Adiestre a su perro. Dawn Sylvia-Stasiewicz
semanas después, Peter volvió a clase molesto porque Wallaby había empezado a saltar de nuevo. Le pregunté si estaba utilizando regularmente la técnica del juguete Kong que habíamos practicado. Peter vaciló. «Bueno…, a veces.» ¡Ajá! Como verá, el adiestramiento poco constante es la causa más común de que los buenos comportamientos se desmoronen. Trabajé con Peter otra técnica: le dije que animara a Wallaby a saltar. Eso es: recompensamos a Wallaby por hacer ese «mal comportamiento» en el que ya era tan bueno. Le dije a Peter que pidiera a Wallaby que saltara en momentos aleatorios cuando Wallaby no se lo esperara, incluso en mitad de la clase cuando estábamos trabajando en otra cosa. Una y otra vez, solo por saltar cuando se lo pedía, recompensaba a Wallaby con abundantes alabanzas y golosinas. Si saltaba cuando Peter no se lo pedía, no obtenía recompensa. En lugar de eso, Peter le daba la espalda.
Entonces ocurrió algo gracioso: Wallaby empezó a anticipar cuándo Peter le iba a pedir que saltara y esperaba la indicación de Peter, sabiendo que le daría una recompensa. Al cabo de poco tiempo, Wallaby sabía que solo obtenía una recompensa por saltar cuando Peter se lo indicaba diciendo: «¡Wallaby, canguro!». Al conseguir controlar los saltos de su perro, Peter también enseñó a Wallaby a controlar sus impulsos y convirtió este comportamiento previamente malo en un truco divertido del que los dos disfrutaban. La historia de Peter nos ayuda a ilustrar que un castigo no siempre tiene que ser una reprimenda física como un rodillazo en el pecho del perro, cosa que podría haber enseñado a Wallaby a no acercarse a Peter para nada. Un castigo también puede ser no dar una recompensa, siempre que reduzca el comportamiento inmediatamente previo, de modo que sea menos probable que ocurra en el futuro. En otras palabras: Peter sí que castigaba a Wallaby. ¿Cómo? Si Wallaby saltaba cuando Peter no se lo pedía, Peter no daba a Wallaby alabanzas ni golosinas, sino que se volvía y lo ignoraba. No dar una recompensa se convierte en el castigo. Esto se llama castigo negativo, lo que significa que el castigo de Wallaby es que no obtenía ninguna recompensa que apreciara (la atención de Peter o una golosina). El castigo negativo es como castigar sin salir de casa a un niño mayor, poner a pensar a un niño pequeño o dejar sin la tan deseada televisión por la noche. Se trata de retirar un privilegio.
Un castigo positivo hubiera sido que Peter castigara físicamente a Wallaby con, digamos, un rodillazo en el pecho cuando Wallaby intentara saltar. Con un niño, el castigo positivo puede ser que le griten o recibir un azote. Si todo lo que un padre hiciera fuera azotar a un niño cuando no se porta bien, entonces la única recompensa del niño sería que no lo azotaran, cosa que se llama refuerzo negativo. (Los servicios de protección de la infancia tendrían otros nombres para esto.)
Este concepto de negativo frente a positivo no tiene que ver con malo frente a bueno. Negativo significa que lo retiramos; positivo significa que lo damos. Así que el refuerzo positivo significa que damos un refuerzo o una recompensa. El castigo negativo significa que no damos esa recompensa. El adiestramiento canino con refuerzo positivo está relacionado con las recompensas, por lo que utilizamos tanto el refuerzo positivo (dar recompensas) como el castigo negativo (no dar recompensas). El adiestramiento canino tradicional está relacionado con el castigo. Hace hincapié en el castigo positivo (dar una corrección física como un reproche brusco o un tirón en la cadena de ahogo) y el refuerzo negativo (no dar el castigo, como no tirar de la cadena de ahogo).
Esta distinción entre negativo y positivo puede ser un poco difícil de entender, así que volvamos a Peter y Wallaby. Peter utilizó el modelo de refuerzo positivo para cambiar el comportamiento de Wallaby diciéndole de una forma eficaz: «Me gusta que saltes; hazlo un poco más». La recompensa reforzó el comportamiento positivo de Wallaby. Peter castigaba a Wallaby con castigo negativo: no había ni alabanzas ni golosinas si Wallaby saltaba cuando Peter no se lo pedía, lo que significaba: «Puedes saltar todo el día, pero te ignoro. Hacer esto no vale la pena».
Imaginémonos que Peter hubiera continuado utilizando el modelo de adiestramiento aversivo tradicional. Si Wallaby saltaba sobre Peter, entonces Peter estaba obligado a darle al perro un castigo positivo, una reprimenda física o verbal. Este castigo positivo estaría diseñado para decirle a Wallaby: «No saltes». Cuando Wallaby no saltaba, no hacía nada, lo que representa una recompensa negativa: Wallaby no recibía el castigo. En otras palabras, Peter intentaría decir a Wallaby: «No está mal no saltar». La recompensa negativa sería un intento de reforzar el comportamiento positivo de Wallaby (no saltar).
Desde el punto de vista profesional, creo que hay un error en esta lógica. A Wallaby nunca se le dice de manera específica que hace lo correcto: que no saltar es lo que quiere Peter. Wallaby tiene que adivinar lo que tiene que hacer mediante un proceso de eliminación, pero nunca se le dice cuándo lo hace bien. Incluso una rata dentro de un laberinto al final obtiene una recompensa cuando encuentra el queso. Un perro que solo se ha adiestrado a través del modelo de castigo aversivo tiene que adivinarlo todo solo. Eso requiere pensamiento abstracto, algo para lo que los cerebros de los perros no están programados.
Además, cuando a un animal se le da «el palo» demasiadas veces, o bien se rebela, o bien se rinde y pierde su vitalidad. Los adiestradores tradicionales buscan el momento del adiestramiento en que el perro se rinde. Creen que el estado debilitado de sometimiento del animal es el momento en que pueden crear los comportamientos deseados. A pesar de que este método puede ser eficaz en casos extremos que implican problemas graves de comportamiento canino bajo el cuidado de un adiestrador muy capacitado y experimentado como César Millán, es un arma peligrosa en manos de un propietario normal de perro, y aún más en manos de un niño.
De hecho, la asociación American Veterinary Society of Animal Behavior (AVSAB, Sociedad Veterinaria Estadounidense de Comportamiento Animal) está muy preocupada con la idea de que las familias utilicen los métodos de castigo aversivo de César Millán. En una declaración reciente de su postura, la AVSAB da nueve razones por las que el castigo aversivo puede ser ineficaz y potencialmente peligroso, en especial en manos de un no profesional no cualificado. Avisan que puede desencadenar o incluso «provocar comportamientos agresivos». También advierten que este tipo de adiestramiento puede reprimir comportamientos agresivos y, a la vez, hacer que el perro sea más temeroso, lo que hace más probable que el perro ataque sin aviso.
¿Y SER EL LÍDER DE LA MANADA?
Muchos adiestradores caninos tradicionales que utilizan técnicas de castigo aversivo reivindican que los que utilizamos el refuerzo positivo no entendemos la psicología de la manada canina. Dicen que los perros desean un líder fuerte que los domine y les diga lo que tienen que hacer. Los adiestradores tradicionales dicen que si el perro no le reconoce a usted como al perro alfa, el líder de la manada, el perro sentirá la necesidad de convertirse en el líder y acabará siendo el responsable de usted.
Es verdad que a los perros les gusta saber quién es el líder. Pero creo que los adiestradores caninos tradicionales se meten en un problema cuando llegan a la conclusión de que el único tipo de liderazgo que un perro respeta es un jefe abusón que no para de darle tirones con una cadena de ahogo; que le da la vuelta para ponerlo patas arriba y sentarse encima de él, lo que los adiestradores llamamos posición de la vuelta del alfa; y que solo le da al perro correcciones aversivas.
Los buenos líderes no tienen que actuar como abusones para exigir respeto, ni en el mundo de los humanos ni en la manada de perros. No es necesario que los perros de compañía se sientan intimidados para que se conviertan en un seguidor leal. A los perros de compañía les encanta seguir a líderes que les proporcionan comida, cobijo y seguridad: líderes que consideran benevolentes y justos. Los buenos líderes de manada proporcionan experiencias sociales y mucha diversión.
«NO MÁS VIOLENCIA»
Me preocupa lo que le ocurre a las personas cuando hacen daño a un animal o, en el caso de los niños, ven que alguien hace daño a un animal, aunque sea en aras del llamado adiestramiento. Si me deja dar una charla un momento, también creo que el adiestramiento canino positivo