Ginecología General y Salud de la Mujer. Victor Miranda
inicialmente niñas de 9 años con la vacuna tetravalente, en un esquema de dos dosis (0-12 meses) a nivel escolar en niñas de cuarto básico, programa que se inició en septiembre de 2014. En el 2015, se vacunaría la segunda dosis en quinto básico y se ampliaría un programa de repesca vacunando también niñas de sexto y séptimo básico, buscando que al 2016 todas las egresadas de enseñanza básica hubieran recibido las dos dosis propuestas.
Con la implementación de estas nuevas estrategias de tamizaje y las innovaciones en los conocimientos sobre las vacunas se abren a futuro nuevas posibilidades para la utilización eficiente de las mismas.
Existen algunos estudios preliminares que sostienen que a las ya aceptadas indicaciones de vacunación en menores de 14 años y las que se ejecutan para captar a la población femenina de hasta 26 años, se podrían agregar nuevos esquemas que involucraran el uso de la biología molecular (determinando ADN viral) y la vacunación de mujeres de mayor edad. Estos se basan en que aquellas mujeres en tamizaje con test de ADN viral son invitadas a recibir junto a este una primera dosis de la vacuna; si son negativas al virus, se completa el esquema con dos dosis más y se repite el test viral 5-10 años después; y por el contrario, si son positivas son estudiadas y tratadas, y con posterioridad completan el esquema de tres dosis. Estas y otras estrategias aparecerán en el horizonte a medida que los conocimientos avancen y los precios de las vacunas desciendan.
Otra perspectiva futura en la cual ya existen protocolos en fase I y II es sobre la implementación de vacunas terapéuticas para tratar lesiones preinvasoras de cérvix y otros territorios.
Sin embargo, el mayor mensaje que debemos emprender hoy es que los gineco-obstetras y los otros profesionales de la salud eduquemos a los padres y pacientes sobre los beneficios y seguridad de la vacunación contra el virus papiloma humano.
Lecturas recomendadas
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OMAR NAZZAL N., EUGENIO SUÁREZ P. Y RAÚL LARRAGUIBEL P.
INTRODUCCIÓN
El cáncer cervicouterino constituye la tercera neoplasia más frecuente en la mujer, estimándose en 529.000 nuevos casos por año y 270.000 muertes anuales, 90% de ellos en los países con menor desarrollo y menor gasto en salud; de esta manera se genera un claro marcador de inequidad en salud.
Las tasas de incidencia y mortalidad por lo general se relacionan la una con la otra. Menos del 50% de las mujeres diagnosticadas con cáncer invasor en los países en vías de desarrollo sobrevive más de 5 años y muchas de las víctimas son por lo habitual mujeres jóvenes en edad fértil. En contraste con los países desarrollados donde la sobrevida alcanza cifras del 66% a 5 años
En Chile, se diagnostican alrededor de 1.300 nuevos casos de cáncer cervicouterino por año, con 578 muertes por esta causa, y una tasa de mortalidad ajustada de 6,7 por 100.000 mujeres el 2010. De este modo se constituye en la sexta causa de muerte por cáncer en la mujer, en nuestro país, presentando un descenso progresivo en los últimos 20 años gracias al programa de prevención nacional (fuente DEIS/Minsal). En Europa, la incidencia estimada promedio es de 15,7/100.000 mujeres, con una tasa variable de mortalidad según los diferentes países, regis-trándose las menores en los países del norte de Europa e Inglaterra
La historia natural del cáncer cervicouterino se inicia con la infección persistente por un genotipo de alto riesgo del virus papiloma humano (VPH), la cual condiciona una serie de alteraciones celulares, que pueden llevar al desarrollo de una lesión preinvasora. Esta lesión se caracteriza por ser asintomática, presentándose una serie de eventos progresivos y de larga evolución a nivel del epitelio cervical, que conducen a que una atipia celular se transforme en una neoplasia intraepitelial. Estos cambios pueden ser pesquisados por la citología exfoliativa y confirmados de forma histológica por una biopsia guiada mediante la visión colposcópica.
La infección persistente por los genotipos de alto riesgo del virus papiloma humano constituye la condición esencial en la patogénesis del cáncer cervicouterino y sus etapas preinvasoras. Hoy se sabe que existen entre 15 y 18 genotipos virales asociados con el cáncer cervical; entre ellos, los VPH 16, 18, 31 y 45 son responsables de cerca del 80% de los casos.
El genotipo 16 seguido del 18 son los que con más frecuencia se asocian a los cánceres escamosos. En los adenocarcinomas, el genotipo 18 presenta