¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista?. Crisóstomo Pizarro Contador
Ibíd., 88.
8 Ibídem.
9 Integrada por las ex-repúblicas soviéticas, a excepción de los Estados bálticos, Turkmenistán y Georgia.
10 Mann, “The End May Be Nigh”, 88-89. En el capítulo x se puede ver la evolución del desempleo de acuerdo al Informe 2015 sobre las Metas del Milenio de la Naciones Unidas.
11 Ibídem.
12 Ibíd., 97.
13 Collins, R., “The End of Middle-Class Work: No More Escapes”, en Does Capitalism Have a Future?, 40.
14 Wallerstein, I. et al., “Getting Real. The Concluding Collective Chapter”, en Does Capitalism Have a Future?, 176.
15 Mann, “The End May Be Nigh”, 88-89.
16 Wallerstein et al., “Getting Real”, 177-178.
17 Ibíd., 177.
18 Mann, “The End May Be Nigh”, 96-97.
19 Ibíd., 97.
V
Craig Calhoun: La supervivencia del capitalismo
Una facción ilustrada podría asumir los costos necesarios para asegurar la sobrevivencia del capitalismo. Aun si esto no ocurriera, el capitalismo no se acabaría, pero su importancia sería menor.
Asunción de los costos de la operación
de los mercados
Calhoun concuerda con Mann en cuanto a la sobrevivencia del capitalismo, dependiente de la renovación de las instituciones sociales que facilitando su desarrollo puedan compensar, al mismo tiempo, los daños que provoca a la sociedad toda. Pero Calhoun sostiene que los riesgos sistémicos son más desafiantes que lo que Mann sugiere1.
Una facción suficientemente ilustrada del sistema podría enfrentar los costos necesarios originados en las contradicciones estructurales inherentes en la operación de mercados capitalistas complejos. Dada esta condición, el capitalismo continuaría su existencia. Cuando esas contradicciones no son atendidas, pueden haber desarrollos que impliquen una transformación importante, pero aún dentro de los límites del capitalismo. Un ejemplo sería el caso de la economía china socialista centralizada. Los mercados capitalistas podrían existir en el futuro aún si declinase el peso de los modos de apropiación y financiamiento propios del capitalismo. En tal hipótesis el capitalismo puede sobrevivir, pero perdiendo sus competencias para dirigir la integración económica global2.
Si se considera la caída del Imperio romano y del feudalismo, puede esperarse que el declive del peso del capitalismo global ocurra en un tiempo prolongado.
Las instituciones del capitalismo, aunque con menor peso en la economía global que el conocido hasta hoy, continuarían funcionando junto con el nacimiento de otras formas de organización económica.
Sabemos que el capitalismo puede oscilar mucho entre estados de equilibrio y desequilibrio. Esto podría representar el concepto de “bifurcaciones irreversibles” que Wallerstein ha postulado o las fallas de regulación del capitalismo por parte del Estado, fracaso en estrategias corporativas e imprudencia de los inversores en mercados capitalistas caóticos, o débil coordinación institucional entre actores dispersos y con intereses de corto plazo diferentes. Podría también representar una falla en la distribución de la riqueza.
Cualquiera que fuese la dinámica subyacente, la pérdida de un equilibrio estable aumenta el costo que implica mantener el sistema integrado, aumenta las tensiones políticas y produce tensiones sociales. Este tipo de desequilibrios es una forma de interpretar el significado de la crisis: a mayor desequilibrio, más difícil y más costosa es la acción requerida para su restauración3.
Cuando esos desequilibrios no pueden ser contralados y dan lugar a nuevos sistemas, los desarrollos son seculares. El colapso del Imperio romano se extendió por dos siglos y no ocurrió en un período correspondiente a una sola crisis. Si consideramos ahora el colapso del feudalismo, debemos decir que la declinación de las relaciones feudales ocurrió en un período de tres siglos y en una época caracterizada por la creación de los Estados, la existencia de guerras, innovaciones en la agricultura, creciente comercio global, revitalización de lo religioso y reforma religiosa. No fue un simple colapso. La Iglesia católica fue profundamente transformada durante la declinación del feudalismo y nunca más pudo desempeñar el rol que había tenido con anterioridad, pero siguió viviendo. Algunas monarquías desaparecieron, pero no todas4.
El fin de la era capitalista, si finalmente toma lugar, es probable que sea desigual y difícil de discernir en su desarrollo. Habrá ciertamente algunas instituciones que sobrevivirán al fin de la era capitalista, incluyendo muchas empresas que no se verán obligadas a suspender sus actividades comerciales, manufactureras o productivas, aun cuando el capitalismo no sea ya la fuerza propulsora más importante de la vida5.
El capitalismo dominado por las finanzas
Como su nombre lo sugiere, el capitalismo es principalmente una forma de organización de la actividad económica a través de una fluida aplicación del capital, mediante diferentes tipos de inversión, en empresas que persiguen el fin de lucro. El capital es la riqueza invertida o susceptible de ser invertida. Las finanzas son una parte importante de él, necesarias para la liquidez y movilidad del capital, y para la expansión y planificación de los costos en períodos de mediano y largo plazo. Las finanzas, por lo tanto, son necesarias para el dinamismo empresarial, pero una desproporcionada “financialización” puede generar muchas distorsiones, como por ejemplo el aumento de la desigualdad en los ingresos, la canalización de fondos a inversiones no productivas, el estímulo al desarrollo de megaburbujas en los precios de los activos, incluyendo el aumento de los precios de la vivienda mediante créditos hipotecarios, las cuales, como sabemos, precipitaron las crisis de 2008 y 20096. Todo esto ha estimulado fuertemente las actividades especulativas que sobrepasaron con creces la inversión en empresas promotoras de nuevos empleos en beneficio de un desmedido aumento en las transacciones accionarias. Al mismo tiempo, distintas formas de endeudamiento generaron grandes ganancias que sobrepasaron las que podrían haberse generado a través de la inversión en industrias generadoras de empleo. Todo esto favoreció a los comerciantes más que a los productores, y obligó a que todos los negocios tuviesen que pagar más por los servicios financieros. Considérese, por ejemplo, que en 1970 todos los instrumentos financieros representaban solamente un 25% de las inversiones totales, mientras que esta proporción representó en 2008 el 75%. La financialización indujo a ganancias increíbles de los administradores de los instrumentos financieros7.
Las recientes crisis financieras revelan la principal vulnerabilidad interna del capitalismo, porque es un riesgo sistémico inserto en la compleja red de conexiones que caracterizan el sistema financiero moderno. Estas crisis no fueron clásicas, como las representadas por la sobreproducción o subconsumo, sino que fueron exacerbadas por la ausencia de regulación y el abuso en el empleo de las nuevas tecnologías financieras. La financialización de la economía no sólo afectó a los problemas que surgieron en su propio sector, sino que llegaron a ser parte del capitalismo global. Por ejemplo, las automotrices se transformaron