The Empire. Nathan Burckhard
de esos momentos Topolino. Iré directo al grano —hizo una pausa intentando tener el control sobre sus emociones que parecían un cubo de gelatina sacada del refrigerador —Gennaro tiene pruebas contra mí… Unas pruebas que destruirán mi imperio, mi apellido y todo lo que pise desde ahora.
—¿Qué pruebas? —el tono de voz de Creed le advirtió que su estado de ánimo había cambiado de repente, ya que lograba sentir como apretaba el auricular con una fuerza más que hercúlea haciendo crujir el plástico.
—Sobre nosotros, la mafia, sobre Nicolay…
Ante aquellas palabras tuvo que alejar el auricular de su oído ante las palabras crudas, Creed respondió con una serie de coloridos improperios bastante subidos de tono que incluso le hicieron arder las orejas a Salvatore, él podía permitir muchas cosas, pero jamás que volvieran a enlodar el nombre de su padrino —¡Maldito desgraciado imbécil! Has escuchado siquiera alguna de las palabras que han salido de mi boca —inquirió Creed Rise sintiendo el golpe de sus puños contra la madera de algún objeto, imaginándose su escritorio, su cama o su mesa, rompiendo la burbuja de fantasía que Salvatore había creado en esos instantes para escapar de esa situación tan desastrosa.
—Sí, te oí la primera vez —se llevó las yemas de los dedos a las sienes y movió la cabeza.
—Claro que no lo hiciste, sino no estarías en estos líos. Te lo advertí hace un año y no escuchaste, ahora deberás hacer lo que yo te diga si quieres salvar tu maldito, inepto y estúpido trasero italiano…. ¿Tienes alguna idea de cómo Gennaro se enteró?
—Sabes que haré todo para poder salvar el imperio.
—Esa no responde mi última pregunta ¿Cómo se enteró?
—Ella… Gennaro me dijo —intentó continuar, pero a Paula le había comentado sobre su pasado, habían pasado noches abrazados, desnudos y hablando de aquel pasado que solo era un triste comedia —Ella me ha traicionado.
—Claro que fue ella, que puedes esperar de una mujer que engaña a su marido. Debes terminar tu romance… Debes hacerlo —repitió Creed molesto.
A Salvatore no le hizo mucha gracia esa orden, se levantó de su asiento en un movimiento explosivo que ante ese ataque de furia, su sillón cayó hacia atrás, mostrando una faceta tétrica y lúgubre, la aparición de Paula había trastornada a Salvatore hasta el punto de no permitir que nadie hablara ni la tocara, incluso deseaba matar a Gennaro, pero necesitaba dar un giro a su vida —Haré todo lo que me digas —espetó dolido y exaltado.
—Por Dios desde que volviste a verla te has vuelto insoportable, estúpido e inoportuno, acaso no entiendes lo difícil que es esta situación, tu nombre ligado a la mafia será tu destrucción, todos tuvimos que huir con su muerte ya que el maldito de Fletcher quiso tenerme en sus estúpidas manos.
—¡Cállate!… Se en que me metí —inquirió furioso —Se que todos los nombre ligados a los Kapot no han tenido bonitos finales.
—Lo digo porque estas cavando tu propia tumba.
—Fue una muy mala idea llamarte.
—Pues lo hiciste, ahora cierra la maldita boca y escucha, es arriesgado matar a Gennaro ya que de seguro tendrá discos de seguridad en todas partes —su enojo fue tan visceral, que su garganta se apretaba con tan solo escuchar las absurdas excusas de su amigo —Salvatore, estas con la soga en el cuello y todo por esa mujer, es tu perdición, acaso no te das cuenta de ello… Te ha vuelto loco, has desafiado toda integridad moral y sobre todo la bebida te está matando, has bebido más alcohol que yo en mis años de juventud… Paula te está destruyendo.
—¿Qué quieres que haga?
—Acabas de meternos en problemas grandísimo idiota, tu nombre ligado a la mafia, ligado al mío solo te traerá la destrucción de todo…. Y deja de tocar ese anillo no te traerá la solución mágica que deseas…Tendrás que salir de Roma de inmediato por tu seguridad.
—No puedo… No puedo —repitió, intentando convencer a Creed de ello, pero en realidad trataba de convencerse a sí mimo de poder salir de esa relación toxica.
—Pues hazlo, perderás todo, perderé incluso yo todo, Sal eres mi amigo, Gennaro está más que dispuesto a entregarle todas las pruebas a la prensa, acaso eso no te ha puesto a pensar en las consecuencias de tus actos, has vivido un año teniendo un romance con su mujer, creo que deberías intentar terminar ya con ello, pero te niegas a dejarla. Ella se niega incluso a dejarte, pero ha traicionado tu confianza y sé que tú te has ido de boca en contarle detalles de nuestra vida.
—Estas presionándome…
—Tengo que hacerlo, por tu bien… Puedes sentar cabeza, casarte, tener tu familia, pero no con ella, solo te traerá la perdición y la destrucción… Por una vez en tu vida ten la sensatez de escucharme, lo hiciste diecisiete años atrás, puedes volver a hacerlo.
—No será mejor dicho por tu bien y tu beneficio.
—Si lo fuese créeme que no estaría aquí en medio de la madrugada abriéndote los ojos, Paula solo está utilizándote, está intentando que quites a Gennaro de su vida, esa mujer no es la misma que conociste años atrás… Te traicionó hace diecisiete años, cómo no volver a hacerlo —dijo apoyándose en el escritorio, sin dejar de mirar al vacío, imaginando al desastre en el que se había convertido su socio.
Salvatore estaba teniendo ya una jaqueca, cerró los ojos e intentó hacer caso a las palabras de su amigo, pero la única manera de poder salir de ese desastre era obtener las pruebas, era tener algo que Gennaro deseara y amara incluso más que su joven y seductora esposa.
Tragó saliva, necesitaba tiempo, necesitaba mucho tiempo para poder hallar lo que necesitaba y así intercambiar las pruebas por su propia libertad y conciencia. Aunque sabía que Cesare Gennaro no descansaría hasta tenerlo bajo sus pies.
Tiempo…. Él carecía de tiempo, Gennaro estaba muy cerca de saber la verdad detrás de sus orígenes.
Se rehusaba a tirar por la borda años de arduo trabajo, sin descanso, aprendiendo, planeando, explorando, y dando pasos firmes y tentativos para obtener por fin un imperio. Pero como poder ahora enfrentarse a la catástrofe que Gennaro ponía sobre sus hombros, tenía que hacer algo antes que todo acabara y que su imperio cayera.
—¿Cuánto tiempo te dio?
—Le pedí treinta días para los trámites pertinentes.
—Entonces en menos de dos días tendremos algo suyo, esta vez podemos jugar a sus mismas cartas —soltó un suspiro llenó de rabia y preocupación —Te llamaré en la mañana, en cuanto estés más cuerdo y sano, por favor deja la copa de whisky que de seguro estas tomando, en esa ocasión te necesito en tus cinco sentidos, nos veremos en Londres, debes salir de Roma lo más antes posible.
—¿Por si tengo que escapar? —dijo apretando los dientes.
—Por si tienes que desaparecer —aceptó que el lio en que Salvatore estaba metido era grave y sobre todo cuando las pruebas estaba en manos de un hombre que había sido burlado y traicionado.
—Nos vemos en Londres, entonces —cortando la llamada. Salvatore no tenía cabeza para pensar en algo —Necesito una copa —pidió. El tomar una copa tras otra le ayudaba a no volver al pasado, a calmar el dolor, a borrar las huellas de la humillación, de la miseria, de la soledad. —Todos venimos de abajo —se repitió una vez más.
CAPÍTULO 8
VOLTAJE
Podía ser fuerte, decidida, sobreprotectora, incluso testaruda y altanera, pero ese día su mente estaba en un letargo, en una nubilosa que no la dejaba pensar con claridad, no le permitía procesar las palabras, tan solo volvió la mirada hacia la ventana, dejando que la luz del sol iluminara sus ojos pardos dándole un color verdoso, apretó los dientes hasta sentir dolor, mordió el interior de su mejilla con sus muelas, rozándolas hasta sentir el corte fresco y el sabor metálico