Comunicación en sesión. Eduardo Issaharoff

Comunicación en sesión - Eduardo Issaharoff


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su desesperación. Cuando se escucha, cada palabra tiene una fuerza tal que le desencadena más desesperación y terror.

      P: Y no sé; lo que yo no encuentro es salida, es un ritmo de mi cabeza que no puedo parar, es avasallante; no puedo hacer cosas, tendría que inventar algo para no estar sola. Es que nadie va a entender nada; no puedo andar mostrando mi fracaso todo el tiempo.

      A: A ver, paremos un poquito. Fíjese en esta corta frase suya, las palabras que aparecen: ‘nadie’, ‘nada’, ‘no puedo’, ‘fracaso’, ‘todo’.

      P: Es cierto, pero... Yo también lo entiendo por un lado, pero por otro, la lucha es tan fuerte”.

      Comentarios de la Dra. Hilda O. de Kitainic: Esta sesión es más o menos representativa de una larga época de sesiones donde trabajamos en una línea similar. Tratando de entender, desde un nivel casi manifiesto literal, su estilo lingüístico, que a su vez representaba su modo de procesar sus pensamientos y afectos. Adoptando, finalmente, un estilo de discusión, me vi naturalmente colocada en lo que Liberman llama “estilos complementarios”; la vía histórica-causal apareció más adelante, una vez que ella pudo ir transformando el estilo mencionado.

      [...]

      5] También Samuel Arbiser ha estudiado y ha planteado un material clínico que fue premiado en uno de los concursos anuales del psicoanálisis donde la utilización de los modelos libermanianos aparece explicitada e ilustrada.

      6] Otro material proviene del caso de una paciente tratada hace mucho tiempo, por uno de nosotros [B. Winograd], con algunos momentos de gran impacto dramático, donde el aporte formulativo y la producción interna y discursiva están impregnados de la concepción libermaniana del proceso terapéutico y sus matices. En una sesión, aproximadamente a los cinco años del proceso terapéutico, en donde uno de los temas enfocados fue el duelo por una separación matrimonial muy traumática, la paciente comenta:

      [...]

      Paciente: Fíjese doctor que ayer fui a una reunión campestre con los chicos y tuve que encender una fogata; me dije a mí misma: ‘¿Has tenido que pasar los cincuenta para recién poder hacer tu primer fogata?’

      Analista: Eso mismo se podría formular de otro modo.

      P: ¿Cómo?

      A: Fíjate que a los cincuenta años pudiste hacer tu primer fogata.

      P: Ay, qué distinto suena, doctor.

      Unas sesiones después la paciente relata un episodio…

      P: Sabe que se me descompuso el auto y tuve que llevarlo al taller; estaba muy preocupada y algo desconcertada porque nunca había podido realizar este tipo de actividad, tan propia de mi marido, que me dije ‘¡a tu edad tener que ocuparte de estas tareas!’. Pero inmediatamente surgió: ‘¿Y qué diría Winograd?’ Estás pudiendo ocuparte de aspectos de mecánica automovilística que siempre fue un mundo desconocido”. Me parece que hasta internamente sonaba distinto.

      [...]

      Hemos señalado estas pequeñas expresiones para mostrar la importancia del modo en que el psicoanalista formula sus intervenciones, lo cual supone y promueve revisiones conceptuales en el psicoanálisis, tales como el cuestionamiento a ciertos modelos superyoicos. Esta persona funcionaba básicamente a través de mecanismos de intelectualización y racionalización, por lo que el modo de interpretar fue directo y con una ilustración de acción interna, para intentar eludir el sistema defensivo que suponíamos hubiese ocurrido si la explicación fuera demasiado profusa o exhaustiva.

      Muestra también cómo el diálogo interno reemplaza al intersubjetivo de la acción terapéutica, lo cual constituye uno de los fundamentos básicos de los cambios en los procesos clínicos psicoanalíticos.

      7] Otra viñeta corresponde a un paciente de un complejísimo proceso terapéutico de diez años de duración, que presentaba una problemática de funcionamientos psíquicos desorganizados e indiscriminados muy parciales, que no podían adscribirse a esquemas globales, nosográficos como psicosis u otros. Llevaba un ritmo y una decodificación del proceso analítico permanentemente interferida. A veces derivaba en decodificaciones que nos llamaban la atención por el grado de sincretismo y poca claridad conceptual. En un determinado momento, habiéndole señalado que en el intercambio en la sesión parecía que tragaba más que digería, y que después el resultado era como el producto de una indigestión más que de una asimilación o metabolismo interesante, surgieron metáforas que él mismo pudo desarrollar. En una sesión dijo que cuando él viajaba a Mar del Plata, conduciendo su automóvil, nunca veía los árboles de costado, sino que tenía como el edificio del casino incrustado. En otro momento planteó que él, cuando nadaba, lo hacía más para no ahogarse que por el placer de desarrollar movimientos de flotación dentro del agua. Consideramos que estas metáforas propias marcaban una línea congruente con el haber ejemplificado uno de los aspectos de su intercambio terapéutico como un proceso de digestión alimenticia que a nivel concreto generaba una posibilidad de incorporación y de decodificación, no hallada en los modelos habituales, cuando se formulaban conflictos o represiones, o situaciones históricas traumáticas.

      En una sesión el paciente dice:

      “Estando esperando agarré una revista, y pensando en lo que dijimos que yo no digiero, o que me acelero, o que quiero saber el final antes de un desarrollo, me propuse leer un párrafo tapándome los renglones de arriba y de abajo del que estaba leyendo y así pude terminar el artículo. Eso tenía bastante que ver con lo que usted me decía que cuando yo pienso, más que un viaje interno hay como un montón de ruidos; nunca sabía qué quería decir con eso, recién ahora me estoy dando cuenta de que uno puede pensar de otro modo”.

      De algún modo, estos brevísimos ejemplos expresan, a través de nuestra práctica clínica, la influencia de Liberman. Tenemos clara conciencia de las discusiones, incluso actuales, acerca de la posibilidad de protocolizar las experiencias analíticas, de las dificultades de su registro y de la necesidad de investigar a través del protocolo, grabado o no, de estudios cuantitativos del material, tema que provoca polémicas difíciles de desarrollar en nuestro campo. En nuestra opinión la estrategia libermaniana parte de una conceptualización más cualitativa y plantea la necesidad de hacer correlaciones entre las transformaciones lingüísticas más que con las estadísticas, lo cual implica un aporte nada desdeñable frente a polémicas que muchas veces derivan en situaciones de cierre o en desacuerdos no procesables.

      Capítulo 3

       Implicancias teóricas y metapsicológicas

      Cómo valorizaba y conceptualizaba Liberman el método que inventó Freud es un primer supuesto importante: el valor del proceso terapéutico psicoanalítico, cuya originalidad, según el propio Freud, consistía en permitir que dos sujetos compartieran un ámbito temporal, sumamente extenso, dentro del cual podrían desarrollarse conflictos y distintas vicisitudes que podrían, por la particular naturaleza bipersonal del intercambio, configurar un campo experimental observacional, de relaciones y matices conflictivos en una relación intersubjetiva.

      Esta valorización del método psicoanalítico como uno de los campos originales introducidos por Freud se suma a los aportes más reconocidos de su obra: la teoría del inconsciente, los modelos de desarrollo, la teoría de la psicosexualidad, la teoría del narcisismo, los modelos de identificación y demás aportes sobre la cultura y sus conflictos. Esta jerarquización del método implica un campo experimental que, además de la observación del trabajo de abordaje interpretativo, con sus desarrollos y obstáculos, incluye la dupla relacional paciente-analista.

      Nos parece fundamental introducir en el capítulo teórico este modo de conceptualizar el método. Justamente, a partir del tipo de comprensión que efectuaba el modelo, surgieron muchos de sus desarrollos conceptuales y, fundamentalmente, los énfasis de algunas de las preocupaciones que conectaran las perspectivas metapsicológicas con las clínicas, tema central en toda la obra libermaniana.

      El primer problema se plantea al intentar privilegiar los estudios con énfasis en la observación de los procesos


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