Andemo in Mèrica. Danilo Luis Farneda Calgaro

Andemo in Mèrica - Danilo Luis Farneda Calgaro


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rurales de montaña”19.

      El incontenible deseo de progreso y humanización movilizó lo mejor de cada emigrante. Desde el eje motivacional de la búsqueda de una vida más digna y con la única arma del trabajo, fueron capaces de ganar en humanización, de reencontrar los fundamentos ancestrales de la familia y, en no más de tres generaciones, dieron lugar a una cualificación personal y social insospechada.

      También quienes se quedaron en sus lugares de origen pudieron rehacer y cualificar sus vidas ya que, en una primera etapa, los escasos recursos se multiplicaron al ser redistribuidos en una población diezmada.

      Superadas las terribles consecuencias de la Primera y Segunda Guerra Mundial, el impulso transformador y progresista europeo los introdujo en la cultura llamada del “bienestar”.

      Existe un claro paralelismo en el proceso de desarrollo socio-cultural y económico entre los miembros de las mismas ramas familiares que actualmente viven en Argentina y en Italia, aunque con ritmos y momentos distintos.

      Quienes emigraron lograron un rápido ascenso que, con el pasar de las décadas y los avatares socio-económicos en los diversos países de América, se fue ralentizando y retrocediendo al punto de provocar el fenómeno inmigratorio de “retorno” de las últimas décadas.

      Amores y desamores por la patria lejana

      No es objetivo ni justo aislar el relato del fenómeno de la inmigración en aspectos traumatizantes. Sin duda éstos han estado presentes y sin ellos la inmigración en masa nunca hubiera tenido lugar.

      Sin embargo, como dice el refranero popular, “no hay mal que por bien no venga”. Los valores de un pueblo que creía en su capacidad laboral, en la familia como eje central de su entrega, en la dignidad personal, en su fe hecha bandera desde el sentido profundamente pascual de tantas renuncias, hicieron mejores personas a quienes emigraron y también a quienes se quedaron, protegiendo la naciente realidad de un estado que surgía desde el convulso proceso de la unificación italiana.

      Entre los documentos consultados en el “Museo Nazionale dell’Inmigazione Italiana”, he encontrado un texto muy significativo escrito por Giovanni Pascoli, en la ocasión de inaugurar el Comité Mantovano perteneciente a la Società Dante Alighieri.

      Se trata de una emotiva llamada al amor por la madre patria a quienes ya habían partido y a quienes se disponían a hacerlo.

       “No dejéis vuestra patria sin bendecirla. Si bien ella es muy pobre y por esta razón debéis buscar el pan y el trabajo en el extranjero y en ciudades remotas, lejos de vuestros pueblos y de vuestros seres queridos, no dejéis de amarla igualmente, con toda vuestra fuerza.

       ¿Quién reniega de su Madre solamente porque es pobre y no tiene pan para darle?

      Una vez restablecido el círculo virtuoso del progreso, la madre patria supo valorar las innegables aportaciones del fenómeno inmigratorio y consideró oportuno retomar el desafío de continuar construyendo el sentido de la “italianidad”, dentro y fuera de las propias fronteras.

      Partiendo como vénetos, lombardos, napolitanos o sicilianos... fuera de la propia tierra, los casi treinta millones de emigrados se han descubierto como “italianos”, capaces de rehacer sus lazos con la tierra que les vio nacer.

      Hoy el país reconoce el enorme influjo que tuvieron los emigrados en su propia configuración. La historia de la Italia contemporánea es incompleta e incomprensible si no se considera el profundo impacto del fenómeno migratorio.

      Para entender el desarrollo del país, de su economía y de su tejido social, así como su identidad cultural, es indispensable recordar que millones de conciudadanos fueron expulsados de su propia tierra provocando que todo el constructo socio-cultural adquiriera un perfil particular.

      Los emigrados combinaron la memoria dolorosa de una tierra empobrecida con el compromiso sin fisuras en la construcción de los países de acogida. Supieron afrontar y superar el doloroso proceso de integración al tiempo que, pasada la primera etapa que les llevó a resolver los problemas vitales fundamentales, lograron también recuperar el amor a sus orígenes.

      Prueba de ello, ha sido no sólo el valor añadido de enriquecimiento personal y profesional de quienes regresaron a la patria, sino también, y de manera muy significativa, la riqueza económica y cultural de retorno. Estos elementos fueron dando a Italia el perfil de progreso y el espíritu de internacionalidad que hoy la caracteriza.

      La magnitud de las cifras

      Fue a partir de 1875 que el estado italiano comenzó a registrar estadísticamente el fenómeno inmigratorio y a buscar medios para tutelar, de alguna manera, los derechos de millones de connacionales, al tiempo que buscaba poner en marcha políticas disuasorias para contener el flujo de los que emigraban.

      Propongo una mirada que nos permita tomar conciencia de la dimensión que tuvo el fenómeno, centrándome en la región véneta y en la provincia de Vicenza.

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      El siguiente gráfico nos señala la incidencia porcentual de la inmigración véneta en Europa, África y América.

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      Respecto al conjunto de inmigrantes en Argentina en el período 1850-1925, los italianos representan el 61,3%, duplicando a los españoles.

      En cuanto al perfil profesional, la gran mayoría de los inmigrantes de la primera hora fueron campesinos. Se radicaron principalmente en las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos, donde fundaron colonias agrícolas. Entre ellas las que dieron lugar a las actuales poblaciones de Chajarí, de la que se desprendería Villa del Rosario, en la provincia de Entre Ríos, Argentina, lugar de asentamiento de mis bisabuelos Calgaro y Farneda.

      Quienes prefirieron quedarse en las ciudades se dedicaron en un primer momento a actividades de servicios terciarios. Esta preferencia por las ciudades tuvo una causa directa en la ya mencionada crisis productiva italiana de fines del siglo XVIII, la que originó una corriente importante de inmigrantes capacitados como obreros industriales.

      Es


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