El juego de la seducción. Martín Rieznik

El juego de la seducción - Martín Rieznik


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podemos actuar sobre el delivery de ella a nuestro favor. Por ejemplo: es casi imposible besar por primera vez a una mujer que está de brazos cruzados. Pero es posible que los haya cruzado inconscientemente porque tiene frío o por comodidad, aunque tenga ganas de besarnos. ¿Qué podemos hacer, entonces? Pedirle que nos sostenga algo es una buena manera de relajarle los brazos antes de besarla.

      Cargar nuestro cuerpo y mente de las emociones correctas

      En su libro How to make anyone fall in love with you1, Leil Lowndes nos relata un experimento muy interesante: un grupo de voluntarios vio un mismo cortometraje. A algunos se les pidió que sostuvieran un lápiz entre los dientes mientras lo hacían; de esa manera vieron el film con una sonrisa forzada. A la otra mitad del público se le hizo ver el mismo cortometraje sosteniendo un lápiz entre el labio y la nariz, con lo cual la expresión de sus rostros fue forzadamente seria. El resultado fue que quienes vieron el cortometraje sonriendo lo encontraron significativamente más divertido que quienes permanecieron serios. Este experimento es un ejemplo de cómo la mente recibe emocionalmente las señales que el cuerpo le envía. Si sonreímos, la pasaremos mejor que si estamos serios. Si llegamos a una fiesta después de haber permanecido serios todo el día, lo más probable es que veamos todo desde una óptica menos alegre. A veces, es necesario que nos forcemos a reír: nuestra mente toma nota de eso y libera endorfinas, que nos hacen sentirnos mejor.

      Los tres elementos del delivery

      • La expresión facial

      No hay razón para no pasarla bien si estamos en una situación social. La sonrisa lo es todo en el lenguaje gestual. Por otra parte, si queremos ser parte de un grupo y que éste desee lo mismo respecto de nosotros, debemos aportar emociones positivas. Si sus integrantes se están divirtiendo y nosotros llegamos con una expresión seria, lo más probable es que quieran expulsarnos elegantemente, porque les estaremos bajando la energía. La regla general es sonreír e integrarse a los grupos, siempre con un nivel de energía levemente más alto que el de ellos. Si el grupo está sentado hablando tranquilamente, no podemos entrar saltando y bailando porque chocaríamos con su estado anímico. En ese caso, bastará con una leve sonrisa y un hablar pausado. Si ellos están riendo, sacándose fotos o bailando, podremos interactuar más enérgicamente. En cualquier situación, siempre recibiremos mejor atención si sonreímos y nuestro rostro transmite alegría.

      • La mirada

      La mayor parte de los hombres intenta hacer contacto visual con las mujeres lindas y, cuando ellas le devuelven la mirada, dirigen la suya hacia otro lado. Aunque esto funcione en las películas, en la vida real lo mejor es hacer todo lo contrario. Procurar permanentemente establecer contacto visual transmite la impresión de que estamos aburridos y buscamos algo mejor para hacer. Si estamos con amigos, ¿por qué procuramos encontrar otra mirada en lugar de fijarla en ellos?

      La regla es que primero tenemos que pasarla bien nosotros y luego podremos proporcionarles buenos momentos a otros.

      Si estamos disfrutando de un momento con alguien, miraremos a esa persona a los ojos. Si no la miramos, es porque no nos importa lo que dice. Y si nos dedicamos a mirar a otras personas, es que lo que estamos haciendo en ese momento no nos divierte. Y nadie quiere hablar con alguien aburrido. No busquemos intencionadamente contacto visual con mujeres aún desconocidas: disfrutemos de la actividad presente. Cuando estemos con amigos, debemos hablar frente a frente con ellos. Así lo hacen las mujeres: si charlan con una amiga, la están mirando a ella. Y, cuando queramos, podemos hablar con un grupo nuevo, pero sin haber estado observándolo previamente durante algunos minutos.

      Por supuesto, cuando iniciemos interacción con una persona o un grupo debemos buscar contacto visual. Si hablamos con un conjunto de personas, debemos mirarlas a todas alternativamente. Si no, alguien puede sentirse excluido, por lo que es probable que intente expulsarnos o que el grupo se retire. O, en el mejor de los casos, la interacción decaerá porque no todos se sienten a gusto. Por eso, al acercarnos a un grupo debemos tratar de integrar a todos con la mirada desde el primer momento; es una señal de respeto y atención.

      • El lenguaje corporal

      El elemento principal a considerar es si el lenguaje corporal es abierto o cerrado a la interacción. Todos los cruces, sean de brazos o de piernas, suelen transmitir un lenguaje corporal cerrado. Esto es instintivo y representa un símbolo de defensa: cuando nos cruzamos de brazos, inconscientemente intentamos proteger nuestros órganos vitales (corazón, pulmones, etc.); cuando cruzamos las piernas, procuramos resguardar nuestro órgano de reproducción. Por lo tanto, es necesario evitar cruzar las extremidades si participamos de una interacción que nos resulta agradable, ya que a veces lo hacemos sin darnos cuenta, por reflejo o por cansancio, y transmitimos una señal confusa a los demás.

      Llevarse las manos a los bolsillos tampoco es una buena opción, pues da la impresión de que ocultamos algo. En todo caso, debemos dejar los pulgares afuera o bien colgados de ellos, con el resto de los dedos a la vista.

      Por otra parte, si bebemos algo es importante cuidar de no sostener el vaso a la altura del pecho o cerca de la boca, como suele hacer la mayor parte de la gente. De ese modo, mostramos más interés por la bebida que por la persona que tenemos frente a nosotros. Simplemente, sostendremos el trago junto a la cadera y lo llevaremos a la boca sólo cuando deseemos beber, regresándolo de inmediato al lugar apropiado.

      ¿Cómo pararnos? Si descansamos el peso del cuerpo sobre una pierna, estamos transmitiendo sensación de cansancio. Es común que alternemos el peso entre una y otra pierna si estamos agotados, pero la fatiga no resulta atractiva. Lo mejor es pararse con el peso repartido en ambas piernas y mantenerlas separadas a la distancia del ancho de hombros. Lo mismo debemos hacer al caminar.

      La espalda recta transmite seguridad. Hay que procurar no encorvarse porque, además, de ese modo perdemos varios centímetros de estatura. Y la altura es atractiva: desde niños la asociamos con la autoridad y la seguridad. Arriba está quien nos protege. No conviene desaprovechar ni un centímetro de talla.

      El mejor ejercicio para practicar cómo caminar erguidos consiste en apoyar primero los talones contra una pared, luego los glúteos, después los hombros y, por último, la cabeza. Y entonces salir caminando así, sin cambiar de posición. Puede parecer exagerado, pero de ese modo estaremos avanzando erguidos, proyectando estatura. Una vez más: la altura es atractiva, así que más allá de cuánto midamos, no dejemos que nuestro lenguaje corporal nos encoja. En resumen, ¡pararse derecho, levantar el mentón, sonreír y mirar a la gente a los ojos mientras les hablamos!

      El lenguaje corporal en la aproximación

      Es muy importante tener en cuenta cómo debe ser nuestro lenguaje corporal en el momento de la aproximación. Ya hemos visto todo lo relacionado con la mirada, la expresión facial (sonrisa) y los movimientos del cuerpo cuando estamos con nuestros amigos.

      En cuanto al lenguaje corporal en la aproximación, es preciso considerar lo siguiente: la dirección de nuestro interés siempre estará señalada por la orientación de nuestro pecho. Por eso, cuando describimos la forma de pararnos al charlar con un amigo, afirmamos que debemos hacerlo frente a frente, con nuestro pecho en dirección al suyo para que resulte evidente que estamos interesados en esa conversación.

      Ahora bien, cuando iniciamos una interacción con un grupo de desconocidos, debemos calibrar nuestro interés. Si expresamos demasiado, puede ser que nuestros interlocutores se sientan invadidos. Si una mujer está sola y nos aproximamos a ella de frente e intentamos iniciar la conversación de ese modo, posiblemente sienta que invadimos muy rápidamente su burbuja personal. Lo mismo ocurre si entramos frontalmente en un grupo.

      El mejor lenguaje corporal para iniciar una interacción con desconocidos comprende estos pasos: no caminar directamente hacia ellos; hacerlo como si fuésemos a pasar por un costado y, al llegar a su lado, iniciar la interacción girando la cabeza por encima de nuestro hombro mientras el pecho mantiene la dirección que tenía. Para comenzar el diálogo, sólo hay que girar la cabeza. De esta manera, no se invade el espacio del otro o del grupo y todos se sienten más cómodos al inicio de la interacción. Este lenguaje corporal debe mantenerse sólo durante unos segundos. La mejor


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