Las imprentas nómadas. Alessandro Corubolo
soluciones técnicas diferentes, ofrecieron diversas calidades de impresión y se perfeccionaron hasta llegar al ciclostil propiamente dicho, máquina muy difundida en Italia ya en tiempos de la Resistencia, cuyos modelos, perfeccionados durante la posguerra, producían impresos de color negro. Cada parroquia, sección de partido, grupo cultural, poseía uno de estos, para imprimir en gran cantidad boletines, pequeños manifiestos y materiales de propaganda. Autores prohibidos por las autoridades políticas o por las estructuras editoriales los usaron para publicarse a sí mismos. (55) El fenómeno samizdat (‘imprenta personal’), expresión rusa que seguiremos mencionando, también es usada, por extensión, para todas las publicaciones no oficiales o clandestinas. Esta se basó, además de en los procedimientos manuscritos, en cierta medida también en el ciclostil, hasta cuando tal práctica de reproducción fue reemplazada por las fotocopiadoras.
Jean de Paleologue, Imprimez vou mème…, cromolitografía, 1899, Library of Congress, Washington D. C. Anuncio publicitario de un polígrafo Eyquem.
En relación con nuestro estudio, desde los diarios de trinchera del período 1914-1918 (56) hasta la Resistencia –o para decir mejor, hasta las Resistencias–, los varios tipos de polígrafos fueron los instrumentos más utilizados durante los desplazamientos y en la clandestinidad (ambas cosas fueron generalmente coincidentes).
Sin entrar en detalle de las particularidades de los diversos modelos (57) y considerando también cuán imprecisa o ambigua puede ser la descripción de la técnica usada, y cuán compleja e insegura es la identificación de los impresos, podemos reagruparlos en dos grandes categorías.
La primera comprende las soluciones caracterizadas por el uso de material gelatinoso y de tintas especiales con colorantes a la anilina. Una hoja escrita o dibujada con la tinta específica era presionada sobre una película de gelatina rígida. La gelatina absorbía la tinta en pocos minutos, y el original se removía. Con la presión sucesiva de las hojas blancas (a mano, con una prensa o por medio de un rodillo), la gelatina dejaba un poco de tinta y producía una copia positiva, normalmente de color morado. La operación podía ser repetida entre cincuenta y cien veces. Encontramos estos aparatos citados con los nombres y las marcas de los productores: en Italia, el más vendido, gracias a su precio bastante módico, fue el velocígrafo Anghinelli, patentado el 18 de junio de 1879, medalla de oro de 1887. Los duplicadores a alcohol, difundidos a partir de la segunda década del siglo XX, mucho más fáciles de usar, permitieron el desarrollo sucesivo.
Es a partir de los años setenta del siglo XIX cuando aparecen los primeros duplicadores con matriz (stencil), llamados “mimeógrafos”, que evolucionaron posteriormente hacia los “ciclostiles”. En ellos se usaban técnicas diferentes para perforar el papel de calco encerado y se creaban de este modo matrices por medio de las cuales habría podido pasar la tinta. La primera patente fue obtenida en 1874 por el italiano (establecido en Londres) Eugenio de Zuccato, con el nombre de Papyrograph. Al año siguiente, Thomas A. Edison inventó la Electric Pen, que usaba la corriente eléctrica para hacer vibrar la punta de una lapicera, de manera que crease minúsculos agujeros en el esténcil para formar la imagen. Las numerosas y significativas evoluciones llevaron a lo que conocemos hoy con el nombre de ciclostil, de varios modelos y productores. Durante decenios habrían de coexistir velocígrafos, duplicadores a alcohol y ciclostiles, y cada uno de ellos desarrolló la misma función, aunque con técnicas diversas.
Llegados a este punto, creemos que nuestra historia ligada a las máquinas portátiles e itinerantes debe concluir. En efecto, parecería que tales máquinas, muy relacionadas con particulares tipologías de imprenta, deben considerarse objetos pasados de moda que, en muchos casos, son rescatados casi exclusivamente porque nos place verlos, en los lugares que aún hoy los albergan –en especial los museos de la imprenta– para poder comprender su configuración y sus principales usos, aún más que en las representaciones en álbumes y volúmenes.
En verdad y como ya se dijo, los ciclostiles fueron, a partir de los años sesenta del siglo XX, reemplazados de manera progresiva por las copiadoras Xerox. En las décadas sucesivas, por las computadoras personales e impresoras inkjet o láser, difundidas universalmente, lo que permitió que se incrementara en cien o mil veces la posibilidad de imprimir en casa o fuera de ella.
Sin embargo, en esta época de innovaciones constantes, pero sobre todo en un período que sepulta al pasado de forma inexorable, existe en cambio una especie de invitación a él que no es de ninguna manera nostálgica: sin dudas, la muy reciente impresora 3D permite reproducir ya no textos, sino objetos en tres dimensiones y, por lo tanto, en nuestro caso, esos caracteres o páginas para la imprenta tipográfica (letterpress, en relieve) que luego se imprimen con las máquinas obsoletas que hemos examinado hasta aquí. Es como si dijésemos: la historia continúa.
Ciclostil Roto, ca. 1930
26. Acerca de la historia de las prensas para imprimir resulta aún hoy fundamental Moran (1978); especialmente para el argumento tomado aquí en examen, el apéndice “Miniature, ‘Toy’, Amateur and Card Presses”, pp. 227-252. Es también útil la consulta del volumen, rico en imágenes y documentos, de Harris (2004).
27. Una pequeña prensa de ese tipo, “de medidas exactas 12,5 x 10 cm”, fue usada por el refinado artista Mimmo Guelfi (1905-1988) para imprimir sus delicados libretos “en el local de Tarasca”, como él mismo precisó en una carta del 29 de abril de 1987 a uno de los autores de este libro.
28. Lettres historiques, contenant ce qui se passe de plus important en Europe; et les réflexions convenables à ce sujet (1719: 560, IV carta del mes de noviembre).
29. Véase Choffin (1774: 61-62, parágrafo XlIX, “Nouvelle invention. Extrait du ‘Glaneur’, pièce périodique pour l’année 1732”).
30. Véase en Guide raisonnée du Musée de l’imprimerie et de la Banque la prensa llamada “De cabinet” (p. 17, ilustración en la p. 45). Véase también Darnton y Roche (1989: 110, fig. 8), donde la misma pequeña prensa de Lyon es presentada como “Clandestine Press […] designed to be stowed rapidly in a closet to evade detection by the police”.
31. Véase la nota 3 en la introducción.
32. L’Avant Coureur, feuille hebdomadaire… (1770), 3 de septiembre, p. 565; la información se encuentra también con fecha del 9 de abril, p. 229, y 10 de diciembre, p. 790.
33. En realidad, quien la ideó fue Ottaviano Diodati, el editor de la edición luquesa de la Encyclopédie, que al término del artículo “Imprimerie” agregó una amplia nota “anunciando al público la invención de una imprenta portátil de la que soy el creador”. El resto de la nota, siglada “D.” (1766: 515, nota 2), es traducida textualmente en italiano en el citado volumen del Dizionario delle arte e de’ mestieri de Griselini-Fassadoni. Tal como lo hizo conocer Conor Fahy (1997), el Dizionario de Griselini, además de haber retomado el texto del Dictionnarie portatif de Philippe Macquer, tomó también fragmentos de la Encyclopédie, sin duda a partir de la edición de Lucca, como en el caso de esta larga nota, que nos resulta la primera descripción italiana detallada de una prensa portátil.
34. En la Exhibition de Londres de 1862, Lavinia Daniel Jones expuso una prensa Albion completa en miniatura con todos sus caracteres, márgenes y espacios, que cabía en un pequeño armario,