Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá. Darell L. Bock

Tres perspectivas sobre el milenio y el más allá - Darell L. Bock


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to telos, 1 Corintios 15:24; 1 Pedro 4:7), al final de «esta época», la cual vendrá cuando Cristo regrese—es decir, cuando tanto el pueblo de Dios como el cosmos de Dios, entren en la libertad total y perfecta del pecado y de todas las consecuencias del pecado (Romanos 8:18-23), cuando la tierra y cielos actuales cedan paso «a un cielo nuevo y una nueva tierra, en los cuales mora la justicia» (2 Pedro 3:13). El propósito de Dios en la creación será cumplido en la nueva creación, la cual no se entiende como una segunda creación de la nada, sino como una renovación, una recreación de la creación original de Dios. (Compare la renovación del cosmos con la resurrección, la cual cumplirá el propósito redentor de Dios para su pueblo, Romanos 8:23.)

      Después en su ensayo, Gentry hace la afirmación sorprendente que «el sistema redimido del mundo en el futuro» (todavía futuro pero antes de la venida de Cristo y la consumación) operará «sobre el fundamento de la justicia, tal como Dios originalmente lo quiso. . . La justicia prevalecerá y la maldad se reducirá a proporciones mínimas» (letra cursiva añadida). ¡¿Es la intención de Dios para su creación simplemente que «la maldad se reducirá a proporciones mínimas»?! Si es así, «la esperanza posmilenial» contrasta pobremente con la esperanza amilenial.

      Cuando nos preguntamos respecto al propósito de Dios y la tarea de la iglesia para este tiempo presente, nos acordamos de la comisión del Señor (Mateo 28:16-20) y la afirmación del apóstol acerca de la razón de la demora aparente en la venida prometida: «es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pedro 3:9). Berkouwer escribe:

      Si las misiones están verdaderamente conectadas con la expectativa escatológica, es importante notar que la comunidad de creyentes en camino al futuro tiene un lugar central y significativo. La iglesia recibe una tarea en esta oscuridad, una tarea que cumplirá el Señor mismo

      . . . ¿Por qué existe un “todavía no” en lugar de una consumación radical y triunfante? Porque Cristo da a la criatura reconciliada tiempo y espacio para que pueda participar en la cosecha, no solamente como espectador, sino como colaborador.98

      Cuando Gentry escribe que Cristo «Estará con [su pueblo] durante muchos días hasta el fin para supervisar que la tarea se termine exitosamente. Esta es la esperanza posmilenial», él da a entender que solamente el posmilenialista cree que la tarea dada a la iglesia por su Señor resucitado se completará exitosamente. No es así. Los amilenialistas (y premilenialistas) ciertamente creen que esta época no terminará hasta que los propósitos del Señor se cumplan. Pero Gentry ha fracasado en establecer que hacer discípulos, bautizarles y enseñarles requiera que dicho cumplimiento se dé de manera posmilenial. Nuestro Señor ha prometido: «Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin» (Mateo 24:14); pero solamente Dios sabe cuándo el ministerio de la iglesia entre las naciones habrá alcanzado la meta, cuándo Dios habrá de recoger a la iglesia elegida entre cada nación (Apocalipsis 5:9) y su Hijo venga.

      Dios el Padre «nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo» (Efesios 1:3). El Señor Jesucristo «se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo» (Gálatas 1:4), para que en un sentido bendito los poderes de la época venidera hayan irrumpido ya para aquellos que están unidos al Cristo resucitado por la fe. Sin embargo, es verdad que la iglesia continúa viviendo en esta época, la época presente, la época mala, y lo hará hasta que Cristo vuelva otra vez. Y esa verdad nos dice mucho acerca de lo que la iglesia pueda esperar en los años venideros antes de la venida del Salvador. Piense, por ejemplo, en lo que el Señor Jesús mismo nos ha enseñado. Nuestro Señor conoce solamente dos etapas, la presente y la venidera.99 Él relata a sus discípulos que en esta etapa presente, ellos pueden esperar solamente opresión y persecución, y tienen que abandonar todo por causa de Él.

      Jesús en ningún lugar predice un futuro glorioso sobre la tierra, antes del fin del mundo, como dicen los posmilenialistas. Al contrario, las cosas que Él mismo experimentó son las cosas que su iglesia experimentará. Un discípulo no es mayor que su maestro, ni un esclavo mayor que su dueño. Solamente en la etapa venidera los discípulos del Señor recibirán toda bendición juntamente con la vida eterna (Mateo 19:27; cf. 5:3-12; 8:19-20; 10:16-42: 16:24-27; Juan 16:2, 33; 17:14-15; etc.).100

      Y el resto del Nuevo Testamento es uniformemente consistente con esta enseñanza de Jesús. Cuando el apóstol Pablo piensa de esta etapa presente, él piensa en los sufrimientos como su característica sobresaliente (Romanos 8:18;101 ver tambien Juan 16:33; Hechos 14:22; Romanos 8:36; 2 Corintios 1:5-10; Filipenses 1:29; 3:10; 1 Pedro 4:12-19). Gentry apela a Deuteronomio 7:22 y la conquista de Canaán como un modelo de la obra de Dios para conquistar el mundo a través de la iglesia en la etapa presente. Pero cuando el Nuevo Testamento localiza a la iglesia en la historia de la redención, el patrón al cual se refiere es a la experiencia del desierto, no a la de la ocupación de Canaán (Hebreos 3:7-19). La iglesia de Cristo hoy sigue siendo la iglesia en el desierto, y el dominio gradual del mundo no ocurre en el desierto. Canaán y el descanso quedan aún por delante. Como el padre Abraham, los creyentes siguen siendo «extranjeros y peregrinos» (Hebreos 11:13), sin una ciudad perdurable acá, sino que buscan una venidera (Hebreos 13:14).

      Y no solo es verdad que la iglesia todavía vive en esta etapa presente, también es verdad (según el Nuevo Testamento) que la iglesia vive en los «últimos días» de esta etapa presente. Es razonable pensar que según la Biblia, «esta etapa» comenzó justo en el mismo principio de la Historia, y desde el punto de vista del Nuevo Testamento, los «últimos días» comenzaron con la primera venida de Cristo. Por eso, los dos conceptos se unen en parte, porque los últimos días son la parte final de esta etapa presente. Como John Murray ha observado, «Esto explica una característica de ambos. Esta etapa es mala, y la mucha maldad caracteriza los últimos días. En ellos, hay abundantes escarnecedores, y los tiempos son peligrosos».102

      El apóstol Pablo escribió, por inspiración del Espíritu, «también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados» (2 Timoteo 3:12-13). Persecución, apostasía, Anticristo — estos no encuentran lugar en la visión posmilenial, pero son elementos esenciales en el retrato de los últimos días en el Nuevo Testamento. Por medio de su interpretación preterista del discurso sobre el Monte de los Olivos (Mateo 24 y pasajes paralelos), 2 Tesalonicenses 2, y el libro de Apocalipsis, Gentry trata de asegurar a los cristianos que los días peores de persecución, apostasía, y el Anticristo ya pasaron (con la excepción del período breve de rebeldía satánica inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo, periodo el cual Apocalipsis 20:7-9 parece requerir como un bocado molestoso en el esquema posmilenial).

      El preterismo requeriría un capítulo de respuesta en sí mismo, pero menciono estas tres cosas aquí. (1) En Mateo 24, la destrucción del templo parece anticipar el juicio final de Dios en forma tipológica; el rescate final del los elegidos ocurrirá solamente cuando Cristo vuelva al final de la era (Mateo 24:3), mientras la tribulación, guerras, hambrunas, y terremotos son «representados como características del período antes de su venida».103 (2) Nerón no puede ser «el hombre inicuo» a quien el Señor destruirá con el «resplandor de su venida» (2 Tesalonicenses 2:8). (3) Tampoco puede ser Nerón la bestia de Apocalipsis, que será destruido solamente después de su derrota por el jinete del caballo blanco en la batalla final de Armagedón (Apocalipsis 19).104

      La idea del Anticristo en general y la apostasía en especial nos hace recordar que no podemos esperar un progreso sin interrupciones de la evangelización del mundo hasta la parusía [palabra griega que significa «venida»]. Mientras el reino de la verdad se extiende, también aumenta la fuerza de la maldad, especialmente hacia el fin. No se puede esperar que resulte el reino universal de Dios solamente del esfuerzo misionero; eso requiere la imposición escatológica de Dios.105

      El Nuevo Testamento en todo lugar aclara que el enfoque de la esperanza del creyente es la segunda venida de Cristo. Claro que, inmediatamente nos recordamos de muchos textos al respecto:

      «Porque ellos


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