Operación Ave. Antonella Gattini
eres muy joven para tener novio? —La extrañeza de mi padre es evidente—. Bueno, vayan a lavarse las manos, la comida está lista.
—Lamento desilusionarlos, ¡pero no tengo novio! —Aplico el volumen suficiente a mi voz para dejarlo bien claro.
Corro hacia mi habitación, no puedo aguantar la curiosidad. Despliego el papel con rapidez, aunque cuidando no rasgarlo:
Mañana a las seis de la tarde en la Fiesta del Sol, reunámonos detrás de la boletería para ingresar al carrusel de fuego.
Kay
Durante la comida, mi familia conversa de forma animada sobre lo que más les gusta de la Fiesta del Sol y las sorpresas que podría traer la OGO este año. Sin embargo, soy incapaz de dejar de pensar en Kay, el vencejo y mi madre.
—¡La montaña rusa flotante es de lejos lo mejor! —Neit se remueve con entusiasmo.
—Para mí seguirá siendo el acuario digital en cuatro dimensiones, nunca dejan de impresionarme cómo eran esas criaturas… —agrega la abuela Iade.
—¿Por qué tan callada, Zabina? ¿Estás pensando en tu nuevo novio? ¡Ja, ja! —El abuelo Laus me mira, divertido.
—No, solo estaba pensando en lo que más me gusta de la fiesta de mañana.
—Bueno, ¿y cuál es tu atracción favorita? —pregunta mi padre.
—Fácil, la casa de los pájaros.
Recuerdo que mi madre y yo esperábamos todo el año para entrar a la plataforma gigante en cuatro dimensiones, donde miles de aves ficticias surcaban el aire; si tienes suerte, hasta se posan sobre tu hombro. Es un espectáculo increíble, aunque desde que mi madre se fue, no lo he visitado.
Luego de cenar regreso a mi pieza. Estoy impaciente, aún tengo muchas dudas que resolver y me siento abrumada. Leo sin cesar la carta de mi madre en busca de alguna pista, una sutil evidencia de que hay algo que conecta los sucesos recientes. A pesar de esto, no tengo éxito; al menos por ahora, seguirá siendo un misterio. Mi cabeza recorre una vez más los acontecimientos. Tomo nota en mi cuaderno y estudio cada detalle del vencejo, solo para que surjan más interrogantes que respuestas.
Son las diez de la noche, mi habitación es invadida por la oscuridad. Tal vez sea hora de dejar que mi cerebro descanse. Quizá mañana Kay me entregue alguna información que permita entender qué sucede, o que demuestre que es solo un malentendido.
***
Me despierto con un rayo de sol cayendo sobre mi rostro, resulta reconfortante. Recuerdo que anoche, de nuevo me visitaron en sueños mi madre y el vencejo.
Sin perder tiempo, me dirijo a la cocina para comer mi porción correspondiente al desayuno, pulpa de avena. Como es de esperar, Neit está sentado y devora su plato.
—¡Buenos días, enamorada! —Una bola de pulpa baila en su boca.
—No es mi novio, Neit, solo necesitaba ayuda con una tarea de astrofísica.
—¿Por qué es tan serio tu amigo?
—No sé por qué piensas que somos amigos, él y yo …
El sonido del himno de la OGO interrumpe mi frase. En el pequeño proyector ubicado en la mesa del living, aparece el holograma de Volk, el director de la organización. Luce muy real, como si estuviera de pie encima de la mesa de centro en carne y hueso. Detrás de él hay varios niños sin expresión facial, visten túnicas largas de color rojo y cantan, mientras en la mano sujetan la bandera con el logo de la OGO.
—¡Guau! ¡Mejoraron bastante la calidad del holograma este año!
Concuerdo con el asombro de Neit, han mejorado tanto la calidad que se puede apreciar el brillo de las rojas mejillas de Volk y su gran nariz parece a punto de tocarnos. Su aumento de peso resulta evidente, la chaqueta le queda tan apretada que el botón amenaza con salir proyectado en cualquier momento, con tal velocidad, que podría dañar a alguien cerca de él. Me río de solo pensarlo.
El abuelo Laus entra a la cocina con su móvil en la mano, donde se proyecta el mismo holograma en menor tamaño.
—Va a comenzar el entretenido discurso inicial —su tono es sarcástico—, espero no quedarme dormido como el año pasado.
—¿Me lo perdí? —La abuela Iade entra apurada al living, al parecer es la única en casa que disfruta el discurso inicial.
Mi padre aparece detrás de la abuela. Desde que mamá se fue, aguarda expectante este momento, deseando que las palabras de Volk incluyan alguna noticia sobre los elegidos.
Los niños del holograma culminan el himno. Volk se aclara la garganta antes de comenzar a hablar con su voz aguda:
—Mis queridas comunidades, les damos la bienvenida a la Fiesta del Sol de este año, en que celebramos los esfuerzos de todos ustedes por mantener este bello planeta en marcha. Sin el compromiso de cada uno, no habríamos logrado los avances tecnológicos que hemos creado hasta la fecha, podrán apreciar algunos de ellos hoy en sus respectivas celebraciones. —Suspira profundo y se mantiene en silencio durante unos segundos antes de continuar—. Este año tendremos una nueva misión, debemos ajustarnos un poco más en varios sentidos; como bien saben, los recursos son cada vez más escasos. No teman, como Organización Global Oficial nuestro deber es velar para que nunca les falte lo que necesitan, pero debemos asumir algunas regulaciones urgentes. Con base en lo anterior y como medida de emergencia, es imprescindible adelantar una hora el corte de energía en todas las localidades y reducir los litros de agua por hogar. Espero comprendan que esto es por el bien del planeta. —No vislumbro un signo de preocupación en su rostro, esto me provoca una extraña sensación—. De nuevo, agradecemos su comprensión y el gran interés en ayudar a sacar nuestro mundo adelante. Esperamos que hoy lo pasen increíble y disfruten de este día como se merecen. ¡Que empiece la fiesta!
Con el eco de su voz retumbando aún en la casa, luces y destellos iluminan nuestro pequeño living, acompañadas de una música festiva. La celebración ha comenzado.
—¿Nos tendremos que ajustar más? —Es clara la preocupación y el arrebato en el tono del abuelo Laus—. ¿Qué hacen con todas las máquinas que construimos para optimizar los recursos?
—Calma, querido —la abuela Iade toma su brazo—, desde hace siglos que se están acabando los recursos. Parece que nos enteramos recién el siglo pasado, está claro que no era mucho lo que podíamos hacer en ese punto. Bueno, si nos apretamos un poco más, tampoco es tan terrible. Me voy a arreglar para la tarde ¡y que comience la fiesta! —Mueve sus caderas de un lado al otro, siguiendo el ritmo de la música mientras camina por el pasillo.
Reconozco que la abuela Iade siempre ha sido muy positiva y me encantaría parecerme un poco a ella, pero también entiendo a mi abuelo. ¿Cuánto más tendremos que ajustar nuestros hábitos?
—¡No más duchas! —grita Neit, feliz; sin embargo, su esperanza se desvanece al ver la cara de desaprobación de mi padre.
Por primera vez en mi vida estoy preocupada por cómo me vestiré. Las opciones que da la OGO no son precisamente sofisticadas y la verdad siempre he priorizado la comodidad, aunque hoy siento ganas de verme distinta. Me pruebo cinco alternativas y, como era de esperar, me decido por la primera, mi prenda favorita: un vestido lavanda de lino y sin mangas, combina perfecto con mis sandalias blancas; a pesar de estar bastante desgastadas, son muy cómodas. Para darle un toque distinto, agrego una cinta delgada de tela satinada gris claro a mi cintura y la cierro con un pequeño broche. Me amarro el cabello en un moño alto y utilizo los únicos aros que tengo, dos pequeñas argollas plateadas heredadas de la abuela Iade.
Me miro en el espejo del baño durante un momento, mientras pienso: “Nada mal”.
—Zabina, ¿estás lista? —Mi padre toca la puerta—. Apura, vamos saliendo.
Caminamos con rapidez hacia la fiesta, mientras seguimos debatiendo cuál es la mejor atracción. Son solo unas cuadras, el terreno donde