The Empire. Nathan Burckhard

The Empire - Nathan Burckhard


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de su casa temprano para luego regresar a sus mundos después de largas jornadas, pero eso jamás era para Carter.

      Llevó sus manos hacia su cabello deshaciendo más su moño, ese día era un inicio agotador, lleno de noticias desesperantes y la noche solo sería la única hora de darle un final, la hora del día en la que quizás en un solo momento podría respirar, incluso llorar sin que su madre lograra ver que estaba destrozada por dentro.

      En qué momento Dios se había olvidado de ellas, en que momento su vida comenzó a tomar un rumbo directo al desastre ¿En qué momento? —se preguntó ansiosa y al borde de un colapso, jamás pensó que su vida se complicaría hasta este extremo.

      Los recuerdos de momentos felices se comenzaron a desvanecer de su vida, de su mente y solo lograba imaginar un final tétrico y nostálgico, ella sola y sin nadie a su lado. Carter siempre fue dependiente de la compañía de su madre, jamás pensó llegar a ese momento en que su vida llegaría a un final, jamás estuvo preparada para ello, nunca pensó que el final estaba más próximo, nunca se cruzó por su cabeza la idea, pero el tener que ver un futuro, lo imaginaba al fondo de algún puente, las desgracias continuaban pero —¿Por qué? —se preguntó a sí misma intentando no echarse a llorar delante del doctor, no maldecir al cielo y a Dios por las injusticias de su vida, de no poder romper todo a su alrededor en un pequeño pero trágico berrinche infernal.

      Pero quien no sentiría lo mismo con tal noticia, la vida jamás sería justa con ellas, la vida era dura y se tenía que vivir con ello.

      Con la mirada perdida ante aquella noticia, la palabra se repetía una y otra vez en su mente como un eco aturdidor que no dejaba de burlarse.

      Cáncer

      Que palabra tan desgarradora, palabra que por un momento careció de sentido para la joven de cabellos castaños hechos un moño deshecho, incluso pudo sentir la bofetada que la vida le daba en esos momentos, pero sí que podía sentir el gran golpe en el estómago ante la noticia, su madre tenía cáncer y esa era la noticia más desgarradora que pudo haber recibido en veintisiete años de tenerla a su lado.

       Entonces pudo revivir una pesadilla nocturna de tiempo atrás , sola frente al ataúd de su ma dre , sola, siempre sola mientras las hojas secas del otoño se arrastraban frente a ella mostrándole lo desolada que sería su vida .

      El accidente de hace un año atrás no se la había arrebatado, lucharon para vivir, incluso su madre se endeudo para los tratamientos y las cirugías, pero esa noticia era incluso peor y el quedarse en shock por breves momentos no la ayudaba a zafarse de esa más que cruda realidad.

      Quedarse desconcertada ante la noticia era poco con lo que sentía por dentro, intentó hablar, pero su voz parecía un tono más bajo e incómodo como si estuviera pidiendo disculpas de antemano por su ignorancia ante el tema, ella jamás estuvo preparada para esa noticia y menos saber que su pobre madre, llena de vida y alegría sufriría por un proceso doloroso y agotador de terapias largas y costosas, tan elevadas que incluso no podían permitírselas, pero por su bien Carter estaba más que dispuesta a realizar cualquier sacrificio, incluso localizar al hombre que contribuyo con su creación.

      Estar sentada en esa silla junto a su madre mientras que las palabras del doctor no tenían sentido, tragó con fuerza el gran nudo que obstruía su garganta, todo había cambiado de una manera tan drástica que ni ella misma pudo darse un tiempo relativamente corto para poder respirar ante esa situación, su rostro había palidecido y sus ojos pardos habían dejado de brillar, incluso podía notarse las lágrimas más que dispuestas a surcar sus mejillas.

      Qué más podría depararle el destino, qué más podría arrebatarle, si lo único que tenía era a su madre, se sintió impotente al no poder darle todo lo que ella deseaba, estaba frustrada consigo mismo por no lograr cada objetivo trazado en cuestión a su madre, a sus propias metas, cuantas veces deseo poder darle una casa, un lugar sin preocupaciones ni trabajos largos de horas sin fin para poder pagar el alquiler, el tener que vender siempre una que otra cosa para poder salir de algún problema, tener que prestarse con altas tasas de interés, siempre estar preocupándose por pasajes y comida, por pagos y siempre temiendo y no poder enfrentar el futuro, futuro que le había alcanzado en ese momento, no tenían seguro social, y si su madre moría, no tenía ni idea de cómo pagaría el entierro.

      Cáncer —¿Qué demonios era el cáncer? —se preguntó a sí misma y tuvo la tentativa de sacar su móvil y hacer una búsqueda del proceso final, de los pro y contras de esa enfermedad, pero no era tan estúpida para no saber que la vida de su madre dependía de un hilo.

      Tomando su tiempo para poder soltar el aire, su madre tomó la iniciativa, sosteniendo su mano derecha con fuerza para luego depositar un beso sobre los nudillos de la joven Carter, fuerza, esa fuerza que necesitaba darle a ella y no al revés, pero no, era débil, Carter era débil y siempre se venía abajo en situaciones como esas, pero como competir con aquellas duras palabras que ese sujeto con licencia médica le daba en ese día. Cerró los ojos y respiró profundo, su expresión era fácil de leer, había motas de culpa, de miedo, de dolor —¿Cómo es que no se dio cuenta que su madre estaba tan enferma? —se reprendió mentalmente, incluso deseando golpearse por su estupidez, jamás estaba para ella, jamás luchaba por ella, en ese instante su madre supo lo que esa cabecita suya maquinaba, se volvió a verla sin borrar esa sonrisa de su rostro, aquel rostro avejentado por la vida, por el dolor y el sufrimiento, sus cabellos castaños con las marcas blancas de los años, sus ojos verdes aun con ese brillo particular que incluso Carter a su edad no tenía y no entendía cómo es que su madre a los cuarenta y nueve años mantenía esa fuerza y vitalidad, ella siempre fue así, Bianca fue una madre que intentaba dejar atrás las preocupaciones para la tranquilidad de su única hija, mantener el control de sus emociones y dar una sonrisa ante los inconvenientes y la cruda vida y ese día era un magnífico ejemplo de cada enseñanza de vida que su madre le dio durante toda su vida.

      —Cariño, no debes preocuparte —mencionó Bianca sin borrar la sonrisa de su rostro, por más que le explicaban que la situación era critica, la sonrisa jamás se borró de sus labios y eso no era bueno para la salud mental de Carter en esos momentos, no entendía como su madre podía sobrellevarlo tan bien.

      Carter parpadeó resuelta a ahuyentar sus lágrimas, pero le fue imposible, el mundo estaba cayendo para ella, y ese momento estaba asustada, asustada de perder al único pariente en su vida, no había conocido a su padre, no tenía tíos, hermanos, incluso familiares lejanos, estaba sola —Lo sé, mamá. Lo sé —afirmó en tono dolido, sus nervios traicionándola lentamente.

      —Estoy empezando a lamentar haberte traído, Carter —esas palabras le arrebataron el alma a la jovencilla —No te pongas así saldemos de ésta, lo prometo.

      —Mamá, por favor —pidió frotándose la frente con los dedos, sintiendo el incipiente dolor ante el estrés de ese momento, levantó el rostro y enfrentó al doctor, pero como hacerlo cuando lo único que podía decir para ese momento era que las cosas estaban yendo en picada —Se puede… —intentó buscar la palabra adecuada —Se puede hacer aún algo —se asombró de escuchar su propia voz teñida de ese temblor incomparable ante el miedo.

      El doctor intentó ser breve, sus cabellos blancos decían mucho sobre cuanta gente había visto pasar por lo mismo, sus pronunciadas arrugas y sus ojos cansados habían visto situaciones como esa, pero jamás el dolor de esa mirada compungida por el miedo a la soledad —Carter… —apretó la mandíbula —En ocasiones como esta, siempre la quimioterapia es la mejor opción, pero… —iba a continuar,


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