En torno al animal racional. Leopoldo José Prieto López
Dado el postulado de Singer de la sustancial igualdad del valor de la vida humana y de la no humana, nuestro autor critica a los integrantes de los grupos provida por la confusión terminológica que propician con este nombre. Lejos de interesarse por toda vida, «aquellos que protestan contra el aborto cenan regularmente los cuerpos de pollos, cerdos y terneros», con lo que ponen de manifiesto una preocupación solo por las vidas de los seres de nuestra propia especie.39
El principio de la santidad de la vida humana y el especieísmo son, pues, las dos caras de una misma moneda. Pero ¿qué es el especieísmo?
El especieísmo
El término especieísmo, acuñado por el psicólogo Richard D. Ryder en 1970 en los inicios del movimiento de liberación animal,40 ha sido recogido en el Oxford English Dictionary, según el cual significa 'la discriminación o el abuso de ciertas especies animales de parte de los seres humanos fundados sobre el presupuesto de la superioridad humana'. El vocablo mismo insinúa el paralelismo con el término racismo, a partir del cual se ha construido la nueva palabra. Así, el especieísmo sería la injusta actitud del hombre hacia los animales no humanos, considerados inferiores, como el racismo es el comportamiento discriminatorio de algunos hombres hacia los miembros de otra raza humana, considerada igualmente inferior. Como hemos visto tratando del activismo político de Singer y de su amistad con Henry Spira, el propio Singer sugiere el paralelismo entre especieísmo y racismo. En ambos casos, dice nuestro autor, un grupo humano justifica el abuso sobre otro grupo en razón de una distinción que, en realidad, carece de relevancia moral. La razón aducida por los que propugnan la idea de los derechos animales es que, si todos admitimos que la pertenencia de un hombre a una raza diversa no es motivo suficiente para conceder menos importancia a sus derechos, ¿por qué debería ser una razón válida para ello la pertenencia de un ser a una especie diversa?41
En la búsqueda de las raíces del especieísmo, los teóricos de la liberación animal han apuntado hacia motivos de índole psicológica, cultural y religiosa. Ingmar Persson, por ejemplo, profesor de filosofía en la universidad de Lund (Suecia), cree encontrar razones de índole filosófica en el hecho de la vigencia social del especieísmo.
El hecho de que un individuo pertenezca a una especie determinada no es, a todas luces, resultado de sus propios actos […]. En consecuencia sería injusto un especieísmo que propugnase tratar a los chimpancés, los gorilas y los orangutanes peor que a los seres humanos por la sola razón de ser chimpancés, gorilas u orangutanes.
En realidad,
[...] no es a esto [a la sola diferencia de especie] a lo que se reduce el especieísmo. Del mismo modo que el racismo y el sexismo no son únicamente la doctrina por la que se discrimina a determinados seres por el solo hecho de su raza o género. Un especieísmo (o racismo o sexismo) más inteligible propone que los seres que pertenecen a una especie (o raza o sexo) deben ser favorecidos por encima de los seres pertenecientes a otras especies (razas, sexos) en razón de las características de esas especies […]. En otras palabras: la base real para la discriminación no es la pertenencia a una especie, sino la posesión de la racionalidad o de otra facultad mental.42
Por su parte, Dale Jamieson cree que la causa profunda del especieísmo ha de ser buscada en la religión y en la cultura occidental. Cree este que la raíz principal de esta actitud se encuentra en la visión del mundo cultural y religiosa que la sociedad occidental ha heredado de Oriente Medio, «donde judaísmo, cristianismo e islam otorgan a los seres humanos un lugar especial en la naturaleza». En concreto, «según el cristianismo ortodoxo, los seres humanos son tan especiales que el mismo Dios adoptó la forma humana y sería impensable que hubiese adoptado la forma de chimpancé o la de orangután».43
EL UTILITARISMO Y EL RECHAZO DE LA METAFÍSICA
Con el especieísmo hemos visto la última de las consecuencias que se derivan del darwinismo materialista profesado por Peter Singer. Recapitulemos con orden la serie de consecuencias derivadas por nuestro autor de este principio. El principio de la interpretación materialista de cuño darwinista exige la eliminación de cualquier perspectiva que afirme la existencia de diferencias esenciales (no solo de grado) entre el hombre y el animal. Esta es la primera consecuencia. Pero, si de hecho la situación entre el hombre y el animal es de esencial igualdad, no lo es de derecho.
Ahora bien, la situación de desatención e incluso de positiva discriminación de los animales por parte de la ley y el derecho debe ser remediada. Tal pretensión es una causa justa, es una causa moral; en definitiva, es una nueva revolución ética a emprender. Es la segunda consecuencia: la nueva revolución ética de la izquierda darwinista. Una tercera consecuencia se sigue del principio inicial, a saber, que una vez reinterpretada la naturaleza humana en clave materialista, resulta inevitable —así lo cree al menos Singer— abolir los mandamientos de la vieja ética de la santidad de la vida humana. En cuarto lugar, después de establecidos la serie de los nuevos mandamientos, Singer cree necesario formular el principio general de la no santidad de la vida humana, pues, en último análisis, ¿por qué la vida humana habría de tener una dignidad superior y un especial valor sobre la vida animal si no es esencialmente superior a ella? ¿Por qué solo la vida humana debería ser digna de respeto y protección incondicionales? Finalmente, en quinto lugar, exigencia directa de la superación del principio de la santidad de la vida humana es la superación del llamado especieísmo.
Pero, además del darwinismo materialista, como se ha dicho antes, el otro gran principio del pensamiento de este autor es el utilitarismo. Pero ¿qué es el utilitarismo?
¿Qué es el utilitarismo? Historia y principios
En un sentido amplio, el utilitarismo es la doctrina ética que identifica el bien con la utilidad. Aunque sus orígenes se pueden remontar hasta la Antigüedad (particularmente con Epicuro), los estudiosos concuerdan en que históricamente el utilitarismo es una corriente del pensamiento inglés de los siglos XVIII y XIX con aplicaciones en la ética, la política y la economía. Los autores que pueden ser considerados sus fundadores son Jeremy Bentham y John Stuart Mill.
• Una breve historia del utilitarismo
El utilitarismo moderno se confunde con la filosofía moral del iluminismo, especialmente británica. La idea de una maximización de los beneficios de las acciones se encuentra ya en Francis Hutcheson (1694-1746), según el cual no solo es posible determinar una acción como la mejor cuando «procura la mayor felicidad para el mayor número de personas», sino que llega a proponer una suerte de aritmética moral cuya misión sería el cálculo de las consecuencias.44 Ya desde Hutcheson queda patente la estrecha relación entre utilitarismo y consecuencialismo moral. Es doctrina aceptada que el utilitarismo es la forma más neta del consecuencialismo.
En el caso de David Hume (1711-76), dos elementos nos permiten colocarlo como un claro precedente del utilitarismo. Primero, dados los fundamentos sensistas de su pensamiento, Hume se ve obligado a identificar el bien con el placer y el mal con el dolor. Un claro ejemplo de esta identificación se encuentra en el Tratado sobre la naturaleza humana. Allí se dice: «Por pasiones directas entiendo aquellas que dependen inmediatamente del bien o del mal, [es decir] del placer o del dolor».45 Por otro lado, Hume insiste en la utilidad (no meramente individual, sino también colectiva) como origen de las nociones de bien y de mal.
Que se deba a su utilidad la estima que atribuimos a las virtudes sociales es un pensamiento que parece de tal modo natural que uno esperaría encontrarlo en todo momento en los escritores de cosas morales como fundamento de sus razonamientos y de sus investigaciones […]. Pero probablemente la dificultad en darse cuenta de estos efectos de la utilidad o de los efectos de su contrario, ha impedido a los filósofos introducirlos en sus sistemas de ética, induciéndolos más bien a recurrir a cualquier otro principio para explicar el origen