De PhD y otros demonios. Sandra Bermeo
transcurso de su infección.16
Recubrimiento con un disfraz inmune. Algunos parásitos como Schistosoma, adquieren moléculas antigénicas del huésped que aparecen como parte de sus tejidos de este.17,18
Interferencia de la respuesta inmune del huésped. Algunos parásitos llegan a causar cierto estado de inmunodepresión como en las infecciones por Plasmodium falciparum.19
Escape de la vacuola fagocítica del macrófago que impide la acción lítica de los lisosomas. Algunos protozoos de localización intracelular, como Toxoplasma gondii, Trypanosoma cruzi y Leishmania donovani, impiden que sean atacados y en algunos casos ocasionan la destrucción de las células del huésped.20
Muchos parásitos, al evadir la respuesta inmune, conviven con el huésped sin dejarse eliminar y permanecen en él sin hacerle daño durante meses, años o por toda la vida cuando permanecen en estado latente. Si el hospedero sufre un deterioro de su estado inmunitario, el parásito, que es un oportunista, puede salir y diseminarse a otros tejidos, momento en el cual causa lesiones y síntomas. Inicialmente, la presencia de parásitos pequeños como los protozoos estimula la aparición de macrófagos que comienzan la defensa. Cuando los parásitos son de mayor tamaño desencadenan una respuesta de inmunidad celular.
Inmunidad celular
Los antígenos procedentes de los parásitos, como cualquier inmunógeno, son capturados por los macrófagos, allí son procesados y los epítopes son conjugados a proteínas de la clase II del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC, por su sigla en inglés de major histocompatibility complex) para ser presentados luego a las células T. Los macrófagos y las células dendríticas son las células presentadoras que, en la piel, están representadas por las células de Langerhans. Los receptores de células T, en conjunto con los receptores CD3 en la superficie de los linfocitos, reconocen los epítopes conjugados a las moléculas del MHC de clase I en las células ayudadoras (CD4) y de la clase I en las células citotóxicas (CD8).
La respuesta inmune contra los parásitos está dada por los linfocitos CD4, CD8 y por las células asesinas naturales (NK, por su sigla en inglés de natural killer); asimismo, participan los macrófagos mediante la producción de citocinas, que corresponden a proteínas de bajo peso molecular, que influyen sobre las funciones de otras células como los linfocitos T, los linfocitos B, los macrófagos, los endoteliocitos y los fibroblastos. Las citocinas más importantes son las interleuquinas (IL), los interferones, el factor de necrosis tumoral y el factor formador de colonias.21
En las infecciones por protozoos de localización intracelular como Leishmania está claro que el tipo de respuesta inmune es dependiente de la activación selectiva de líneas celulares de los linfocitos T-CD4, las cuales secretan ciertas citoquinas. De los linfocitos CD4 (Th0) se diferencian varias subpoblaciones de células ayudadoras, principalmente Th1 y Th2.22 Las células Th1 están involucradas en la inmunidad celular, que puede manifestarse como hipersensibilidad retardada; en este tipo de inmunidad hay producción de IL-2, interferón gamma (IFN-gamma) y factor de necrosis tumoral (TNF, por su sigla en inglés de tumor necrosis factor) y los macrófagos activados. Los fagocitos están dotados de gránulos lisosomales que contienen una gran variedad de enzimas y otras proteínas como las defensinas, que destruyen los parásitos dentro de los fagosomas mediante varios mecanismos. Uno de ellos es el oxidativo, con la formación del superóxido, que es tóxico para los parásitos. Igualmente, se puede producir óxido nítrico (NO, por su sigla en inglés de nitric oxide) a partir de L-arginina, el cual es tóxico para los parásitos. La susceptibilidad de las células parasitarias a los productos anteriores, depende de la habilidad para neutralizar los radicales. Por el contrario, las células Th2 producen IL-4, IL-5, IL-6 o IL-10, con una buena respuesta de la síntesis de anticuerpos, pero con incapacidad para destruir los parásitos intracelulares.23
En algunas infecciones por protozoos intracelulares, los macrófagos se aglomeran en colonias y células gigantes para formar granulomas en los tejidos como ocurre con las larvas o los huevos de helmintos localizados en los tejidos y con ciertos protozoos como Leishmania.
Inmunidad humoral
La presencia de anticuerpos circulantes contra determinados componentes antigénicos de los parásitos es una muestra de la respuesta humoral. La producción de estos anticuerpos depende de la historia natural de la infección y, especialmente, del grado de invasión a los tejidos; no obstante, es difícil relacionarlos con una verdadera función protectora.
La activación de los linfocitos B, y luego de los plasmocitos, ocasionan una respuesta inmune con producción de inmunoglobulinas dirigidas contra los epítopes de las estructuras parasitarias que pueden interactuar con el sistema del complemento para dañar, lisar o fagocitar las células del parásito. En la respuesta contra los helmintos hay participación de las células Th2 y producción de anticuerpos IgE.24
En el huésped humano parasitado se conocen diversos cambios en las concentraciones séricas de las cinco clases de inmunoglobulinas. En las infecciones recientes aparecen anticuerpos IgM que adquieren especial significado en los niños recién nacidos como el índice de transmisión congénita del parásito. En las mucosas y sus secreciones se encuentran anticuerpos, fundamentalmente IgA, como respuesta contra los parásitos localizados en estos tejidos (p.ej., los coproanticuerpos). Varios parásitos, esencialmente los helmintos, inducen la producción de anticuerpos citofílicos de la clase IgE, que se detectan en el suero y en los tejidos. Nippostrongylus braziliensis, parásito de la rata, sirve como modelo para estudiar el mecanismo de defensa del huésped contra los helmintos. Varios autores demostraron experimentalmente con este nemátodo lo que sucede con las infecciones repetidas. Cuando ocurre la infección primaria una proporción de las larvas infectantes se pierde, las sobrevivientes se establecen y maduran, pero casi todas son expulsadas y solo permanece en el tubo digestivo una población residual. En las infecciones posteriores se aumenta el número de gusanos expulsados. La variación de la permanencia o expulsión de los parásitos cambia de acuerdo al estado de inmunidad del hospedero y al genotipo. Existe un patrón similar para otros nemátodos (p.ej., Trichinella spiralis, Trichuris muris y Strongyloides ratti, en ratas y ratones.25
Experimentalmente, se puede demostrar que existe una asociación entre el desarrollo de inmunidad contra ciertos parásitos y la aparición de anticuerpos, principalmente del tipo IgE. Estos anticuerpos causan daños severos en el citoplasma de las células grandes del tubo digestivo del parásito y atacan algunas enzimas. Sin embargo, los anticuerpos por sí solos no constituyen el único mecanismo de rechazo de algunos gusanos, pero sí son importantes.26
El aumento de los eosinófilos es un hallazgo característico de las helmintiasis que invaden tejidos. Se desconoce bastante sobre el mecanismo de producción y la participación de los eosinófilos en el proceso inmune. Se asocia la eosinofilia con una reacción de tipo alérgico, desencadenada por la presencia de parásitos o sus antígenos. En aquellos tejidos en donde mueren larvas de parásitos y estas se desintegran, existe formación de granulomas eosinofílicos. Entre las explicaciones acerca de la presencia de eosinófilos en la circulación o en los tejidos se mencionan las siguientes hipótesis:
La histamina produce atracción de los eosinófilos.
Los eosinófilos actúan como antagonistas de la histamina.
Los eosinófilos contienen histaminasa.
Los complejos antígeno anticuerpo, o cada uno de ellos por separado, pueden atraer los eosinófilos; una linfocina puede estimular la producción de los eosinófilos.
En la infección por T. spiralis se encuentra una gran mastocitosis en la mucosa intestinal. La intensidad de esta respuesta está genéticamente determinada y ligada a los genes del MHC.27