Entrenamiento de base en el fútbol sala. Jesús Velasco Tejada
hemos hablado antes sobre la jerarquización que debe existir en el aprendizaje de los diversos ámbitos que conforman el todo que constituye un jugador. Esta necesidad de conocer qué es mejor entrenar primero y a qué nivel nos lleva obligatoriamente a la creación de unos niveles de aprendizaje dentro de cada ámbito, de forma que podamos mezclar en los entrenamientos el trabajo de unos y de otros, pero sabiendo por qué debemos utilizar en cada caso concreto del juego un nivel más sencillo de entrenamiento en el ámbito cognitivo (por ejemplo, de la atención selectiva) que en el perceptivo (digamos, en la mejora de la visión periférica).
Así mismo, hemos de tener presente que la creación de unos niveles de aprendizaje para esta categoría no supone que éstos existan en la realidad, ni que en cada jugador se den de la manera que aquí se exponen. Hay que tener en cuenta que cada individuo es diferente y aprende y evoluciona de una manera distinta, por lo que tendremos que observar cómo el aprendizaje de nuestros jugadores se adapta a la planificación que teníamos prevista y si el nivel en el que están trabajando es el adecuado para poder mejorar. La progresión en el aprendizaje de un jugador es muy sutil y es complicado poder definir en cada uno de ellos en qué nivel se encuentra. Sin embargo, esta clasificación nos permitirá estructurar el trabajo y nos facilitará la aplicación de la planificación, de la que ya hemos hablado anteriormente.
Todos los autores consultados vienen a utilizar en sus clasificaciones entre tres y cuatro fases en el aprendizaje de las tareas motrices. Así C. Bayer (1992), M. Grosser y A. Neumaier (1986), D. Harre (1987), J. Junoy (1996) o K. Meinel, (1984) hablan de tres etapas, que básicamente se distribuyen en una primera de iniciación al deporte, una segunda de formación y una tercera de especialización con proyección hacia el alto rendimiento y con la que se tratan de alcanzar los máximos niveles de rendimiento. Otros, como V. Añó (1997), F. Navarro (1993), V. N. Platonov (1988) o J. Sampedro (1993) nos hablan de cuatro, dividiendo la del centro de los anteriores autores en dos intermedias, una más cercana a la iniciación y la otra más cercana a la especialización, de forma que a nuestro entender se especifica mejor el trabajo, al menos en lo que atañe a nuestro deporte. Nuestra idea es estructurar estas fases del aprendizaje no de una manera general, sino adaptada a cada uno de los ámbitos en los que hemos dividido la formación del jugador. Gracias a esta organización podremos coordinar adecuadamente el trabajo en todos los ámbitos, cada uno en el nivel que corresponda.
Conocer el nivel de los jugadores es un factor indispensable para poder llevar adelante la planificación, pues de lo contrario estaremos exigiendo a los jugadores un rendimiento para el que quizás no estén preparados, ya sea por defecto o por exceso. Por esto, si vemos que estamos aplicando un nivel de iniciación en el ámbito perceptivo a nuestro grupo y comprobamos que los ejercicios que les proponemos no les motivan por ser excesivamente sencillos, tendremos que aumentar el nivel de dificultad; así conseguiremos un nivel de entrenamiento adaptado a la calidad del grupo de forma que habrá mejora con el trabajo desarrollado.
La idea al utilizar estos niveles es que sirvan para cualquier edad, pues al comenzar la práctica en categoría benjamín se inicia la progresión hacia la formación completa del jugador. Esta progresión seguirá hasta llegar a la categoría juvenil, que es la que nos ocupa en este caso, la cual no es la última etapa del aprendizaje, pero sí la última preparada específicamente para ello. Con el siguiente esquema queremos dar una idea de cómo quedaría estructurado todo el proceso de enseñanza-aprendizaje del fútbol sala desde el comienzo de la práctica.
Suponiendo cinco niveles en una escala de aprendizaje: inicial (nivel 1), iniciación (nivel 2), desarrollo (nivel 3), optimización (nivel 4) y mantenimiento (nivel 5, que quedaría ya fuera de lo que es la fase de formación del jugador), veremos primero las características de cada uno:
1.Inicial. En él se toma un contacto genérico con el ámbito que vamos a trabajar. No hay ningún tipo de especialización, tan sólo el descubrimiento de los aspectos generales que lo condicionan. Lo primordial es que los jugadores adquieran un conocimiento superficial de aquel ámbito en el que están trabajando y que comiencen a comprender las características de esta actividad que ven por vez primera.
Los ejercicios utilizados serán jugados en su gran mayoría y alejados de la realidad del aspecto del juego para el que los hayamos creado. El objetivo de esto es conseguir que este primer contacto sea positivo y cree en el jugador la motivación para progresar en el ámbito iniciado.
2.Iniciación. Comienzo de la especialización en el ámbito tratado, reduciendo la confusión que crea el inicio de la práctica y tratando de conseguir ya un aprendizaje significativo, aunque sencillo, sobre lo que se entrena. Los entrenamientos se realizarán cercanos a la realidad, aunque más simplificados, para procurar que los jugadores entiendan el sentido y las características de los ámbitos que forman el fútbol sala como deporte colectivo, pero conociendo ya las peculiaridades específicas de este deporte que lo diferencian de los otros, cuya especialización provocará la optimización en su práctica.
3.Desarrollo. Es el paso intermedio entre el inicio de la especialización y la consecución máxima en el ámbito que queremos mejorar. Aumenta la complejidad de los ejercicios realizados para provocar la adaptación necesaria que permita mejorar en el ámbito a desarrollar. La práctica se orienta hacia el juego de conjunto, alejando a los jugadores de forma gradual del individualismo de fases anteriores. La noción de conjunto debe cobrar protagonismo en los ejercicios que se realizan en los entrenamientos, independientemente del ámbito que se esté trabajando.
Los ejercicios se ejecutarán en condiciones de realidad, siempre dependiendo de la dificultad de la tarea que se realice, para conseguir adaptación en estas circunstancias y hábito en su entrenamiento, y, por tanto, aprendizaje.
4.Optimización. Es la fase en la que se adquiere el grado de consecución máximo en el ámbito que queremos mejorar. Con la optimización facilitaremos la automatización de las acciones a ejecutar, la adaptación a las situaciones que plantea el juego real y la estabilidad emocional necesaria para poder actuar de forma eficaz y eficiente en el nivel competitivo para el que nos estemos preparando.
En los entrenamientos las acciones se realizarán en condiciones de máxima dificultad, incluso mayor que la que nos podemos encontrar en el juego real. Podremos crear esta dificultad aumentando el nivel cuantitativo (condicionando el número de veces que se puede tocar el balón, el número de contrarios a enfrentar, la pierna de ejecución, etc.) o el nivel cualitativo (provocando la necesidad de aumentar la velocidad de ejecución de las acciones, ya sea por el factor tiempo o por el factor espacio).
5.Mantenimiento. En esta fase, que debe ser la de mayor duración en la vida de un deportista, ya no se produce una mejora significativa en el ámbito trabajado en cuanto al aprendizaje de los factores que condicionan dicho ámbito. La mejora se producirá por el aumento de la experiencia gracias a la práctica continuada y por el mejor conocimiento de todas las circunstancias que inciden en el juego que esa práctica facilita, lo que permite un mayor control sobre dichas circunstancias. Dentro de esta fase tendremos a casi todos los jugadores de las primeras plantillas de los equipos senior de máximo nivel.
La individualización del entrenamiento nos permitirá mantener, aumentar o disminuir la carga de trabajo de cada uno para conseguir el rendimiento óptimo de todos, porque hay que tener presente que en algunos habrá que amortiguar el descenso del rendimiento físico, debido a que por su edad o estado físico no podrán soportar una carga de entrenamiento muy elevada, mientras que en otros será posible continuar con el mismo nivel de exigencia de la fase anterior.
NIVELES
Observamos, por tanto, que en la etapa que tratamos los niveles ideales para llegar a la categoría senior con capacidad para que haya adaptación a la dificultad que entraña esa categoría serían los de optimización en los ámbitos coordinativo y perceptivo, de desarrollo-optimización en el cognitivo, de desarrollo en al afectivo y de iniciación-desarrollo en el estratégico. Vemos también que el nivel