Ultimatum extrasolar. Antonio Fuentes García
Acosado por estos razonamientos el presidente israelí era en esos momentos el político más dubitativo en cuanto a la entidad de los ángeles, su misión y su origen; no muy lejos de las tribulaciones que en el mismo o parecido sentido angustiaban al Sumo Pontífice Romano y, generalizando, a los patriarcas ortodoxos y cabezas de las iglesias protestantes, incluyendo aunque con los máximos reparos a los testigos de Jehová que podían creer, ciertamente, que el ultimátum extrasolar era el preámbulo del Apocalipsis.
Y de otra índole religiosa también los pensamientos del presidente hindú oscilaban en la duda de si la profética destrucción que había de provocar Shiva* iba a ser próximamente por mano de extrasolares, o aún mantendría su reinado conservador Vishnú*; pero igualmente reflexionaba si un político de su categoría debía ajustar su actitud a unas creencias que hasta aquí superó por míticas, y en un momento que podía ser clave para la Humanidad de la que formaba parte importante por la razón de la importancia de su país, el segundo más poblado de la Tierra... o quizás ya el primero. Y cuando se le daba el rango de superpotencia en el Consejo de Seguridad.
Y mientras, con la inquietud general que producía la retirada del representante israelí sumándose, pero no juntándose, a la de los cinco miembros musulmanes del Consejo de Seguridad, a los que les seguían el resto de líderes de la misma confesión, sunnitas y chiítas, crecía también en el sentimiento creyente mayoritario de los cristianos que el ultimátum podía ser en realidad el aviso previo a los fieles del cumplimiento profetizado del Juicio Final; más cuando vieron volver al Papa meditabundo para sentarse al lado no sólo de sus cardenales sino también próximo a los patriarcas ortodoxos y demás cabezas del Cristianismo, con los que ahora debatía en un aparte; por lo que tanto en la Asamblea como allá donde contemplaban la actividad en ésta a través de los medios informativos, la expectación resultaba opresiva, e igual que creían los musulmanes en el advenimiento del Mahdi y los judíos en el de su Mesías, para los cristianos podía ser el advenimiento de Jesús en toda su gloria, pero tras las furias apocalípticas. Y aun se podía temer que el presidente hindú, que se mantenía entre los 19 ―ahora convirtiéndose éste en el número fatídico―, en sus adentros prefiriera abandonar esta posición pensando en su religión abandonada, renovando su creencia en la Trimurti*, según le observaban como viniéndole a la mente que ahora podría ser el tiempo de Shiva, el destructor…que podría serlo del mundo actual… terrestre; pensamiento que se hermanaba en la India con el conjunto de religiones en ésta, que a los budistas los hacía mejores imaginándose en qué ser animal o humano se reencarnarían sus almas. Y así en todos los países y en todos sus lugares los seres humanos, mayoritariamente, se acogían como nunca espiritualmente a sus fes en la consciencia del fin del mundo y su renovación, que se temía sobrevenir.
La retirada de los representantes religiosos chiíta y sunnita, habiendo sido este último aliado de los Estados Unidos, reforzaba en los estadistas musulmanes la decisión a tomar de abandonar la alianza, o cualquiera posición favorable con los estadounidenses, rusos, chinos o de otro país europeo y extremoriental si la tuvieren, sobre todo si se les pedía una actitud frontal al ultimátum, es decir, a los venidos de los cielos.
Entretanto se acababan las últimas conversaciones telefónicas, las del resto de los 19 presidentes no permanentes con sus cámaras legislativas. En realidad éstas ―como también los representantes políticos de Israel a través de una línea excepcional intelefónica mientras se retiraba su Presidente de la presencia en el Consejo de Seguridad, y lo mismo a los Jefes Políticos de los Seis miembros permanentes― pedían la autorización de medidas a tomar, principalmente de orden público y de defensa militar, a más de mensajes públicos que tranquilizasen a la población de sus Estados. Y, desde luego, si se había tomado o se iba a tomar alguna decisión internacional; y si había que creer en Dios y los ángeles en todo aquello.
Sabiendo las autoridades gubernamentales que el ultimátum extrasolar era ya de conocimiento mundial, “por causa de los malditos medios de información modernos”, las respuestas de los Jefes de Gobierno de los 19 más el de Israel, fueron coincidentes, y no tuvieron más que indicar cumplir el Plan General, entre los planes que previamente habían estudiado, diseñado y dispuesto tras el conocimiento de la presencia en este día de los Extrasolares e Insólitos a exponer un mensaje estelar a la Humanidad ante la Asamblea General de las Naciones Unidas de la Tierra, según fuese y terminase el mensaje.
Y entendida la finalidad del mensaje por un Ultimátum a la Humanidad, pese a los consejos previos de casi todo su contenido, los miembros del Consejo de Seguridad, exceptuando los islamistas, decidieron poner en práctica el Plan General más radical diseñado:
“Reforzar las fuerzas de orden público y militares predisponiéndolas al estado de excepción, de alarma o de guerra, en la medida que lo demandase la alteración de cada población; y poner en práctica el estado de alerta en los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, incluyendo, en los países que las tuvieran, las nuevas fuerzas astronáuticas que se iban creando tras la de Estados Unidos durante la presidencia de Trumps, a la vez que estudiar con los aliados la defensa común del planeta ante una hipotética, pero probable, agresión alienígena, con la ampliación a una alianza defensiva mundial, especialmente entre las primeras y segundas grandes potencias y sus aliados; adelantar el aumento de los efectivos de los Ejércitos, aumentar las instalaciones médicas obligando a todos los sanitarios a presentarse a cooperar, así como a las industrias farmacéuticas, con atención a los epidemiólogos, por si el arma enemiga más peligrosa fuese epidémica; y en general poner en práctica la superación tecnológica y productiva industrial, en especial la militar, a la que debía supeditarse el conjunto; sin olvidar la puesta en marcha de una producción y almacenamiento intensivos de alimentos y su racionamiento. Y con todo ello, pedir la cooperación de la ciudadanía, abandonar todo el que pudiese las grandes ciudades, y en éstas y fuera de éstas abrirse y reformarse los refugios que hubiere, y construirse otros nuevos tipo búnker.”
“En cuanto a los robots, estudiar cómo prescindir de ellos sin menoscabo para la producción industrial, sustituyéndolos buscando la manera de crear máquinas que puedan llegar a hacer los mismos trabajos sin ser consideradas robots, a pesar de sus alcances automáticos, utilizando las más modernas y grandes tuneladoras que aun habían de superarse a trabajar en la construcción de búnkeres y refugios; preocupando poner en la lista de robots a los drones.”
Todo dicho y entendido con pocas y autoritarias palabras; pues la Asamblea General esperaba oír a los 19 del Consejo de Seguridad dirigiéndose a ellos y al mundo en general, aunque ya se temían lo que habían acordado oyendo a los musulmanes conforme abandonaban la Asamblea, y los más cercanos a los 19 escuchando a éstos hablar por teléfono.
Hasta que por fin se decidió recurrir a la alerta general planética, que se dio a exponerla desde el Consejo de Seguridad a la representante de Australia, quien, temblándole la voz, lo expresó así:
―Este Consejo de Seguridad.., ha tomado por mayoría.., tras deliberarlo.., asumiendo la responsabilidad recaída..: que no podemos aceptar el ultimátum con el que se nos amenaza a la Humanidad…, encubierto en que tomemos la decisión de abandonar la producción de robots… decisión que podría… de aceptarla sin más, anticipar la prohibición de todo o parte del automatismo en que se asienta nuestra industria tecnológica, arruinándonos y haciéndonos… más débiles… En consecuencia nos unimos por el establecimiento de un Gobierno Mundial Terráqueo.., dirigido desde este Consejo con Presidencias rotatorias de sus miembros, empezando por la del Presidente de los Estados Unidos de América durante tres o seis meses, a decidirlo, en los que todo el planeta habrá de ponerse al servicio de esta Causa…; advirtiéndose que aquel Estado que se muestre rebelde a esta Causa…, será considerado enemigo de la Humanidad..., y en consecuencia, de no rectificar, habrá de sufrir nuestro propio ultimátum previo a ser obligado a unirse forzosamente a la Causa por la Humanidad… ¡Ah! Este ultimátum previo rige desde ahora… No obstante, entendiendo que quienes nos amenazan, los extrasolares… y los Diez Insólitos como sus portavoces, nos estarán oyendo…, esperamos de ellos un último esfuerzo para entablar conversaciones de paz en un plazo… razonable; y esperando de los Diez Insólitos su intermediación recordándoles ser humanos terrícolas. Pues, efectivamente, estamos dispuestos a solucionar