Avances en psicología del deporte. Alejo García-Naveira Vaamonde

Avances en psicología del deporte - Alejo García-Naveira Vaamonde


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1-5 Clasificación del deportista y guía de objetivos y del enfoque de intervención a partir de los datos de la entrevista del MCS-SP

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      Adaptada de Gadner y Moore, 2004, 2006.

      Este sistema de clasificación se basa en la exploración de los principales problemas, necesidades y circunstancias de la vida del deportista, y su evaluación sugiere el enfoque de la intervención, combinando datos ambientales, inter- e intrapersonales, conductuales e historia del impacto de las demandas de rendimiento del deportista. Dentro de la taxonomía, las categorías abarcan la mera optimización del rendimiento, el abordaje de disfunciones transitorias de rendimiento deportivo, el deterioro del rendimiento debido a la presencia de un trastorno clínico y la finalización de la carrera deportiva. Por su parte, la entrevista desarrollada en el MCS-SP va guiando la evaluación de forma que, si se detecta un problema (clínico o no) específico que afecta al rendimiento, el psicólogo profundizará en esas cuestiones con ayuda de otros instrumentos de evaluación complementarios, lo que le facilita la planificación de la intervención (Gardner y Moore, 2004, 2006) (tabla 1-5).

      En España, contamos con alguna entrevista específicamente diseñada para el ámbito deportivo, como la de Jaenes y Caracuel (2006) para deportistas jóvenes, que se presenta sintéticamente en la tabla 1-6.

      Por su parte, Gimeno y Buceta (2010) plantean una entrevista de devolución de la información que desempeña, además, un papel relevante desde el punto de vista de la evaluación. El psicólogo parte de los resultados obtenidos en la aplicación del Cuestionario de Características Psicológicas Relacionadas con el Rendimiento Deportivo (CPRD) y los utiliza como hilo conductor de la entrevista, lo que le permite explorar, precisar y contrastar la información proporcionada por el cuestionario mediante la interacción verbal con el deportista. Asimismo, tras esa entrevista, se propone al deportista la posibilidad de celebrar otra en la que esté presente su entrenador. En este caso, el objetivo es que el deportista comunique a su entrenador la información psicológica que considere pertinente, soslayando el conflicto de confidencialidad que recaería sobre el psicólogo. A su vez, este ayuda al deportista a exponer la información y esclarece las dudas del técnico y, adicionalmente, puede recabar información sobre las preocupaciones, creencias o reacciones del entrenador.

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      Adaptada de Jaenes y Caracuel, 2006.

      Este tipo de entrevista está encaminado a obtener la información inicial y a establecer la relación adecuada entre el deportista y el psicólogo. Esta segunda función es crucial para el buen funcionamiento de la intervención. Por tanto, además de su estructura y contenidos, la entrevista tiene el cometido de establecer una relación de confianza y colaboración recíprocas entre las personas implicadas.

      Las entrevistas de devolución de la información han recibido una atención mínima por parte de la psicología del deporte a pesar de la relevancia que entraña esta tarea. En este contexto, la cantidad de información que ofrece al psicólogo, las explicaciones que aporta sobre los datos obtenidos, ante quién presenta esa información y la forma en que lo hace son aspectos de gran relevancia que, en psicología del deporte, habrán de desarrollarse.

      Por otra parte, las entrevistas de seguimiento constituyen un buen ejemplo de la interacción entre evaluación e intervención. En estas entrevistas, el psicólogo recoge la información necesaria para conocer la marcha del proceso de cambio, indagando sobre los progresos, estancamientos o retrocesos, lo que le permite anticiparse a posibles dificultades. Además, constituyen una magnífica oportunidad para reforzar las acciones correctas del deportista relacionadas con la intervención, su compromiso, su esfuerzo, etc. Asimismo, en el marco de estas entrevistas en ocasiones se inserta la propuesta de una nueva técnica o la retirada de otra cuya aplicación no está dando los resultados esperados. Y, finalmente, las entrevistas de seguimiento permiten constatar la estabilidad de los cambios obtenidos una vez finalizada la intervención.

      Un aspecto clave en la evaluación de una intervención psicológica en el deporte es conocer si los cambios en la variable dependiente se deben a la influencia de la variable independiente, es decir, si las mejoras en el funcionamiento psicológico y en el rendimiento deportivo pueden atribuirse a las técnicas y estrategias propuestas en la intervención.

       Autoinformes

      La característica común a los diferentes recursos de evaluación que se acogen bajo esta categoría consiste en que la información obtenida proviene de las manifestaciones verbales o escritas del individuo que es evaluado (Fernández-Ballesteros, 1996). Para obtener esa información, el psicólogo del deporte puede recurrir, básicamente, a cuestionarios, entrevistas, autorregistros o escalas.

       Cuestionarios

      Las técnicas psicométricas constituyen el conjunto de recursos y procedimientos psicológicos más utilizados por los psicólogos del deporte, pero no por ello deben considerarse las más idóneas ni unos instrumentos exclusivos. Como señalan García-Mas et al. (2004), solo un 33% de los cuestionarios que se utilizan en psicología del deporte está asentado sobre una base conceptual bien definida; menos del 25% presenta datos sobre su correspondiente análisis factorial, y menos del 10% aporta evidencias de poseer un extenso aval de referencias previas a su elaboración. Más desalentadores son los datos que ofrecen Guillén y Márquez (2005): de 322 autoinformes identificados como específicos para su aplicación en psicología del deporte y actividad física, solo 12 de ellos aportan datos sobre su adaptación a la población española, lo que supone un 3,7% del total. Así pues, aunque en los últimos años parece haber mejorado este panorama, la mayor parte de los cuestionarios no cuenta con las debidas garantías teóricas ni psicométricas.

      A esto hay que sumar el hecho de que las respuestas a los reactivos son susceptibles de ser falseadas, por lo que los datos obtenidos exigen un acto de fe por parte del psicólogo y dependen de la sinceridad del deportista o su competencia en comprensión escrita (García-Mas et al., 2004). Además, a los deportistas les resulta tediosa la tarea de cumplimentar cuestionarios, por lo que su potencial falta de motivación por este cometido podría agravar aún más la frágil evidencia que aportan. En la tabla 1-7 se presentan las sugerencias de Gimeno y Buceta (2010) respecto al uso de cuestionarios en la evaluación psicológica con deportistas.

      Con todo, los cuestionarios pueden resultar útiles siempre que la información obtenida se considere un indicador y se constate, o se desestime, a la luz de la información obtenida por otras vías, como se ha comentado con anterioridad.

1 Asegurar la confidencialidad de los datos
2 Conceder importancia secundaria a las puntuaciones globales de las distintas escalas, centrándose fundamentalmente en ítems concretos, así como en la relación entre las puntuaciones de ciertos ítems que pueden tener relación ente sí
3 Utilizar la información del cuestionario como punto de partida para seguir explorando a través de otros procedimientos
4 No llegar a conclusiones definitivas sobre el funcionamiento psicológico de los deportistas basándose exclusivamente en las puntuaciones obtenidas en los cuestionarios

      Adaptada de Gimeno y Buceta, 2010.

       Técnicas de autoobservación


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