Anorexia y psiquiatría: que muera el monstruo, no tú. Betina Plomovic
a llevar al paciente más a su cuerpo físico. Se afirma que la naturaleza física de la medicina ayuda a estos pacientes a conectarse con sus cuerpos de una manera positiva y significativa. Introduce sensaciones corporales positivas, promueve una sensación de calma y bienestar, y ayuda a establecer un camino hacia la salud, en todas las dimensiones en las que existimos.
Efectivamente, la medicina tradicional china me aporta una visión de la enfermedad mucho más sensata y comprensible que la falta de respuestas y la contención en una unidad cerrada de psiquiatría con el permanente reto de engullir sucesivas bandejas hipercalóricas. Somos mucho más que nuestro peso o una estadística, urge integrar todas nuestras dimensiones humanas. Sigue la misma fuente:
Superar un trastorno alimentario es un trabajo increíblemente duro para un paciente. Y a diferencia de otras afecciones y tratamientos de salud, como tomar una píldora para la presión arterial alta o recibir acupuntura para liberar un nudo muscular, requiere una gran cantidad de dedicación, introspección, deseo y esfuerzo por parte del paciente. La curación es un proceso activo, y quizás sea más claro que nunca en pacientes que luchan por superar un trastorno alimentario. La acupuntura y la medicina herbaria china no curan a un paciente, el paciente hace eso. Más bien, este medicamento funciona con los recursos propios del paciente para recordarle a la mente y al cuerpo cómo existir en armonía unos con otros, y posicionar al paciente en un lugar mejor desde el cual recorrer el camino hacia la recuperación.
Ojalá este enfoque pueda aliviar y ayudar el proceso de curación de alguien que empieza a sufrir esta loca enfermedad, en nuestro caso la información llegó a destiempo.
En ámbitos de la medicina integral, he ido recopilando referencias de tratamientos para la enfermedad llamada anorexia basados en el mindfulness45, la meditación o el reiki, como técnicas de gestión del estrés y la ansiedad, de demostrada eficacia. Pero se necesita mucho más que herramientas, urge un enfoque de la medicina que entienda nuestra naturaleza humana y no se limite a contener un síntoma de enfermedad.
El enfoque de la Sofrología46, disciplina fundada por el profesor y psiquiatra Dr. Alfonso Caycedo47 —a quien tuve el honor de conocer y conversar personalmente en la primera década de este siglo—, aporta una visión de una medicina posible que podría ejercer un gran bien retornando a las unidades de salud mental, igualmente que lo ejerce en otros ámbitos médicos, pedagógicos, del deporte y en otras disciplinas. Quizá su legado académico desee recuperar el encuentro con la psiquiatría, de la que surgió. Sin duda su implicación podría ser de enorme beneficio para tantas personas enfermas, sus familiares y para un trabajo personal de los propios médicos y personal sanitario. En el interesantísimo relato sobre la vida y obra del fundador de la sofrología48, dice su hija: «Se hace necesaria y urgente la constitución de una medicina integral, de una ciencia médica de la totalidad del ser humano (…) y que no se centre exclusivamente en el hombre enfermo y el tratamiento de los síntomas patológicos. (…) La sofrología caycediana (…) se considera una disciplina que se basa en un entrenamiento existencial como una posible respuesta al vacío existencial de nuestra época. (…) su creador la presentaba como “una fenomenología de la vida al servicio de nuestra sociedad enferma”».
Esta visión holística e integrativa de la medicina es, sin duda, imprescindible para acompañar cualquier enfermedad, y sería una gran aliada para paliar tanto sufrimiento en tantas patologías. También dentro de unidades psiquiátricas, donde además existe una gran desconexión con el propio cuerpo y sus sensaciones. Como afirma la Dra. Natalia Caycedo: «En la sofrología el paciente es sujeto partícipe activo de su propio tratamiento. De esta manera, refuerza su libertad, su responsabilidad y su independencia terapéutica»49. Sin duda, cuántos enfermos sufrientes hipermedicalizados o bien los desahuciados por la psiquiatría —como mi hija— hubieran podido beneficiarse de tratamientos que ya son accesibles y se encuadran en una medicina mucho más humana.
Me he referido a los rígidos paradigmas médicos, al descuido del cuerpo y a tantas herramientas disponibles que son desterradas de la práctica en salud mental. Resulta también muy importante la referencia a los espacios de tratamiento en psiquiatría. Y es un apunte al margen de que la llamada anorexia sea finalmente descrita de forma definitiva como una enfermedad mental —vistos los distintos enfoques en estudio, quizá toda la psiquiatría espera respuestas desde la biología u otros niveles de comprensión pues no existe una psique sino unida a un ser multidimensional—.
Así, mi ruego a humanizar todos los espacios de ingreso hospitalario, sean de larga estancia o ambulatorios, dando prioridad a los centros psiquiátricos al ser clínicas de larga estancia donde se internan personas con una gran vulnerabilidad. Se trata de una urgencia médica, pues algunas llamadas clínicas de salud mental se revisten de connotaciones carcelarias que provocan daños innecesarios a personas muy frágiles, tanto enfermos como familiares. Reivindico que se garantice el necesario contacto diario con la luz solar directa y el aire libre para experimentar corporalmente la sensación de frío y calor según la temperatura externa, el necesario paseo matutino o vespertino cerca de algún espacio con vegetación, además de la necesidad de cuidar el contacto con el propio cuerpo a través de tantísimas opciones —desde la meditación, el canto, el qi gong u otros—, un cuidado del espacio y la calidad en la forma de alimentarse, además de facilitar que las personas enfermas puedan asearse y vestirse con dignidad. Apuesto a que en general los tratamientos serían mucho más efectivos y evitarían la degradación humana que se adivina dentro de la contención, en la mayoría de las unidades cerradas de psiquiatría. Al menos, parte de los ejercicios y tratamiento debería ser reconectarse con el propio cuerpo y con la vida real que palpita afuera de las puertas cerradas, especialmente en un ámbito natural y generador de salud. Mi ruego se haría extensible a humanizar las unidades de psiquiatría, y adaptarlas a un acompañamiento más holístico y sin duda menos hipermedicalizado, caso que la medicación sea realmente necesaria. Sin duda, los paseos por la naturaleza serían un bálsamo para los cuerpos y almas tan sufrientes, aunque la experiencia vivida en mi país dista mucho de esta sensibilidad. Me interesa seguir profundizando en este sentido y localizar estudios que ya incluyan los claros beneficios del contacto con la naturaleza en la gestión de desequilibrios emocionales, probablemente siempre presentes en el proceso de cualquier enfermedad.
Durante todo el proceso de la enfermedad de mi hija contacté con entidades, hospitales, universidades y particulares ante cualquier indicio de poder saber más y mejor, de poder reorientar nuestra búsqueda y especialmente lograr sentirnos seguros y apoyados, sin perder nunca la esperanza de su cura y de su sanación. En una ocasión leí un interesantísimo blog de un padre afectado, a quien inmediatamente aporté mi reflexión, ruegos y preguntas. Dos días después recibí la respuesta que sigue, que comparto con la intención de seguir alimentando una cadena de comprensión y soporte mutuo. ¡Qué importante la implicación y el apoyo mutuo entre acompañantes! Aun cuando no haya respuestas, compartir inquietudes, validarnos y sentir un abrazo virtual es de gran apoyo. Compartiré algunos de los correos electrónicos seleccionados, en los que he sustituido por (…) cualquier información confidencial, por un mero ejercicio de respeto a la privacidad de otras personas:
Asunto: Buscando solución anorexia grave
Fecha: 10 de abril de 2016, 16:16
Hola,
He leído en el blog (…) el artículo (…)(12.10.2008). Creo que te expresas con la experiencia de algún hijo/a con anorexia. Veo un discurso crítico con la terapia hospitalaria del «palo y zanahoria, más palo que zanahoria». Quisiera pedirte si has encontrado algún método efectivo. Soy madre de una chica que va a cumplir 20 años en julio, y lleva enferma desde los 13. El verano pasado pesaba 25Kg, ha recuperado hasta unos 32. Ha ingresado más de 15 veces. El escrito me sugirió que quizá tengas información de qué lugares, terapias, profesionales… en España, hayan superado esta terapia conductista que solo pretende dominar el síntoma. ¿¿Alguna investigación o conclusión que puedas compartir?? Estoy hablando de un caso grave, que por supuesto no quiere volver a ingresar. Sabemos que el hospital contiene, castiga, aísla, hace sufrir… y no les cura. ¿Qué hacer?
Mi desesperación es saber cómo poder solucionar estos casos tan graves, hay que crear un nuevo paradigma de tratamiento. Es