Ultimatum extrasolar. Antonio Fuentes García

Ultimatum extrasolar - Antonio Fuentes García


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bélica euroamericana y extremoriental de nada les valdría sino anticipaban a tiempo la sumisión a los enviados de Alá. Y esa sumisión comenzó para ellos en declarar a los robots y a la industria de su producción en enemigos de Alá y de la Humanidad, de manera que en el Islam comenzó, antes que en los otros países, a destruirse lo destruible propicio de esa industria que pudiera parecerse a un ser humano, dejando el necesario automatismo de las máquinas industriales, domésticas y de los vehículos. Actividad que secundaron en Norteamérica y Europa los inmigrantes de su religión, aunque algunos se excedieran con ciertos electrodomésticos.

      Los islamistas, pese a su postura neutral frente a los extrasolares, y aun de colaboración con estos llegado el caso, no sólo temían un ataque nuclear de los septentrionales sino que los estelares extendieran su castigo a todos los humanos, incluyéndoles, por convivir con los infieles. Considerando todo esto, desde los gobiernos de las naciones islamistas se propuso diligenciar una alianza total entre todos, fuesen chiítas o sunnitas o de cualquier otro pensamiento surgido entre ellos pero frente al enemigo común septentrional euroamericano, ruso, israelí, hindú, extremoriental e iberoamericano, concertándose una inmediata reunión de sus líderes en La Meca, distribuyéndose a todos ellos la primera frase del Sura de la Familia de Imran*, versículo 98 que dice: Ataos fuertemente juntos a la Alianza de Alá y no os dividáis en sectas.

      Al mismo tiempo, desde la Unión Mundial (UM) y el Alto Mando Militar Internacional (AMMI), se ordenaba la rápida movilización de todas las fuerzas militares, policiales, de servicios, industriales, económicas y científicas, sin contar con la opinión democrática de sus pueblos, ni el apoyo y la disposición de unirse a la misma causa de algunos gobernantes de países menos importantes tanto de Hispanoamérica como de Europa y Asia, indecisos aún ante enfrentarse o no a la hipotética invasión venida de las estrellas.

      Ahora había que convencer de grado o por fuerza a todos ellos de que no cabía otra alternativa que unirse en ese otro Alto Mando Militar Internacional (AMMI) creado por el Alto Mando Militar Aliado Antialienígena (AMMAA) de las Grandes Potencias, sin demora: era o preparar una rápida alianza defensiva mundial frente a un ataque venido del espacio exterior, o ante éste caer de rodillas, como se acusaba a los afroasiáticos musulmanes, para hacer de la Humanidad lo que los alienígenas quisieran.

      Expuesto así desde los primeros intercambios internacionales de opinión con los islamistas y gobiernos remisos pertenecientes al ámbito o la influencia cultural septentrional, ya fueran euroamericanos, suramericanos o asiáticos, ante las protestas y acusaciones de poner en peligro de exterminio a toda la Humanidad e incluso al planeta mismo, un representante de los 19 del Consejo de Seguridad de los asignados a quedarse en las Naciones Unidas, cortó por lo sano frente a los indecisos:

      ―O estáis con nosotros o contra nosotros. Y en cualquier caso nuestra suerte será la vuestra. Si atacan a nuestro planeta, nos atacan a todos. Y si nos vencen seremos vencidos todos. No distinguirán porque no necesitan de vuestra colaboración ni neutralidad. Para ellos somos todos iguales, los mismos. Podemos todos perecer juntos o vencer juntos. Y si vencemos y no estáis con nosotros, seréis aborrecidos por los siglos de los siglos. No os prometemos la victoria, pero nos juramentamos para no ser esclavos. Hemos dicho.

      Seguidamente comenzó a proyectarse una defensa internacional de la Tierra por el AMMAA y el AMMI, los dos Altos Mandos militares antialienígenas, cuyos primeros frentes se establecieron en la Luna y el espacio exterior Tierra-Luna mediante satélites artificiales y poderosas astronaves* y espacionaves* para lanzarse desde el satélite natural, donde iban siendo montadas en tiempo récord al recibo desde la Tierra de sus componentes, mientras comenzaban a realizarse estructuras fortificadas exteriores de defensa y se excavaban refugios que favorecían la explotación de los minerales selenitas*, y a levantarse en la misma Luna fábricas; a la vez que otras fábricas y astronaves se montaban en el espacio entre la Tierra y su satélite natural; todo previsto con anterioridad en unos planes internacionales que no tuvo que ver con la actual situación, pero que ahora se precipitó en su ejecución después que se conoció la llegada de las cinco cosmonaves extrasolares.

      Aparte de ello, una de las primeras medidas que se tomaron fue el desalojo y desembarco en la superficie de la Tierra de los turistas espaciales que aún permanecían en los hoteles orbitando alrededor del planeta, que fueron tomados militarmente.

      Otro proyecto al que se dio urgencia internacional por las potencias espaciales fue el envío de algunas unidades militares astronáuticas a Marte, para proyectar desde allí algún ataque o contraataque a los supuestos flancos o retaguardia cosmonáuticas alienígenas llegado el caso, o bien distraerles en su ataque o, más inverosímilmente, reanudar en el planeta rojo la supervivencia humana poniendo en ejecución acelerada su terraformación*.

      Con el mismo esfuerzo y adelantando proyectos también se comenzó la construcción en el espacio de algunas astronaves de guerra, que habían de ocultarse más allá de Marte en el Cinturón de Asteroides, enviándose a sus inmediaciones siderales los componentes materiales prefabricados para montarlas, en la pretensión, no creída del todo, de poderlo hacer sin ser descubiertos por los extrasolares y antes de que estos atacaran. Y otros más, con sentido opuesto, para hacer idéntico montaje tras el planeta Venus.

      Y, a más de todo ello, que ya resultaba un esfuerzo tecnocientífico de enorme magnitud, todas las grandes potencias que podían aportar los mejores científicos e ingenieros espaciales fueron llamadas a cooperar en el diseño y construcción de una primera espacionave diligentemente ingeniada, que habría de construirse o armarse en el espacio, entre los satélites de Júpiter, que habría de ser impulsada con fuerza nuclear, y cuantos en su realización intervinieran se integrarían en ella militarizados para la defensa de la Tierra, mandados por militares astronautas, que la mantendrían oculta entre los satélites del sistema jupiterino* hasta que la defensa de la Tierra la demandase, o, su destrucción y aniquilación humana si se diera, intentar entonces la colonización de algún astro propiciatorio, en el Sistema Solar o fuera de él. Atendiendo a esto, el personal tecnocientífico internacional enviado a este proyecto fue escogido de ambos sexos, para que la Humanidad pudiera continuar su existencia en caso de verse obligada a buscar un exoplaneta apropiado a la supervivencia humana. Por ello la espacionave fue proyectada como una nueva Arca de Noé espacial, en la que se almacenarían todos los ingredientes naturales y científicos para alargar la vida de sus ocupantes con aportación hibernante, más depósitos del genoma humano, animal, vegetal y microbiano, amén de los dispositivos necesarios para efectuar las clonaciones oportunas a recrear la vida terrícola, con aplicaciones eugenésicas*.

      Pero la búsqueda de la supervivencia no sólo se orientó hacia el espacio, sino también en el interior del planeta, ingeniándose agrandar y blindar al máximo los búnkeres ya existentes, los refugios, y habilitando las grutas naturales, profundizando en ellas; e incluso en las sumergidas bajo los lagos, mares y océanos, para todo lo que no hubo reparo en utilizar y producir las máquinas robotizadas apropiadas a tales fines, aunque mayormente lo fueran las tuneladoras; mientras los robots inteligentes y androides fueron desactivados y paralizada su producción. Esto último fue un enfado para la India y sobre todo para Israel, que utilizaban en sus conflictos bélicos con los musulmanes a soldados-robots inteligentes.

      Era todo una actividad frenética que empezó ocupando a la mayoría de la población humana, de grado o por fuerza, concienciándose en la necesidad de esa actividad, que, incluso y a pesar de la sujeción religiosa islámica en sus territorios, no pudo evitar una ocupación casi paralela que sus autoridades religiosas y políticas tuvieron que llevar a cabo, aludiendo al peligro no del ataque extraterrícola supuestamente angelical, sino al de las infieles superpotencias enemigas terrestres, adelantándose a la defensa angelical que esperaban; temiéndose una agresión como la sufrida por Corea del Norte; que, por cierto, ante la insistencia china y en la necesaria alianza con Pekín de Estados Unidos y Rusia, se volvió a las anteriores fronteras de las dos Coreas, abandonaron los estadounidenses las costas orientales norcoreanas y los rusos se retiraron a sus fronteras por el Norte. Mientras en la perspectiva de los países musulmanes se reforzó la actitud de éstos en una alianza defensiva por encima de sus conflictos ideológicos, religiosos, nacionales y económicos, acercándose sus líderes a esa cumbre propuesta entre ellos para definir los principios y actividades a seguir en conjunto.


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