Terapia de la posesión espiritual. José Luis Cabouli

Terapia de la posesión espiritual - José Luis Cabouli


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es tan veloz, que uno pasa de la vida en el cuerpo físico a la dimensión espiritual en forma repentina e inesperada, sin transición y esto es lo que provoca la confusión. El alma, en realidad la conciencia o el principio consciente, no entiende lo que está sucediendo; está desorientada y puede pasar mucho tiempo así. Las películas Ghost, Sexto sentido y Los otros están muy bien realizadas y son un buen ejemplo de las consecuencias para el alma de una muerte imprevista. Con el tiempo, el episodio traumático se borra o se olvida. El alma cree que sigue viva en su cuerpo y continúa realizando —ilusoriamente— sus tareas habituales sin darse cuenta de lo que ha sucedido. Es frecuente que cuando yo le explico al alma perdida que su cuerpo está muerto me conteste: Vos estás loco, si estoy hablando con vos no puedo estar muerto, estoy vivo.

      La falta de una práctica espiritual durante la vida física es otra de las razones por las cuales el alma se puede extraviar luego de producida la muerte. Para la persona que no cree en la vida después de la muerte, que ignora la realidad de la vida espiritual, las muertes imprevistas y accidentales acrecientan la confusión. Es lo que puede ocurrirle al suicida. Éste se quita la vida en la creencia de que con la muerte se termina todo, pero resulta que luego de pegarse el tiro sigue vivo. A veces, el suicida se da cuenta de lo sucedido, pero también puede creer que falló en el intento. En este caso, procurará repetir el acto y es probable que se pegue a una persona con tendencia depresiva o suicida y la obsesione impulsándola a suicidarse.

      Es posible que el alma perdida sepa perfectamente que se murió. Pero hay otras razones para permanecer en el plano físico y éstas son: miedos y creencias, preocupaciones, atrapamiento en el cuerpo físico, adicciones y apegos.

      Las creencias durante la vida física pueden afectar al alma en su posterior evolución. Por ejemplo, si el sujeto cree que hay un castigo en el más allá y, en el instante de morir, siente remordimiento por sus errores y malas acciones o siente culpa por algún evento en particular, puede rehusar ir a la Luz por miedo a ser castigado. Es frecuente que el alma perdida se exprese en estos términos: “no me van a recibir porque fui muy malo”, “me van a retar” o “me van a castigar; mejor me quedo acá”. Por eso es muy importante la figura del sacerdote brindando la absolución en los instantes previos a la muerte, cuando el individuo todavía está consciente, ya que esto libera a la conciencia de ese temor.

      Luego de dejar el cuerpo, el alma puede estar preocupada porque siente que dejó algo sin hacer, porque tiene que continuar con su misión o completar una obra que quedó inconclusa. Esto puede llevarla a procurarse un instrumento adecuado para cumplir con su tarea, adhiriéndose a una persona viva con características similares. Quizás tenga miedo de que sus hijos despilfarren la fortuna que les dejó. Otra razón muy poderosa para quedarse es porque tal vez ha dejado a sus hijos pequeñitos y quiere cuidarlos o porque quiere ver crecer a su nieto que no pudo ver o, ¿por qué no?, para vengarse de una persona en particular.

      El atrapamiento en el cuerpo físico es otra causa de retención del alma en la atmósfera física. Sobre todo si la persona es joven y más aún si está aferrada al cuerpo o a la belleza del cuerpo físico. Los instantes previos a la muerte suelen ser decisivos en estos casos. Esto es algo que muy frecuentemente puede observarse en el trabajo con la experiencia de la muerte en TVP. Tal vez se trate de una joven hermosa que está muriendo y, mientras está en agonía, puede pensar: “no me quiero morir”, “soy demasiado joven y bella para morir” o “no me voy a ir, me voy a quedar aquí”. Mientras está luchando para no morir ocurre lo que ya hemos dicho; de pronto, el cuerpo se muere, pero como la conciencia sigue luchando por sobrevivir, no se da cuenta de que el cuerpo se ha muerto y, así, puede pasar una eternidad atrapada en ese instante.

      Finalmente, las adicciones y los apegos también mantienen al alma en el plano terrenal por el simple deseo de seguir experimentando los placeres de la materia o por la frustración de no haber podido satisfacerlos. Ya sea por experimentar el placer del alcohol, drogas, sexo, tabaco o comida, un alma perdida puede adherirse a una persona viva porque a través del campo vibratorio de ésta puede satisfacer sus deseos. Más aún, un alma perdida puede estimular a una persona viva a continuar con el hábito adictivo para así poder satisfacer su propia adicción. El apego a un lugar en particular o el deseo de permanecer junto a la persona amada también pueden impedir que el alma ascienda a la Luz. Recuerden la enseñanza de Jesús: Donde está tu tesoro, está tu corazón. Si el tesoro está aquí, en la tierra, el alma permanecerá aquí.

      Repasemos entonces las causas más frecuentes de retención del alma en el plano físico:

       Obnubilación o pérdida de la consciencia antes de que se produzca la muerte.

       Muertes imprevistas y violentas.

       Falta de práctica espiritual consciente durante la vida física.

       Miedos y creencias.

       Preocupaciones.

       Atrapamiento en el cuerpo físico.

       Adicciones y apegos.

      Hemos visto que dentro del complejo de campos electromagnéticos que conforman el alma existe uno en particular que es el componente más físico del alma conocido como aura y que aquí denominamos campo vibratorio. La importancia de este campo vibratorio es que funciona como un escudo protector, protegiendo nuestra intimidad y nuestra integridad psíquica de energías foráneas. Sri Aurobindo llama a este campo el circumconsciente, porque podemos hacerlo consciente. Claro está que la mayoría de nosotros todavía no ha llegado a ese punto de consciencia. El circumconsciente, como lo veía Aurobindo, es una atmósfera individual y protectora donde podemos sentir y atrapar las vibraciones psíquicas que provienen del exterior antes de que entren en nosotros. La integridad de este campo vibratorio es vital para que funcione como escudo protector. Puede ser muy luminoso y fuerte o corromperse y disgregarse por completo, según nuestro estado interior. Para comprender de qué manera este campo vibratorio y protector puede perder su integridad y tornarse vulnerable es necesario que avancemos ahora con otros dos conceptos fundamentales. El primero de ellos es saber cómo se realiza la encarnación; el segundo es el concepto de la pérdida o fragmentación del alma.

      La encarnación del alma en un cuerpo físico supone un descenso o una transferencia de energía desde el plano espiritual al plano de la materia y, así como la desencarnación es un proceso que lleva su tiempo, la encarnación requiere el suyo. Para encarnarse en un cuerpo el alma tiene que anclarse primero en la materia para luego transferir al cuerpo físico un volumen creciente de su energía. Esto no se realiza de una sola vez; el anclaje comienza en el momento de la concepción, pero la encarnación, es decir, el descenso total de la energía del alma, recién se completa alrededor del séptimo año de vida. Más aún, según la cabalá, el descenso del tercer nivel de la energía del alma, la neshamá, recién se completa a la edad de veinte años. Esto significa que, en el mejor de los casos, el campo de protección de un niño no estará completo por lo menos hasta el séptimo año de vida y, por lo tanto, el niño es potencialmente vulnerable a la acción de energías extrañas, incluidos los pensamientos y emociones de los padres y de otras personas. La forma como un niño es protegido es mediante el cuidado y la atención que le brindan los padres. Éstos no tienen que hacer nada en especial, simplemente tienen que prestarle atención; de esta manera le proveen al niño la energía necesaria para que éste pueda formar su campo de protección. Por eso un niño siempre está llamando la atención, porque así es como obtiene energía de sus padres.

      Hay circunstancias por las cuales es posible que al llegar al séptimo año de vida no se haya completado el descenso de toda la energía del alma y, por consiguiente, el campo protector no se haya formado satisfactoriamente. Durante la gestación y el nacimiento pueden acontecer hechos que atenten contra el descenso de la energía. Si durante la gestación hubo un intento de aborto, es posible que, debido al pánico, el alma del feto se haya alejado del cuerpo, llevándose con ella gran parte de la energía vital. Tengan en cuenta que el alma recién está descendiendo en la materia, de modo


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