El juego de la seducción. Martín Rieznik
que suena, en sí mismo, que alguien no se atreva a hablarme– ¿cómo pensar que luego podrá afrontar situaciones sociales mucho más difíciles, como conocer a mis padres, pagar un alquiler o protegerme de diversas formas?”. En esa línea de pensamiento femenino, nuestro valor desciende segundo a segundo, a medida que sostenemos nuestra proximidad con ella sin concretar la aproximación.
Tanto es así que, si a los cinco minutos nos diéramos vuelta para hablarle, nuestro VSR sería tan bajo que, automáticamente, nos toparíamos con un claro rechazo: su escudo de protección, un filtro para protegerse de los hombres de bajo valor. Las mujeres viven este tipo de situaciones noche a noche. Y hacen bien en rechazarnos. Nosotros aprenderemos a interactuar con mujeres que sepan filtrar correctamente, que sepan distinguir a un hombre de alto valor. Nuestra misión ahora es convertirnos en ese hombre de alto VSR.
Veamos ahora qué pasa en nuestra cabeza, la del hombre. Estamos de espaldas, comenzamos a idear la mejor frase para aproximarnos a ella y, de pronto, pensamos: “No, seguro que me va a rechazar, y lo hará riéndose de mí y de mi forma de seducir. Incluso sus amigas, que habrán visto la situación, vendrán después a reírse de mí y a decirme que soy un desubicado por intentarlo… Y no sólo eso, sus amigos también se acercarán en actitud hostil a recriminarme mi mal desempeño. Y el DJ parará la música para señalarme, describirá mi ropa por el micrófono mientras critica mis malas artes. Acto seguido, los encargados de seguridad vendrán, obviamente, a pedirme que abandone el lugar”. ¿Cuánto de todo esto es real y cuánto es imaginario?
Todo es imaginario
Hasta que el rechazo no ocurre, no es real: es sólo una posibilidad, como también lo es que ella nos acepte y podamos comenzar una interacción. Del mismo modo, es posible que pensemos que en diez minutos habrá un terremoto, pero esto no será real hasta que suceda. Mientras tanto, a los pensamientos de este tipo los catalogaremos como “paja mental”. No sirven, molestan e incrementan los niveles de ansiedad. En esos cinco minutos que dedicamos –supuestamente– a planificar nuestro mejor movimiento, lo que en realidad logramos es entorpecerlo. Nuestro umbral de AA habrá subido tanto que, incluso si encontráramos el opener perfecto y decidiéramos usarlo, nuestro lenguaje corporal y el delivery en general mostrarían tanta ansiedad que seguramente ella nos rechazaría de todos modos. Nuevamente, haría bien en filtrarnos. La mayor parte de las veces, los hombres no reaccionan frente a esta situación; simplemente, abandonan la escena cuando empiezan a sentirse mal, incómodos. Lo real es algo que ocurre; el resto es “paja mental”, no sirve para jugar ni para vivir; no sirve para nada.
Veamos el caso contrario: nos acercamos y abrimos de costado a un grupo de mujeres sin habernos detenido a mirarlas antes. Los niveles de ansiedad son mínimos e incluso desaparecen una vez que entramos en escena, tanto sea para recibir un rechazo como para continuar con la interacción. Si no permitimos que se incremente en el tiempo, la AA nos permitirá jugar, sentirnos cómodos y avanzar en nuestra seducción. Como conclusión, extraeremos una regla, la famosa regla de los tres segundos de David DeAngelo. Él la puso en boga y está relacionada con el tratamiento que la psicología cognitiva presenta como respuesta al miedo a la exposición: es preciso enfrentarse a la situación en el menor tiempo posible.
Nosotros no “fichamos”, somos personas sociales, interactuamos con grupos y elegimos a nuestra mujer una vez que comenzamos esa interacción social. Incluso, aunque ninguna de las mujeres de ese grupo nos resultara interesante, entraríamos en un estado hablador que nos permitiría fluir con mayor facilidad en los sets siguientes y hasta desarrollar estrategias más precisas a la hora de conseguir un gran objetivo –atraer a la más linda del venue o a quien nosotros queramos–.
Todo esto, sin sufrir picos de AA, excusarnos en la timidez o paralizarnos por pensamientos distorsionados.
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Romper la ansiedad a la aproximación Herramientas para enfrentarla: |
1. No fichar.
No mirar mujeres, no establecer contacto visual antes de abrir un set.
2. Aplicar la regla de los tres segundos.
No dejar pasar un lapso mayor desde que ella nos mira o nosotros la vemos hasta que abrimos su set.
3. Entrar en state.
Ponerse lo más rápido posible en estado hablador en el venue.
No dejar pasar más de tres segundos desde la entrada a una locación nueva y el momento de la interacción con alguien.
4. Implementar los tres sets de precalentamiento.
Utilizar tres sets fáciles para entrar en calor sin que importe el resultado obtenido.
5. Alcohol y otras hierbas.
El alcohol desinhibe, pero también destruye nuestro lenguaje corporal y verbalización. Es necesario usarlo con moderación, al igual que otras hierbas.
6. Ser con la circunstancia.
Dejar de lado tanta información acumulada y utilizar cualquier objeto o un rollplay circunstancial para comenzar una interacción.
7. Abrir con un NEG.
Es fácil generar atracción instantánea utilizando un NEG para abrir una interacción en la que lo primero que obtendremos será un IDI.
8. Basarse en la práctica.
Aprender de los rechazos, de los picos de AA y de los desastres iniciales. Son pasos fundamentales para estar un poco más cerca de la perfección.
9.Sonreír.
Si el cuerpo se siente bien, todos los movimientos serán relajado. La sonrisa contribuye notablemente a entrar en state.
Field Report --> Pablo. El juego. En este FR, Pablo abre varios sets de forma circunstancial para terminar realizando un trío con dos amigas esa misma noche. |
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After de trío con dos jugadoras de vóley amigas
« Era el cumpleaños de una amiga del club. Varios años atrás habíamos jugado juntos al vóley pero nunca había pasado nada entre nosotros.
Esa noche yo venía con un state realmente bueno; estaba contento y entré al bar sonriendo ampliamente.
Comencé rápidamente a hacer social proof con mi amiga porque había mucha gente que no conocía. Creo que en su mayoría eran compañeras de facultad.
Abrí algunos grupos logrando atención de varias mujeres, pero sin traspasar la etapa de atracción, hasta que llegué al set que derivaría en un trío demoledor: diez chicas disfrazadas.
–¡Chicas! ¿Quién es la afortunada que se casa? Porque mi amigo que está ahí también se casa y quiero que hoy pasemos una de las mejores noches de nuestras vidas.
Mostré liderazgo y protección de los seres queridos en una pequeña frase. Respondieron todas a la vez, hay gritos y dicen que es el cumpleaños de una de ellas a la que me señalan y que en seguida se me tira encima, me abraza y hace que se me caiga el gorro. Primer NEG de la noche:
–¿Ella siempre es así? ¿Ustedes la peinan, la maquillan y la sacan a pasear?
Risas, IDIs, pongo un test de obediencia grupal desafiándolas a todas.
–Pero chicas, no puedo traer a mi amigo a un grupo con tan poca onda…
Todas empiezan a saltar a mi alrededor, mientras mis amigos y los del cumpleaños nos miran. Nadie entiende muy bien realmente qué pasa. Traigo a mi amigo al set, hago que ellas lo acosen y a otras dos les pido que me hagan masajes con el pretexto de que la situación me está estresando. Me los da la líder del grupo y se genera un mini aislamiento ya que todas empiezan a