Entrenamiento de base en el fútbol sala. Jesús Velasco Tejada

Entrenamiento de base en el fútbol sala - Jesús Velasco Tejada


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el sujeto no está desarrollado de forma completa, pero el ritmo de crecimiento a esta edad es ya muy lento, como nos indica L. M. Ruiz (1987), circunstancia ésta por la que los jugadores pueden soportar una alta carga de entrenamiento que les permita adaptarse para dar un rendimiento mayor, como más adelante veremos.

      Es de vital importancia el tratamiento que el entrenador da a los jugadores tanto en el momento de realizar las tareas en los entrenamientos como a la hora de competir, pues su actitud debe encaminarse, como una parte más del entrenamiento en esta edad, a favorecer la autoaceptación, la participación física y cognitiva en las tareas propuestas, el respeto a los demás y a las normas que deben imperar en el grupo y en el juego.

      Rasgo característico de esta edad es que en el aspecto emocional estamos llegando a la consecución de la noción de autoconcepto e identidad por parte de los jugadores, de forma que aún el entorno es capaz de desestabilizarles, dada la gran influencia que éste y las relaciones sociales tienen en ellos en esta etapa de sus vidas. Debemos tener presente que, en general, a estas edades el deporte se practica por causas diferentes a las del deporte de los adultos y que trabajamos con gente que aún no está equilibrada emocionalmente, por lo que hechos que para las personas adultas serán aparentemente banales puede que no lo sean tanto para los jugadores, que pueden verse afectados de manera diferente a las personas ya desarrolladas física, mental y emocionalmente.

      Más adelante veremos algunos de los aspectos más relevantes en los que se debe apoyar el entrenamiento, de forma que ahora sólo indicaremos la importancia que tiene el principio de la individualidad, precisamente debido a esas características especiales que en el aspecto emocional tiene esta categoría. Al trabajar con personas que no han llegado aún a la madurez en ninguno de los sentidos, tendremos presentes la edad concreta de cada jugador, el grado de desarrollo que con respecto a esa edad tiene y sus posibilidades de evolución. Con esto queremos decir que no debemos exigir lo mismo a un jugador de 16 años que a uno de 18, ni tampoco a dos de la misma edad, pues puede que uno de ellos esté más desarrollado que el otro en el aspecto físico, pero no en el psicológico o el emocional. Como entrenadores hemos de barajar todas estas posibilidades dentro de la edad con la que trabajamos.

      Asimismo, no hemos de olvidar que los jugadores están aún en transición hacia la etapa definitiva de la competición, y que aunque el entrenador pueda permanecer durante muchos años en esta categoría, los jugadores se van desarrollando y cambiando. Por ello, hemos de tener presente que el equilibrio del equipo es importante, y éste sólo se conseguirá teniendo en la plantilla jugadores de último año junto con algunos de segundo y de primero. De esta manera los jugadores que llegan nuevos podrán aprender de los que llevan más tiempo cómo se deben comportar, cómo son los entrenamientos, etc. En definitiva, se tratará de tener una estructura lo más parecida a un equipo de adultos, pero adaptada a la categoría juvenil.

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       NIVEL DE APRENDIZAJE EN CADA ÁMBITO

      Una vez admitida la importancia que la planificación tiene en nuestra labor como entrenadores, tendremos que plantearnos cómo podremos llevarla a cabo en la práctica. Para ello jerarquizaremos el entrenamiento y estructuraremos el fútbol sala en ámbitos, creando unos niveles de aprendizaje. Veamos en qué consisten estas ayudas a la hora de aplicar lo planificado.

      Es cierto que las personas funcionamos como un todo uniforme, como una globalidad dentro de la cual unas veces sobresale un aspecto, y otras, otro. Es cuestión de focalizar el trabajo en uno de estos aspectos o ámbitos para conseguir más su desarrollo, contando con que si orientamos la actividad a uno también estaremos actuando sobre los otros. Por esto es necesario saber cuál de todos los ámbitos es el que tenemos que empezar a trabajar primero, por qué y en qué nivel de dificultad, pues muchos de ellos están jerarquizados y antes de poder llegar a unos hay que dominar otros. Un claro ejemplo lo tenemos en las primeras edades de práctica, cuando aún los niños no dominan las habilidades y destrezas básicas de forma completa. Sería una pérdida de tiempo tratar de enseñar a un niño en esta edad a desmarcarse si aún no entiende la razón de ser de esta acción ni es capaz de pasar y controlar bien el balón.

      Trasladándonos a nuestra categoría el ejemplo será más sutil, pero también muy claro. Volvemos con nuestro jugador del ejemplo anterior, Alberto. Sabemos que es un gran finalizador y que tiene un magnífico regate hacia la derecha, de forma que, para situaciones apuradas, ideamos una jugada de aclarado, colocando al equipo en sistema 2:2 y a él en la banda izquierda y detrás. Así tendrá espacio para salir hacia el centro de la cancha con el regate y tirar desde allí, pues desde el centro el ángulo de tiro es mayor y por tanto tendrá más posibilidades de conseguir gol. Hasta ahí todo es fácil porque en esta categoría no hay jugadores capaces de frenar a Alberto en el uno contra uno. Pero si como entrenadores nos limitamos a esto estamos fallando. En un partido se acerca el final y vamos perdiendo, de modo que ordenamos la jugada de aclarado para Alberto. Pero la defensa contraria hace ayudas y cuando el jugador sale hacia el centro y desborda a su marcador no puede tirar porque el adelantado del lado contrario estaba colocado en el centro de la cancha y no con su par y se le ha echado encima, le ha quitado el balón y ha metido gol en el contraataque. ¿Por qué ha sucedido esto? Si le preguntamos a Alberto después por qué no ha pasado el balón al jugador del otro lado, dejándole así sólo al haber creado él superioridad llamando la atención de dos contrarios, seguramente nos dirá que porque no lo vio. Éste es un caso típico de un jugador técnicamente bueno, pero que tiene grandes carencias perceptivas; no “levanta la cabeza”. Si como entrenadores nos damos cuenta de esto, tenemos que desarrollar en Alberto este ámbito tan importante en el juego y hacerle comprender que es necesario que perciba el movimiento de todos los jugadores en la cancha, así podrá aprovechar sus grandes cualidades técnicas para conseguir desequilibrar él solo todo el sistema defensivo de los contrarios. Así estaremos ayudando a Alberto a mejorar y hacerse más completo. Con este ejemplo vemos que Alberto es un jugador con un alto nivel en los ámbitos coordinativo y estratégico, y posiblemente bueno en el condicional, pero flojo en los niveles perceptivo y cognitivo, que serán los que más deba trabajar para mejorar.

      A estos ámbitos coordinativo, condicional, cognitivo y estratégico habrá que añadir el afectivo, que engloba las características de la personalidad del jugador en relación consigo mismo, con los demás y con la actividad que desarrolla.

      El ámbito coordinativo engloba los movimientos relacionados con la calidad de la ejecución de las acciones del juego. Es lo que llamamos técnica.

      El ámbito condicional se refiere al aspecto físico de la ejecución, a las características físicas que hay que desarrollar para tener un buen rendimiento en cuanto a los movimientos que son indispensables en la realización de esa práctica deportiva. Este ámbito lo conocemos como condición física.

      El ámbito cognitivo se refiere al aspecto mental del juego, a la capacidad para adaptarse a las diversas situaciones, constantemente cambiantes que el juego ofrece. Es lo que conocemos como táctica individual.

      El ámbito estratégico está relacionado con la disciplina táctica, con la adaptabilidad del jugador al sistema de juego empleado por el equipo en cada momento. Este ámbito es conocido como táctica colectiva o estrategia. Las semejanzas entre estos dos términos son grandes, llegando algunos autores a utilizarlos indistintamente y otros a diferenciarlos. En general, la estrategia es más genérica y temporalmente anterior, pues debe formar parte de la planificación, y la táctica colectiva es más específica, ocupándose la primera de los sistemas de juego y la segunda de la aplicación concreta de estos sistemas en cada situación. Dejemos esta controversia para otros trabajos más específicos sobre el tema.

      Más adelante estudiaremos detalladamente los aspectos a desarrollar en cada ámbito con respecto a la edad que estamos tratando y al nivel con el que se presupone llegan los jugadores juveniles después de haber trabajado correctamente en las categorías anteriores.


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