Historia y nación. Alexander Betancourt Mendieta

Historia y nación - Alexander Betancourt Mendieta


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alcances del revisionismo histórico en Colombia. En una primera instancia, el revisionismo histórico provino de los trabajos de divulgadores, hombres de letras que trataron temas del pasado para el “gran público”. Esta tendencia destacó la participación popular en los más importantes acontecimientos históricos del país. Sin embargo, no avanzaron más allá ni cuestionaron abiertamente las interpretaciones que existían sobre ese pasado. En un segundo momento, sí existió una abierta reinterpretación del pasado nacional basada en un maniqueísmo interpretativo, que al final mantuvo los rasgos esenciales de la metodología y las imágenes de la nación elaboradas por la historia tradicional.

      Los dos últimos capítulos presentan el desenvolvimiento de la historia profesional. Distingue dos etapas en esta breve existencia. La primera asociada al desenvolvimiento bajo los supuestos de la teoría de la dependencia, el desarrollo y el marxismo que impulsaron la profesionalización de la historia y le abrieron un espacio importante en el espectro cultural colombiano a los estudios sobre el pasado. Sin embargo, su ligazón con la política, primero, y la vinculación con el éxito editorial, después, llevaron a que muchas de las propuestas y los trabajos iniciales se quedaran truncos. Una segunda etapa proviene de las crisis epistemológicas y políticas que afectaron los postulados anteriores. Es decir, el derrumbe del mundo soviético que sirvió de referente a muchos de los postulados de la etapa anterior de la historia profesional y el cambio en las perspectivas del mundo político colombiano con la eclosión del narcotráfico y la elaboración de una nueva Constitución en 1991. Estos acontecimientos, que revelaron caras inéditas de la realidad colombiana, acompañaron el ámbito de la escritura de la historia con la apertura de nuevos campos temáticos y el empleo de nuevas herramientas metodológicas, que plantearon la necesidad de emprender novedosos esfuerzos historiográficos.

      Notas

      1 Sobre las dificultades para abordar el tema de la profesionalización y la corroboración de este fenómeno como un dato reciente en el ámbito mundial, son interesantes las observaciones que se encuentran en Rolf Torstendahl, “An assessment of 20th-century historiography: Professionalisation, methodologies, writings”, en Proceedings, Reports, Abstracts and Round Table Introductions. 19th International Congress of Historical Sciences 6-13 august 2000, Oslo, University of Oslo, 2000, pp. 101-122.

       Capítulo I

       Instaurar una tradición: las porfías de la historia nacional

      En el siglo XIX aparecieron las primeras obras que utilizaron la noción de pasado para consagrar los orígenes de la República. Las condiciones posteriores a la Independencia permitieron que los hombres de letras que elaboraron ejercicios de escritura sobre el pasado les dieran un carácter fundacional a los acontecimientos y los asuntos que les interesaron: las acciones de los héroes epónimos de la Independencia, complementadas después con estudios sobre el Descubrimiento y las conquistas de los territorios que conforman el actual Estado colombiano.

      La escritura de la historia se hacía de la mano de la política y participó en la creación de la institucionalidad estatal todavía incipiente, especialmente con el énfasis que hizo en el tema de la unidad nacional, aunque dicha misión tuvo un obstáculo difícil de allanar. La relación entre historia y política en la escritura de la historia permaneció como una característica todavía en el siglo XX; por eso, dicha escritura participó de la competencia entre los diferentes proyectos políticos a los que aportó una mirada desde la ética y la moral de los hechos narrados, lo que al mismo tiempo significaba interpretar y fundamentar los valores cercanos a determinadas tendencias políticas.

      Las preocupaciones de las militancias partidistas dividieron la escritura de la historia en el XIX y XX. El ejercicio del poder de un grupo promovió en la escritura de la historia el valor y la función que se le dio al pasado. De allí, la importancia de las interpretaciones que ofrecieron los escritos sobre el pasado y el enorme peso político y cultural que adquirieron los “tiempos anteriores” en los que centraron su atención, tan reveladores como todos los aspectos y periodos que silenciaron.

      A fines del siglo XIX triunfó en el ámbito político el proyecto defendido por la Regeneración. Con él se impusieron las “auténticas” bases de la nación colombiana, las cuales estaban forjadas sobre la continuidad de la herencia cultural española sintetizada en la lengua y la religión. Pese a que la escritura de la historia en el siglo XIX fue una actividad esporádica y militante, todos esos esfuerzos hicieron parte e instauraron las generalidades acerca del “entramado” de la nación colombiana y los complejos procesos que constituirían después una disciplina del conocimiento en la tradición cultural colombiana. Las obras decimonónicas con temas históricos que se consagraron en el periodo de la Regeneración fijaron las referencias narrativas de los relatos históricos nacionales posteriores y establecieron un canon sobre el pasado colonial y republicano, que sufrió pocas modificaciones en el transcurso del siglo XX.

       Los orígenes de la República de Colombia: la obra de José Manuel Restrepo

      En la unión temporal de las entidades administrativas y políticas que después de 1830 se convertirían en Ecuador, la Nueva Granada y Venezuela ninguno de estos entes fue predominante. La República de Colombia (1821-1830) fue incapaz de controlar y satisfacer los intereses específicos de cada una de estas sociedades y sus territorios. Tampoco fue competente para crear una memoria común, pese a los intentos del neogranadino José Manuel Restrepo.

      La Historia de la revolución de Colombia (1827) constituyó el primer esfuerzo sistemático por darles forma a los sucesos de la Independencia, de los cuales el autor fue testigo presencial. Restrepo tuvo conocimiento directo de muchos de los hechos que narró debido al ejercicio de varios cargos como alto funcionario del naciente Estado. Esta participación y la decisión de elaborar un relato sobre la Independencia tuvieron implicaciones enormes para el destino que se le reservó a este fruto inicial de aproximación a los “orígenes” de la República.

      El repertorio interpretativo y la construcción formal de la obra de José Manuel Restrepo compartieron el clima de las ideas ilustradas que circularon por América Latina a fines del siglo XVIII. Formado en el Colegio de San Bartolomé, donde obtuvo en 1808 el título de abogado de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada, sus inquietudes intelectuales lo llevaron a establecer una estrecha amistad con Francisco José de Caldas, director del Real Observatorio Astronómico de Santa Fe de Bogotá, miembro de la Expedición Botánica (1783-1807) y prócer del movimiento de la Independencia. Los principios ilustrados que compartió con su maestro se manifiestan con claridad en un fruto temprano de la pluma de Restrepo: Ensayo sobre la geografía, producciones, industria y población de la Provincia de Antioquia (1808). Sus tendencias de criollo ilustrado se mantuvieron intactas hasta el final de sus días como lo demuestra la publicación del opúsculo sobre el Cultivo del café (1858).

      La moldura ilustrada del autor neogranadino tiene expresión en un punto de partida muy claro de su obra: “la esclavitud degradante” de los pueblos americanos durante los trescientos años de dominio español. La reacción hacia la Colonia y la defensa de la República esgrimida por el escritor neogranadino fue una actitud compartida por una manifiesta mayoría de los criollos ilustrados del subcontinente que impulsaron la ruptura independentista. Restrepo hizo una somera enunciación comparativa entre el mundo colonial con la dirección y los beneficios que suponían los esfuerzos republicanos. Por eso, la intención última que impregna a la Historia de Restrepo fue la defensa de las instituciones recién forjadas por la Independencia y, en particular, la justificación de la Gran Colombia. De allí que la Historia se haya escrito para que “la posteridad pueda juzgar imparcialmente sobre los inmensos beneficios que la revolución debe traer a los pueblos de Colombia, y para que vea los progresos del espíritu humano en estos países, [por lo que] es necesario fijar el punto de


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