De PhD y otros demonios. Sandra Bermeo

De PhD y otros demonios - Sandra Bermeo


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en “osis” como trichinelosis o triquinosis.

      Algunas parasitosis conservan sus nombres establecidos como la malaria y la enfermedad de Chagas. En otras ocasiones, se usa el nombre científico del parásito precedido de la palabra infección o enfermedad (p.ej., infección por Plasmodium falciparum, alergia por Simulium). En el caso de la infección por Entamoeba, el nombre correcto sería entamoebosis; pero debido al amplio uso del término amebiasis para la infección por Entamoeba histolytica, se conserva este nombre.

      ADAPTACIONES BIOLÓGICAS

      Durante la evolución de las especies, los parásitos han sufrido transformaciones morfológicas y fisiológicas para poder adaptarse a su vida parasitaria. La mayoría no poseen órganos de los sentidos y el sistema nervioso es rudimentario. El aparato digestivo, cuando existe, está adaptado a la absorción de alimentos ya digeridos. Los aparatos circulatorio, respiratorio y de excreción son muy simples. Algunos han adquirido órganos de fijación como ventosas, ganchos, etc., pero el sistema que ha presentado más cambios es el reproductor. En los helmintos existen machos y hembras, aunque algunos son hermafroditas. En todos, la mayor parte del cuerpo está ocupado por el sistema reproductor, y la capacidad de producir huevos o larvas es muy grande. Los protozoos también tienen una gran capacidad de multiplicación por división sexual o asexual. Esta facilidad reproductiva de los parásitos contrarresta el gran número que se pierde en el ciclo de vida.

      CICLOS DE VIDA

      Por ciclo de vida se entiende todo el proceso para llegar al huésped, desarrollarse en él y producir formas infectantes que perpetúen la especie. El ciclo de vida más simple es aquel que permite a los parásitos dividirse en el interior del huésped para aumentar su número y producir formas que salen al exterior para infectar nuevos huéspedes. Este ciclo existe principalmente en los protozoos intestinales. En los helmintos se presentan otros tipos de ciclos que requieren la salida al exterior de huevos o larvas que, en circunstancias propicias de temperatura y humedad, son infectantes. En ciclos más complicados existen huéspedes intermediarios, en los cuales las formas larvarias crecen o se multiplican antes de pasar a los nuevos huéspedes definitivos. En algunos casos, existen reservorios animales o más de un huésped intermediario; y en otros, es indispensable la presencia de vectores. Los pasos, a veces muy complicados; a través de huéspedes o del organismo humano, están regidos por tropismos que llevan a los parásitos por determinadas vías o los hacen permanecer en ciertos lugares.

      MECANISMOS DE ACCIÓN

      Los parásitos afectan al organismo humano de maneras muy diversas, según el tamaño, el número, la localización, etc. Los principales mecanismos por los cuales los parásitos causan daño a sus huéspedes son:

      Mecánicos

      Los efectos mecánicos son producidos por obstrucción, ocupación de espacio y compresión. El primero sucede con parásitos que se alojan en conductos del organismo como en la obstrucción del intestino o de vías biliares por Ascaris adultos. El segundo ocurre con aquellos que ocupan espacio en vísceras (p.ej., invasión del cerebro por cisticercos) y el tercero por compresión o desplazamiento de tejidos como sucede por parásitos grandes como el quiste hidatídico.

      Traumáticos

      Los parásitos pueden causar traumatismo en los sitios en donde se localizan (p.ej., Trichuris trichiura, que introduce su extremo anterior en la pared del colon).

      Bioquímicos

      Algunos parásitos producen sustancias tóxicas o metabólicas que pueden destruir tejidos. En esta categoría se encuentran las sustancias líticas producidas por Entamoeba histolytica.

      Inmunológicos

      Los parásitos y sus productos de excreción derivados del metabolismo producen reacción de hipersensibilidad inmediata o tardía como sucede con las manifestaciones alérgicas a los parásitos o la reacción inflamatoria mediada por células (granulomas) presentes en la esquistosomiasis.

      Expoliativos

      Estos mecanismos se refieren al consumo de elementos propios del huésped por parte de los parásitos (p.ej., la pérdida de sangre por succión en el caso de las uncinarias).

      INMUNOLOGÍA

      La inquietud sobre los aspectos inmunológicos en las infecciones por parásitos se inició con los trabajos clásicos de Ehrlich (1907) sobre tripanosomas11 y luego con los de Sergent (1910), quien inició estudios sobre inmunidad en malaria.12 Taliaferro (1924) trabajó en la inmunología básica de los parásitos13 y concluyó, en forma general, que la defensa contra estos es similar a la que rige para otros microorganismos. En los últimos años, el desarrollo de la inmunología en parasitología se ha incrementado, especialmente en las áreas de inmunodiagnóstico, caracterización de antígenos y respuesta inmune. Los diferentes aspectos inmunológicos de las enfermedades parasitarias se pueden agrupar así:

      Respuesta inmune del huésped contra el parásito

      El hombre es huésped apropiado para ciertos parásitos y presenta resistencia natural para otros; lo mismo que sucede con parásitos propios de animales: estos son incapaces de adaptarse cuando no existen los requerimientos nutritivos adecuados, la facilidad de desarrollo o la posibilidad de penetración e invasión. Cuando los parásitos logran entrar en el organismo humano, se desarrollan mecanismos de defensa tal como lo hace contra bacterias, hongos o virus. Es mucho lo que se desconoce acerca de estos mecanismos, especialmente contra los helmintos, metazoarios con estructuras de gran tamaño y mayor complejidad antigénica que los microorganismos inferiores. El concepto de inmunidad activa más antiguo es la premunición, la cual se refiere a que un agente infeccioso, que existe dentro de un huésped, produce en él un estado de resistencia que lo protege de nuevas infecciones por el mismo agente. Esta inmunidad relativa existe en ciertas protozoosis como el paludismo.

      Los parásitos son inmunogénicos, pero la calidad de la respuesta del huésped contra el parásito depende de los mecanismos que este último desarrolle para evadir la acción del huésped. La respuesta inmune se efectúa con participación de todos los sistemas inmunológicos como la inmunidad humoral, la inmunidad celular, la fagocitosis y el complemento. El efecto de estas defensas se manifiesta en los parásitos por la modificación en su número, cambios morfológicos, daños estructurales, alteraciones en el ritmo de crecimiento, cambio en la infectividad, alteraciones metabólicas e inhibición de la reproducción. En la defensa de los parásitos se tiene en cuenta el estado de desarrollo y la vía de entrada, puesto que el organismo responde contra estas formas como las larvas y, posteriormente, contra los parásitos adultos.14

      La permanencia de los parásitos en los huéspedes requiere procesos de adaptación, entre los cuales se encuentra la evasión de la respuesta inmune que, normalmente, el huésped desarrolla contra estos agentes invasores. Esta evasión la consiguen de diferentes maneras:

      Invasión a una población de huéspedes con baja respuesta inmune. La resistencia natural de ciertas cepas de ratones a Leishmania donovani se asoció al denominado locus Lsh, gen autosómico del cromosoma 1 del ratón. La calidad de la respuesta inmune igualmente es determinada genéticamente.15

      Estímulo de respuesta inmune no protectora. Muchos parásitos despiertan una gran respuesta inmunológica, pero cuando son de gran tamaño esa respuesta no es efectiva en su ataque (p.ej., la infección por Ascaris lumbricoides).

      Variación en su composición antigénica de superficie. Algunos parásitos (Trypanosoma


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