restaurant. Al salir, me acerco a la rubia y le digo:
–¡Eh!, ¿qué tal la comida? ¿Necesitás algo?
(Lenguaje corporal sólido, tono de voz congruente con delivery.)
–Bien, bien (con un tono europeo raro).
–Bueno, cualquier cosa que quieras o necesites decime, mirá que soy como el dueño acá.
Ella sonríe.
–¿Ah, sí? Mmmm... Yo no hablo bien español.
–Ok, ¿de dónde sos?
–De Alemania, de Colonia.
–Ah, ok, ¿qué estás haciendo?
–Estoy recorriendo, me interesa la música.
–Qué bien, tengo un lugar mágico para mostrarte que te va a encantar conocer… Nos comunicamos y arreglamos.
–¿Lugar mágico?
–Sí. ¿Tenés Facebook?
Agarra una servilleta y me escribe su nombre. Le digo que me esperan mis amigos, que tienen sus cosas en mi auto y la saludo.
Cuando salgo, quienes habían visto todo el movimiento no lo podían creer... El daygame (juego de día) era uno de mis objetivos principales cuando entré a LevantArt.
A las pocas horas ya me había aceptado en Facebook y ese mismo día, mientras estaba en el gimnasio, empezamos a chatear.
–¡“Alemanian” girl!
–Eh, ¡qué rápido!
–¿Qué tal estuvo el almuerzo?
–Muy bueno para mí... ”Yo acostumbrada a la carne de Alemania”.
–Noté que te interesa el arte y sobre todo la música…
–Sí, soy cantante.
–¿Cómo es tu agenda de esta semana? ¡Conozco un lugar muy bueno!
–Todavía no lo sé... Tal vez voy a Iguazú en el fin de semana... ¿qué lugar?
–Un lugar especial de la ciudad.
–Ahá...
–¿Fuiste al Malba? Es cerca de ahí.
–Todavía no. ¿El museum?
Quedamos en encontrarnos al otro día a las 15 hs. en la puerta del Malba.
Yo había ido poco antes a ver la exposición de Carlos Cruz, un artista plástico venezolano, un genio de los colores. Entré saludando a la gente del museo como si yo fuese conocido, “Hola ¿cómo va?” a todo el mundo… Hablamos de música y ella me contó algunas historias de su viaje.
Después de ver la muestra, fuimos al bar del museo, tomamos un café y de ahí al Rosedal. Le conté que mucho tiempo atrás, ésos eran los jardines de Rosas, en su mansión. Hice un poco de rollplaying para tomarla del brazo:
–Imaginate que vos y yo somos ahora los dueños de este jardín...
Íbamos caminando y sacándonos fotos; en cierto momento, le señalo un grupito que caminaba por allí:
–¡¿Qué hace toda esa gente en mi jardín?!
–No sé, vamos por el puente.
Antes de cruzarlo, le digo:
–En un minuto te voy a dar un beso, todavía tenés tiempo de irte corriendo por el jardín...
Me sonrió y no supe si había comprendido mis palabras, pero como se quedó conmigo del brazo, cuando subimos al puente la tomé de la nuca y le di un buen beso. Después, estuvimos un rato tirados en el Rosedal hasta que se fue el sol y empezó a hacer frío.
Nos vimos un par de veces más y la pasé genial. Nunca supe qué parte de lo que hablamos entendía y qué parte no, pero físicamente ¡compartimos el mismo idioma!»
Capítulo
04
Delivery
Todo lo dicho mientras gemías
Me atrevo a afirmar que no hay erotismo auténtico sin el arte de la ambigüedad; cuando la ambigüedad es poderosa, la excitación es más viva.
Milan Kundera
Los estudios demuestran que aproximadamente el 80% de la comunicación entre humanos es no verbal: no se trata de qué decimos, sino cómo lo hacemos. Nuestro lenguaje corporal, nuestra expresión facial y nuestra mirada serán los tres elementos fundamentales del delivery.
Tener el control de nuestro delivery siempre nos permitirá transmitir correctamente lo que deseamos e interpretar a la perfección lo que sienten los demás de forma instantánea. También podemos usar estos conocimientos para expresar con nuestro cuerpo las emociones que queramos en cada momento.
Transmitir correctamente lo que deseamos
Muchas veces decimos algo y no encontramos la reacción que esperábamos del otro lado. Un simple “¿Sabés qué? A partir de este momento, no te soporto” puede ser una incitación a la pelea, si lo decimos seriamente, o resultar muy gracioso y divertido, si lo expresamos con una sonrisa. También es posible, por ejemplo, que queramos demostrar desinterés por una mujer pero que nuestro lenguaje corporal esté expresando lo opuesto. O, por el contrario, que deseemos mostrar interés en alguien y enviemos señales confusas con un lenguaje físico cerrado.
Interpretar lo que siente otra persona
Puede que una mujer no nos haya dicho nada, pero haya adoptado un lenguaje corporal positivo en relación con nosotros. Muchos