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de las cuales se presentan algunos ejemplos en la figura 1-2.

      De los cuatro ejemplos de la figura 1-2, los dos centrales, denominados «escalas ciegas», carecen de referencia numérica y su evaluación supone superponer una plantilla con una escala numérica y anotar el valor que se corresponda con la marca hecha por el deportista.

      Un instrumento muy interesante es el desarrollado por García-Mas et al. (2004) para evaluar la actividad, el descanso y el sueño de los deportistas, el Cuestionario de Actividad, Descanso y Sueño de los Deportistas (CAS-D), en el que se combinan reactivos semánticos y analógicos de fácil comprensión y utilización por parte del deportista.

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      Figura 1-2 Algunos ejemplos de formato de escalas visuales analógicas.

       Observación conductual

      Este recurso de evaluación es crucial en el contexto deportivo y se considera imprescindible (Anguera, 2009), pues posee una serie de ventajas (tabla 1-10). La entrevista y la observación conductual son los procedimientos nucleares de la evaluación en psicología del deporte, a pesar de su baja presencia en la literatura especializada, mucho más proclive a publicar trabajos cuyos datos proceden de cuestionarios, aunque estos tengan múltiples deficiencias.

      En este sentido, el sistema de observación de la conducta del entrenador, más conocido por sus siglas en inglés CBAS (Coaching Behavior Assessment System), elaborado por Smith, Smoll y Hunt (1977), es el más conocido de los registros de observación conductual en el deporte. Montero, Ezquerro y Buceta (2004) introdujeron algunas variantes e incorporaron a la propuesta original de Smith et al. (1977) algunas circunstancias antecedentes, relevantes en baloncesto, como la fase del partido o la situación del marcador en las que el entrenador emitía la conducta. Ezquerro y Buceta (2001) diseñaron un sistema de observación para registrar y analizar conductas de decisión en tenis, contemplando diversas situaciones antecedentes, la ocurrencia o no de la conducta decisional y las consecuencias de esta, en términos de éxito o fracaso. En líneas similares, Ortín, Olmedilla y Lozano (2003) utilizaron un sistema de registro que también contemplaba 14 situaciones antecedentes a la conducta-objetivo, que, en este caso, se trataba de un rechazo en fútbol, registrando el jugador que la emitía y el equipo al cual pertenecía.

      En líneas generales, nuestra propuesta para elaborar un sistema de observación conductual, además de regirse por los criterios propuestos por Anguera (1999) respecto a la construcción de categorías, debería incluir los elementos que constituyen la base de la conducta: estímulos antecedentes, conducta y consecuencia. Por ejemplo, puede resultar interesante conocer cómo reaccionan los deportistas (con conductas de inhibición, superación o desorganizadas) en situaciones relevantes (p. ej., tras cometer un error, o después de haber metido un gol, en los últimos minutos de juego con marcador desfavorable, etc.) y qué consecuencias tienen dichas reacciones sobre el rendimiento.

1 Permite recoger información en el contexto natural en que se emite la conducta
2 Facilita el seguimiento temporal de la conducta proporcionando datos sobre su dinámica: frecuencia, duración e intensidad
3 Propicia el registro de las interacciones entre deportistas del mismo equipo y / o rival
4 Supone una fuente de información crucial en relación con la intervención, propiciando observar in situ si esta está produciendo los cambios esperados o no
5 Permite contrastar la información obtenida mediante autoinformes
6 No requiere que el deportista invierta tiempo ni esfuerzo adicional para su evaluación
7 Aporta datos que no pueden se falseados por parte del evaluado
8 Posibilita la obtención de indicadores objetivos de conductas encubiertas
9 Contribuye a la evaluación del rendimiento, aportando evidencias constatables con las que confrontar la percepción subjetiva del deportista

      Adaptada de Muñoz, 2008.

      Por otra parte, la tarea de sistematizar la obtención de indicadores conductuales constituye un procedimiento de evaluación poco utilizado a pesar de su utilidad, pues permite obtener información sin necesidad de recurrir a los habituales autoinformes. Además, los entrenadores y profesores estiman la motivación de sus deportistas a través de la observación de sus conductas, aunque no utilicen un procedimiento sistemático. Algunos ejemplos de estos indicadores, que vienen siendo utilizados tradicionalmente en investigación experimental, sobre todo con animales y actualmente con niños en el contexto académico, son los de Berhenke, Miller, Brown, Seifer y Dickstein (2011), Deci, Koestner y Ryan (1999), y Lai (2011). En la tabla 1-11 se presentan los indicadores básicos de motivación y en la tabla 1-12, los correspondientes al constructor «falsa confianza» en un deportista.

      Estos indicadores suelen utilizarse cuando es inviable recurrir a autoinformes, como ocurre con niños o en investigación animal. Aplicados al ámbito deportivo, permiten obtener información sobre ciertas variables encubiertas, sin demandar tiempo ni esfuerzo al deportista y sin interferir en su actividad.

Latencia Tiempo que transcurre hasta que se inicia la actividad (tardanza en salir del vestuario, inicio del ejercicio tras la indicación del entrenador); tiempo destinado a charlar y jugar antes de involucrarse en el entrenamiento, etc.
Frecuencia Número de veces que se realiza cierta conducta en relación con el número de oportunidades (p. ej., conductas de esfuerzo, ejercicios de estiramiento, etc.)
Persistencia Perseverancia frente a las dificultades
Elección Frecuencia con que se opta libremente a realizar una tarea frente a otras alternativas
Expresión Expresiones faciales, verbales y corporales respecto a la tarea que se va a realizar o que se está llevando a cabo

      Adaptada de Ezquerro, 2013.

      En la misma línea podrían elaborarse otros conjuntos de indicadores conductuales, teniendo en cuenta que la información que aportan procede de una inferencia y, por tanto, no constituyen una verdad apodíctica, sino una pista que puede orientar al psicólogo a contrastarla. Pero hay que tener presente que los datos procedentes de cuestionarios también son meros indicadores autoinformados.

      • Múltiples manifestaciones verbales de «sólida confianza»

      • Planteamientos rígidos, sin dar opción a otras alternativas

      • Búsqueda de objetivos muy altos, sin analizar las dificultades

      • Optimismo infundado


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