Entrenamiento de base en el fútbol sala. Jesús Velasco Tejada
la cantidad de carga que se les va a imponer a los jugadores, el grado de disciplina táctica necesario con respecto a los sistemas de juego a emplear, etc. En el caso concreto de nuestro deporte, como ocurre con casi todos los deportes colectivos, la planificación se ve influida prácticamente cada fin de semana por el resultado de la competición, el cual puede incluso hacer variar los objetivos iniciales, y esta influencia puede ser mayor conforme mejores resultados se quieran obtener a priori. Para obtener unos resultados conformes a los objetivos trazados, es necesario que la realidad se ajuste a lo planificado como hemos comentado antes; pero esto no siempre es posible, de ahí que sea necesario reajustar constantemente nuestra planificación, con lo que gracias a ella tendremos un mayor control sobre la marcha del equipo.
Esta manera de utilizar la planificación, prácticamente semana a semana y siempre condicionada por la siguiente competición, es la última fase en la progresión de las planificaciones de los deportes de equipo, como nos indica J. Sampedro (1999), denominándolo este autor modelo actual ecológico, y que es la culminación en la evolución de otros modelos como el de la acción táctica de juego de F. Mahlo (1969), el de los principios organizativos del juego de C. Bayer (1986) o el praxiológico de P. Parlebas (1969), continuado por J. Hernández Moreno (1988). La idea de tratar los aspectos específicos de los deportes de equipo lleva a estudiar los componentes básicos que influyen en el juego (técnica, táctica y estrategia), que son los que marcan la pauta a seguir en función de cómo se ha competido.
Es necesario por tanto, y siempre a partir de un esquema general que nos sirva para un período de tiempo mayor, reajustar cada semana nuestra planificación y contar con esta necesidad. En base a esta adaptación, los pasos del proceso del entrenamiento estarán divididos en función de las sesiones y de la competición, dependiendo esto último del enfoque de búsqueda de formación o de búsqueda de resultado que se haya decidido tomar. Este hecho hace variar un poco el esquema del proceso de entrenamiento de Grosser, Brüggeman y Zintl (1989), que enfocan todo el proceso hacia la realización y el resultado del rendimiento. Adaptado al fútbol sala y a nuestra categoría quedaría así:
LA PLANIFICACIÓN DEL ENTRENAMIENTO Y LA COMPETICIÓN EN LA ETAPA JUVENIL DEL FÚTBOL SALA
Esta división entre entrenamiento y competición nos permite enfocar el trabajo a realizar hacia donde más nos interese según los objetivos que nos hayamos planteado. Después de analizar el resultado de cada competición tenemos que decidir si modificamos o no los objetivos del entrenamiento en función del análisis que antes hemos hecho. Todo esto lo hacemos orientado a la próxima competición, para mejorar en ella el rendimiento del equipo, corrigiendo en los entrenamientos de la siguiente semana los aspectos que peor han funcionado en el partido de la semana anterior y reforzando aquellos que se han hecho bien. Pero esto sólo lo podremos hacer si el entrenamiento se realiza en función de la competición. El entrenamiento como preparación de la competición es el método utilizado en todos los equipos que entrenan para ganar el siguiente partido. Pero éste debe ser un objetivo de las competiciones de adultos.
Como hemos visto, el anterior no debería ser el objetivo inmediato en la categoría juvenil, por lo que aquí proponemos otra opción para conseguir que los jugadores aprendan la transferencia que debe haber de los entrenamientos a la competición. La idea no es otra cosa que enseñar a los jugadores a hacerlo al revés, realizando las competiciones en función de lo que se ha entrenado. De esta forma estaremos solucionando, eso sí a largo plazo, uno de los más graves problemas con los que los entrenadores nos enfrentamos, que no es otro que la falta de disciplina táctica que los jugadores traen cuando llegan a la competición de los adultos. Los jugadores juveniles deben entender que las acciones que realizan en el entrenamiento han de ser trasladadas después a la cancha a la hora de competir. Pero si les metemos en la cabeza que hay que ganar como sea, que la victoria es lo más importante, la gran mayoría de ellos sólo harán cuando juegan lo que han venido haciendo siempre, porque esto es lo que más confianza les da; es decir, que será muy difícil que progresen e intenten llevar a cabo los nuevos aprendizajes que han adquirido a lo largo de las sesiones de entrenamiento, por lo que éstos habrán servido de poco para la mayoría de nuestros jugadores.
Veamos más claro este aspecto, a priori difícil de entender, con un ejemplo. Somos entrenadores de un equipo de juveniles y a nuestro equipo llega Alberto, un jugador diestro con un formidable regate hacia la derecha que aprovecha para desequilibrar y preparar el tiro con esa pierna, que también es muy bueno. Pero resulta que en los partidos siempre hace este regate, y él nos dice que es porque es el que mejor le sale y en el que él confía más. Si pensamos sólo en esta temporada, nuestra actitud con él será la de reforzar su opinión, porque está claro que es de la forma que más goles puede conseguir este jugador para nuestro equipo. Pero si por el contrario pensamos a largo plazo en ese jugador, y creemos que tiene posibilidades de llegar a la alta competición, nuestro objetivo con él será hacerle ver que aunque ahora desequilibre siempre con esa acción, conforme pase el tiempo y los rivales sean mejores le será más difícil realizarla con éxito, pues los contrarios le estudiarán y anticiparán su movimiento, creándole dificultades que ahora no tiene. En los entrenamientos tendremos que reforzarle y favorecerle en las acciones con salida hacia su lado izquierdo, entrenando también el tiro y el recorte en esa posición, cosa en principio fácil si Alberto lo quiere aprender. Pero el problema real llegará cuando le digamos que en el partido no intente hacer siempre el mismo regate hacia la derecha para tirar con esa pierna, que debe probar también salir hacia la izquierda y tirar. Si el jugador cree que la única manera de desequilibrar es con el regate de siempre y que su obligación es tratar de hacer gol todas las veces, será muy difícil que Alberto consiga hacer jamás el regate hacia el lado izquierdo. Pero si por el contrario le hacemos entender que en el partido debe también intentar hacer de vez en cuando lo que está practicando en las sesiones de preparación, y nosotros le hemos dejado claro que queremos que lo haga sin miedo a que alguna vez no le salga y por ello pierda el balón, cada vez que intente algo nuevo estará enriqueciendo sus fundamentos técnico-tácticos y además estará ganando confianza en el entrenamiento como método fundamental para progresar en su forma de jugar. Queda clara pues la importancia del sentido que se le da a la competición de cara a conseguir que los jugadores intenten mejorar en ella, como debería suceder con un trabajo planificado, o simplemente intenten ganar como sea, orientándola hacia la consecución de un resultado en una edad en la que éste no es, o no debe ser, primordial en la mayoría de los casos. Este aspecto, más que los jugadores, lo deberíamos tener claro los padres y los entrenadores. Más adelante hablaremos de esto.
La planificación nos permitirá tener presentes todos estos aspectos que hemos visto antes de comenzar la primera sesión de la temporada, y ya desde esa primera sesión orientaremos a los jugadores a realizar en los partidos lo que entrenan sin miedo a fallar. Este miedo a fallar es lo que hace que muchos jugadores vuelvan a hacer en los partidos lo que han hecho siempre, lo que les impide, en la mayoría de los casos, progresar. A nuestro entender ésta es la causa de que en el deporte adulto los jugadores sean tan indisciplinados tácticamente. El miedo a fallar es algo que se les va “enseñando” desde que son pequeños, cuando es precisamente gracias a los errores como mejor podrían aprender, siempre que esos errores sean reforzados de manera positiva, y no con una “bronca”. Las “broncas” vendrán cuando el jugador sea profesional y tenga que responder de sus acciones erróneas ante sus compañeros, su entrenador, sus directivos y su afición. Pero entonces este jugador sí tendrá que jugar para ganar, para lo que estará preparado si antes ha conseguido asumir los pros y los contras del resultado de sus acciones.
EDAD
El primer aspecto con el que debemos contar al trabajar con jugadores en edad juvenil es tener el conocimiento de que no nos relacionamos con adultos, pero tampoco con niños. La etapa que cubre esta categoría está caracterizada por unas condiciones determinadas a nivel fisiológico, psicológico y socioemocional que le confieren un tratamiento especial a la hora de conseguir