Historia y nación. Alexander Betancourt Mendieta

Historia y nación - Alexander Betancourt Mendieta


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y cuando se refirió a ella, la evocó en términos de inmovilidad y oscurantismo.2

      El relato que transcurre en toda la obra de José Manuel Restrepo solo se desenvuelve en el periodo de la Independencia, con lo cual hay una definición del inicio de la memoria histórica republicana. Al establecer el “origen” de la República en la Independencia, este nudo temporal se torna en un punto axial desde donde se seleccionan e interpretan los demás segmentos del pasado nacional.

      En la República neogranadina del siglo XIX la determinación de los orígenes de la comunidad nacional se constituyó en una de las tareas más importantes en el ámbito cultural y político. Esta labor debió partir de la comprobación de los principios sobre los cuales descansaba la nación. Fijar el comienzo de la “nación colombiana” implicaba plantear la explicación de la naturaleza misma de esa sociedad.

      En el ámbito de la escritura de la historia, la delimitación del comienzo supone una tarea fundamental: el ordenamiento de los acontecimientos del pasado de acuerdo con ciertos principios que profesa el relator del pasado. Precisar ese punto inicial en el siglo XIX estuvo ligado a las concepciones e interpretaciones de la sociedad de las que participaron los ejercicios de escritura de la historia como productos intelectuales de miembros de una capa de la sociedad. En el caso de la Nueva Granada, los escritos que fijan el origen de la República corresponden a la capa social que elaboró los proyectos políticos para la nueva república, pero que también tuvo la posibilidad de construir relatos sobre la coyuntura de la Independencia y sobre el pasado en general. La escritura de la historia decimonónica plantea la necesidad de definir el “principio” como un acto de legitimación y de jerarquización de la memoria histórica. Al mismo tiempo, instaura la existencia de una cierta comunidad nacional con semblantes característicos consolidados o en avanzado proceso de formación.

      José Manuel Restrepo consagró entonces una fe inmutable en los orígenes de la República —en el sentido de que al reconocer el origen se ha dicho todo—3 y desarrolló la animadversión a lo que él llamaba las “anomalías” que registró con desagrado, como las aspiraciones de carácter federalista o la oposición y los obstáculos que representaron las regiones al sur de la Nueva Granada para los proyectos independentistas.4

      El establecimiento de los “orígenes” determinó ciertas interpretaciones de Restrepo con relación al desenvolvimiento de los acontecimientos posteriores a la disolución de la Gran Colombia. La política adquiere una importancia radical por la mediación de los militantes en la escogencia de los objetos de estudio por parte de los hombres de letras que estudiaron el pasado, más aún si se tiene en cuenta que la formalización de los dos partidos políticos predominantes en el espectro político colombiano se dio a mediados del siglo XIX. Esta situación se consolidó en torno a las discusiones sobre temas como los modelos administrativos y económicos que debía aplicar la República naciente, la caracterización de las fuerzas sociales y sus relaciones con las militancias partidistas, el lugar de la Iglesia en el ámbito nacional y su vinculación con los estamentos de gobierno. Estas cuestiones, unidas a la del régimen político, el centralismo o el federalismo, acapararon la atención y contextualizaron la aplicación de las primeras aproximaciones republicanas hacia el pasado, para convertirlo en un pasado nacional.

      La aparición de la Historia de Restrepo coincidió con el principio del fin de la labor bolivariana, así como con el cuestionamiento profundo a la consolidación de un Estado central grancolombiano; por eso, Restrepo tuvo que realizar una segunda edición de la obra casi treinta años después de su aparición.5 El desarrollo de los acontecimientos en torno a la disolución de la Gran Colombia llevó a que la obra de José Manuel Restrepo resultara como un infructuoso intento por anudar el supuesto “destino común” de las sociedades que conformaban la Gran Colombia. La segunda edición se publicó en una época propicia para los relatos sobre el pasado y en la que varios hombres de letras con la publicación de trabajos dedicados al pasado participaron de las querellas políticas en el contexto que se impulsa en la mitad del siglo XIX.

      El escritor neogranadino argumentó en la segunda edición de su Historia a favor de la conformación de un Estado centralista. Este hito temático no era nuevo en los escritos del autor neogranadino, que opinaba a favor de una monarquía constitucional encarnada en Simón Bolívar en los días finales de la Gran Colombia y que tuvo a bien militar en el recién fundado Partido Conservador (1848). Por eso, no es extraño que en la Historia los esfuerzos centralistas tengan por centro básico la tarea de Simón Bolívar, a quien fue dedicada la obra y a quien Restrepo llegó a proponer como el “dador de una base fija y eterna a la República”. Restrepo acusó con reiteración a las ideas federalistas como causantes de los males más serios de la República. La Historia entró de lleno y con una postura definida en la polémica acerca de la configuración administrativa y política de la República recién forjada por las guerras contra España. En el marco de la segunda edición de su Historia afirmaba:

      Tan grande apatía y egoísmo provincial eran necesaria consecuencia del sistema de gobierno federativo que por desgracia había escogido la Nueva Granada. Multitud de males habría evitado, si desde el principio de la revolución se hubiese conservado la unidad a que estaban acostumbrados sus pueblos. La experiencia empero demasiado costosa no había enseñado aún que nuestras provincias no tenían ni la capacidad ni los elementos indispensables para adoptar el sistema federativo, conforme se hallaba establecido en los Estados Unidos de América del Norte. El que se hubiera empeñado entonces en persuadir esta verdad hoy evidente, aunque algunos ilusos todavía piensen lo contrario, hubiera pasado por un hombre que nada entendía del derecho político de las naciones.6

      Restrepo reclamó con asiduidad en su obra que el gobierno federalista fue la causa “más poderosa” para la reconquista española de 1816 y la disolución de la Gran Colombia:

      Hecha una vez la separación de Venezuela, de la Nueva Granada y del Ecuador, les parecía más conveniente su independencia absoluta en todos los ramos de gobierno, que no el contraer vínculos laxos de federación. En su concepto [de los ciudadanos influyentes en la Nueva Granada] solo servirían estos para impedir que se hiciera oportunamente el bien, de motivos para disputas y acaso para guerras. Por otra parte, aun cuando se constituyera un gobierno general ¿qué podría disponer para hacerse obedecer por los Estados relativamente fuertes que se confederaban? Nada; hubiera sido preciso dividirlos, lo que ninguno de ellos quería, y con razón, para no exponer su unidad y existencia a los azares de la federación. Esta en la América antes española ha sido por donde quiera, y nos parece que será perpetuamente el origen fecundo de anarquía, de guerras civiles y de todo linaje de desórdenes.7

      El sistema federalista, según esta lapidaria conclusión, era la fuente de la debilidad del gobierno central que:

      […] jamás tuvo ni ejerció las atribuciones que le correspondían. Muchas veces no eran obedecidas sus órdenes; otras, se cumplían mal; de modo que el mejor proyecto quedaba frustrado por la ninguna cooperación de los Gobiernos provinciales, que obraban con absoluta independencia, sobre todo en materias de Hacienda.8

      La recurrencia polémica de José Manuel Restrepo sobre el federalismo es el eje de sus inclinaciones políticas. Restrepo en algún momento observó la posibilidad de mantener la monarquía como proyecto político, tal y como lo sostuvieron neogranadinos contemporáneos como el olvidado Juan García del Río. Pero es notable cómo Restrepo milita en el Partido Conservador no por la reivindicación de la Colonia, como sucedería poco después con algunas obras que interpelaron a ese periodo como origen de la República, sino por las demandas a favor del proyecto bolivariano. Este hecho ejemplifica las particularidades en los inicios de la militancia partidista, pero también la complejidad en el origen de esas militancias. Cuando se compara la obra de un conservador como Restrepo con la de otro miembro del partido como José Manuel Groot se puede colegir que hay un notable contraste interpretativo hacia el mundo colonial. Visiones que son opuestas sobre un mismo objeto de estudio y que los separan en cuanto a la determinación de los orígenes del nuevo Estado.

      Las interpretaciones de José Manuel Restrepo con respecto a su contemporaneidad fueron evidentes. El relato de Restrepo


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