Acercamientos multidisciplinarios a las emociones. Rosario Esteinou
los rasgos generales y los problemas a los que se enfrentan estos dos grupos de teorías.7
Ambos grupos de teorías se ocupan sobre todo de los episodios emocionales, esto es, de procesos o estados mentales que tienen una duración relativamente corta, que son sucesos fisiológicos, que tienen una fenomenología característica, conducta expresiva no intencional y un componente motivacional, o una tendencia a la acción o que tienen que ver con acciones que se explican por la emoción.8
Las teorías acerca de la naturaleza de las emociones ponen mayor énfasis en algunos de sus aspectos y las agrupan según lo que les interesa investigar. Esto quiere decir, exagerando un poco, que unos estudian el miedo de una rata ante un shock eléctrico, y otros examinan el miedo de una persona a hablar en público o el miedo a ser castigada por Dios. Es decir, a unos les interesa más explicar las emociones más primitivas que compartimos con los animales y su evolución, y a otros las emociones más sofisticadas y su relación con otros estados mentales y con las explicaciones de acciones intencionales. Sin embargo, una teoría general de las emociones tendría que dar cuenta de todos estos aspectos, o sostener que existen teorías distintas para las emociones básicas y para las emociones más sofisticadas, características sólo de los humanos.
Teorías cognitivas
Las teorías cognitivas9 sostienen que una característica de los estados mentales, incluyendo a las emociones, es su intencionalidad. La intencionalidad es, en su versión más simple, la idea de que las emociones están dirigidas a un objeto10 (tiene miedo a…, le indigna que… ) desde cierta perspectiva (como aterrador, ofensivo, apetitoso, etc.). Las emociones se consideran en gran medida como actitudes proposicionales, que tienen un contenido proposicional, o que al menos algún contenido cognitivo específico es necesario para cada emoción. A este tipo de teorías les importa dar cuenta de la intencionalidad de las emociones porque el propósito de considerarlas como intencionales permite entender cómo la emoción orienta al sujeto que la tiene, hacia el mundo y hacia otras personas. Y, además, permite prever, en muchos casos, qué acciones esperar de esa orientación hacia algo en el mundo. Las teorías cognitivas dejan de considerar a las emociones como divorciadas de la razón y asumen que éstas, o son en parte cognitivas o pueden combinarse con otros estados mentales para explicar acciones. Esto es, las conciben como razones para actuar porque pueden considerarse como “actitudes favorables” (como los deseos, las inclinaciones, los anhelos y otros estados conativos) con un contenido que, junto con las creencias pertinentes, permiten explicar acciones intencionales. Un ejemplo simple sería: “Elia no sale de noche, porque tiene miedo de que la asalten y cree que en las noches es más probable que esto ocurra”.
Ahora bien, este tipo de teorías han sido criticadas porque no dan cuenta de las emociones de seres no lingüísticos o de seres pre lingüísticos. También porque son versiones demasiado intelectuales que no reflejan lo que comúnmente entendemos por emociones,11 esto es, que son experiencias fenomenológicas, es decir, que sentimos algo cuando nos enojamos, o cuando muere alguien querido, etc. Estas sensaciones o sentimientos están presentes durante los episodios emocionales, sobre todo de algunas emociones como la ira, la indignación, el miedo, la culpa, el remordimiento, los celos, etc. Pero hay otras en las que lo que se siente es menos claro, como la esperanza. En todo caso a los filósofos cognitivistas les preocupan ante todo las emociones de humanos adultos que razonan y que pueden calificar sus emociones como razonables, adecuadas, exageradas dada la situación o francamente irracionales, etc. Esto es, les preocupan asuntos que tienen que ver, entre otros, con la explicación de la conducta intencional, con las relaciones de las emociones con otros estados mentales y con la moralidad.12
Teorías perceptivas
Las teorías perceptivas, en cambio, pertenecen a una tradición distinta y son las más discutidas actualmente, en parte porque son más adecuadas para la investigación empírica. Pretenden dar cuenta de las emociones como adaptaciones evolutivas que cumplen ciertas funciones para la supervivencia, y que se encuentran en diversas especies hasta llegar a las emociones humanas que, aunque más sofisticadas, no son fundamentalmente distintas. Esta línea de investigación viene de Darwin, W. James, los neurofisiólogos, los etólogos, y en filosofía, de los neo-jamesianos actuales,13 como Jesse Prinz. Los partidarios de estas teorías toman en cuenta los avances tecnológicos, por ejemplo, para estudiar el cerebro, los descubrimientos empíricos, los experimentos en psicología, en neurociencias y en otras disciplinas y, tienen la ventaja, se dice, que explican tanto la conducta emocional de animales no-humanos y de bebés, como la de los humanos capaces de conceptualizar sus emociones. Para algunos las emociones son un tipo de percepción no conceptual que responde a señales del entorno que se perciben como amenazadoras o favorables. Este tipo de explicación de las emociones no da cuenta de su intencionalidad o no la reconoce como importante. Tiende a concentrarse en las emociones más primitivas o básicas, y no se ocupa en general de los estados afectivos y las emociones más complejas que requieren de componentes cognitivos. Sin embargo, la participación de científicos como Damasio y LeDoux, y de psicólogos sociales como Lazarus, han avanzado en el estudio de la afectividad, y las teorías cognitivas tienen que tomar en cuenta y enfrentarse a estos desarrollos científicos o criticarlos y explicar por qué son o no son adecuados.
Prinz es un filósofo que entiende que es esencial dar cuenta de la intencionalidad de las emociones y pretende explicar desde las emociones más básicas hasta las emociones que dependen de inputs cognitivos. Para Prinz,14 las percepciones de los cambios corporales en los que consisten las emociones son también representaciones de propiedades que se relacionan con intereses vitales del sujeto de la emoción. Sostiene, por ejemplo, que el duelo representa pérdida, el enojo ofensa, el miedo peligro, etc. Los estados mentales representan por “covariación funcional…” (Prinz, 2004b: 24),15 es decir, un estado mental representa16 por ejemplo, peligro si a) ocurre confiablemente cuando se presenta el peligro, y b) se adquirió para ese propósito. Las emociones, afirma Prinz, son como “alarmas contra incendios”, a saber, las percepciones de cambios en nuestro cuerpo que siguen cierto patrón, representan peligro porque están programadas para activarse cuando haya peligro, otros cambios se activan cuando hay una pérdida, un predador, un apareamiento, algo apetitoso, etc. La teoría sostiene que “Las emociones se corporeizan porque son percepciones de cambios corporales, y son valoraciones porque representan un asunto de interés para el agente.” (Prinz, 2004b: 26). Las representaciones mentales de los activadores de temor, por ejemplo, se agrupan en un archivo mental de activación. Al activarse algún elemento del archivo el resultado es el miedo. Así, en animales no-humanos existen disposiciones conductuales que se activan con un número limitado de estímulos y producen un patrón de conducta específica. El mecanismo motivacional se activa de manera rápida, automática o quasi automática, sin intervención de pensamiento y decisión. Algunos como Ekman17 se refieren a los “programas afectivos” ligados íntimamente con patrones de conducta típicos de las diferentes emociones, sobre todo, de las llamadas emociones básicas, por ejemplo, miedo, ira, asco, sorpresa, alegría, tristeza.
¿Pero qué pasa con las emociones que requieren estados cognitivos? La idea de Prinz es que, en el caso de emociones no básicas o superiores, esto es, emociones como la envidia, los celos, la indignación, la esperanza, entre otras, los archivos de incitación adquieren nuevos incitadores que pueden ser cognitivos o desiderativos que producen emociones más complejas o cognitivamente informadas. Así, “Las emociones no-básicas, como los celos, emergen cuando se establecen nuevos archivos de incitación que reclutan valoraciones existentes para servir al propósito de rastrear nuevos temas” (Prinz, 2004a: 101). Tenemos entonces que las variaciones o contenido, por ejemplo, del miedo, depende del tipo de activadores que causan la emoción. El episodio emocional de miedo puede desencadenarse cuando está presente un predador, o cuando uno tiene miedo de que lo secuestren o de fracasar como artista, o de que aumente la tasa de cambio y no pueda pagar sus deudas.
Sin embargo, faltan más detalles de cómo funciona el mecanismo que permite la administración, por así decirlo, de estos archivos, a saber, cómo se adquieren nuevos y se desechan incitadores que ya no funcionan. Una respuesta es que el aprendizaje18 y la cultura, en general, nos permiten