Ultimatum extrasolar. Antonio Fuentes García

Ultimatum extrasolar - Antonio Fuentes García


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de la Antártida, aunque ya se habían tomado ciertas medidas al respecto, pero ahora éstas se decidieron más diligentemente. Para el primero, el Ártico, casi en su totalidad ya un mar oceánico, se dio la misión de su vigilancia y defensa a los países del contorno: Canadá, Dinamarca en Groenlandia e Islandia, Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia y Estados Unidos desde Alaska. En la Antártida la misión correspondió principalmente, además de a los Seis Grandes, a Australia, Nueva Zelanda, Chile y Argentina y a algunas otras expediciones europeas con bases en el continente antártico, como además de la británica y francesa era la española, y asiáticas con la china e hindú la japonesa.

      A todas estas conclusiones se llegó con una rapidez nunca vista, pasando por alto de momento, por la angustia de sentirse bajo una amenaza pavorosa de aniquilación, las intervenciones que pedían la inmediata búsqueda de entendimiento entre sí de los terrestres y con los extrasolares; pensándose hallar a los Diez Insólitos para buscar su mediación con los últimos, creyéndose que podrían estar en la cosmonave todavía bajo las aguas del lago Titicaca, y que las tecnologías extrasolares mantenían intangible e invisible.

      Y entretanto, en los principales búnkeres militares de la alianza septentrional, fueron recibiéndose escogidos personajes de las ciencias, la historia, el pensamiento, la literatura, el cine, las tecnologías y profesionales de sus ejércitos para encerrarse a estudiar, junto a enigmas del pasado y visiones en los cielos que pudieran dar pistas de visitas alienígenas anteriores; también las mejores películas y los mejores libros de cienciaficción en busca de ideas a poner en práctica frente al esperado ataque extrasolar; películas, libros e ideas de todos los considerados mejores autores del hemisferio norte: ya fuesen norteamericanos, europeos, rusos, hindúes, chinos o japoneses, incluso tanteándose lo proveniente que pudiera haber del mundo islámico, y, desde luego, rastreando en las mitologías clásicas y de los pueblos aborígenes, por muy extravagantes o ridículas que pareciesen.

      Sin embargo una inquietante desconfianza fue en aumento entre los aliados euroamericanos y asiáticos, e incluso, y sobre todo, entre el mundo islámico: se sospechaba de las verdaderas intenciones de la República Popular de China respecto a los alienígenas, a pesar de las declaraciones y voto de su presidente en el Consejo de Seguridad.

      Porque se recordaba, y volvía a acusársele, abierta o tibiamente a esa inmensa República comunista el haber causado, tal vez creado en laboratorio y favorecido de algún modo la expansión del virus de la pandemia Covid-19 que tantos estragos hizo en 2020; y que en la práctica dejó extenderse a todo el planeta; mientras a la vez se justificaban las autoridades chinas diciendo que el virus procedía de un murciélago que al comerlo un hombre había saltado a él y con él a la especie humana; y habiendo acudido a tiempo ofrecía unas cifras de mortandad causadas en China por ese virus increiblemente bajas, mientras ofrecía al mundo la venta de tests para identificarlo y cuantos artículos y medicamentos pareciesen controlarlo, incluso artículos tan sencillos como las mascarillas y guantes que era un escándalo necesitasen comprárselo en Europa, y muy especialmente en España, entonces bajo un gobierno socialcomunista ―cuando en la Unión Europea se tenía prohibido el comunismo juntamente con el nazismo―, que por su ineficacia permitió la mayor expansión del coronavirus en un país de sus dimensiones demográficas, médicas y económicas, en especial retrasando las medidas a combatirlo para permitir unas multitudinarias manifestaciones supuestamente feministas en el declarado Día Internacional de la Mujer, que sin duda elevó los contagios, empezando por las ministras de la cabecera de esa manifestación en Madrid y otras ciudades de España. Aun sin esto, el mayor número de contagios y defunciones se dio entre los mayores y en las residencias para mayores también en la capital de España y otras grandes ciudades, como Barcelona; y cierta culpa se tuvo en la Comunidad de Madrid por la decisión tomada durante la presidencia de la populista Aguirre dando a manos privadas muchas de esas residencias sin la debida vigilancia sanitaria, como luego se vio en algunas que no solía tratárseles como debía; culpa que compartió el vicepresidente del Gobierno Sr. Iglesias cuando esas residencias para mayores quedaron bajo su autoridad con el Estado de Alarma decretado, al tomar la presidencia de Asuntos Sociales durante la que aumentó la mortandad cebándose con los mayores a los que sus familiares no podían visitar; mientras se confinaba en sus domicilios a la población española y se provocaba una nueva ruina económica, según los pasos socialistas, con un desempleo aumentante y un escándalo en la previsión sanitaria.

      Aparte de España fue Italia de las más castigadas por esa pandemia, también el Reino Unido y Estados Unidos donde se contabilizó el mayor número de contagiados y muertos, con Nueva York por delante. Y antes que en todas ellas en Asia fue Irán la que sufrió fuertemente ese azote. Mientras que China pareció salir, según sus autoridades, poco menos que indemne. Lo que no era creíble. De ahí que el presidente de Estados Unidos, Trumps, exigiera una investigación. Tanto más cuanto que fue la China no comunista, Taiwán, la primera en dar la voz de alarma que debió haberla dado la Organización Mundial de la Salud, cuyo presidente de nacionalidad etíope le debía esa posición a China comunista. Por eso el presidente norteamericano a la sazón, Trumps, decidió entonces salirse de la OMS*.

      Prometieron a la vez entonces los chinos una próxima vacuna, casi ya obtenida según ellos, que contuviera y aparentemente venciera al Covid-19, no del todo, sino hasta su rebrote epidemiológico: observándose entonces ser esa una nueva pandemia a sufrir la humanidad periódicamente; y que puso al descubierto la equivocada política económica, industrial y tecnológica, especialmente europea, seguida bajo la propaganda de la globalización bendecida por las izquierdas, pero bajo el instinto del capitalismo en acumular mayores beneficios con los bajos salarios de China y países limítrofes: una experiencia que hizo dependientes de China a muchos de los países europeos en ese momento pandémico, como ya venía sucediendo en los complementos industriales.

      Y ahora esa experiencia traumática recordábase y se filtraba en los medios de comunicación desconfiando de China, aun entre los políticos y militares del pacto antialienígena, no fuera a dar un paso más en su desmedida ambición por liderar como primera superpotencia dirigente nuestro planeta, aliándose o inteligenciándose de alguna manera con los extraterrestres para obtener de ellos a cambio de ofrecerles su influencia sobre la Tierra ―la influencia de dominio colonial extraterrestre―, compartir la tecnología extrasolar, o parte de ella. Observando muchos políticos, militares y medios audiovisuales haber sido una manera de ocultar sus verdaderas intenciones el virulento comportamiento acusatorio del presidente chino tras la declaración del ultimátum contra los islamistas ante la Asamblea General de la ONU, cuando se marchaban. Y por eso mismo desde el mundo islámico no se acababa de acusarle de filoalienígena* cuando ellos mismos no se oponían a la invasión alienígena por considerarla posiblemente de ángeles de Alá. En realidad, levantaron esas sospechas los islamistas, vengándose del presidente chino, extendiéndose las mismas hasta en el AMMAA, aun con poco crédito.

      De ahí se preguntaron también algunos si no habría que haber insistido en exigir a China abrir sus fronteras a una investigación, tal como exigió el presidente estadounidense Trumps.

      Y recordaron muchos la alianza militar que se llevó a cabo contra el régimen norcoreano anterior.

      Aun así, siendo China demasiado poderosa y el peligro extrasolar muy evidente, a todos convenía hacer la vista gorda acallando esas voces, pues a fin de cuentas los chinos eran también terrestres y no había evidencias reales de comportamiento filoalienígena. A más de necesitarse su cooperación.

      Y con todas esas especulaciones se les vigilaba cuando aún se tenía en el fondo del lago Titicaca una cosmonave alienígena.

      Los días y meses siguientes a los ultimátums

      Mientras tanto unidades militares de Tierra, Aire y lacustres peruanas y bolivianas, reforzadas con otras estadounidenses, rodeaban las márgenes del lago Titicaca, navegaban por sus aguas y las sobrevolaban, incluso observándolas desde el espacio por la NASA, además de las agencias de programas espaciales ruso (ROSCOMOS) y chino (CNS), intentando todos descubrir en las profundidades lacustres la cosmonave extrasolar que permanecía en la Tierra y que no había manera de detectar ni conectar con sus supuestos ocupantes, entre los que se


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