Patrimonios, espacios y territorios. Natalie Rodríguez Echeverry
Y, además, se añade que:
Si nuestro campesino lograra alimentarse hallaríamos la solución a tanto problema de trabajo, de higiene, de población, de riqueza, que en vano pretendemos solucionar con buenas intenciones. Abaratar los víveres el primer paso; pero debamos también emprender una campaña enérgica y constante tendiente a difundir en el campesino su necesidad de alimentarse y transformar en él esa propensión a lo fatuo de las necesidades, obsesionado por un aparente beneficio de civilización que lo hace trajearse con vistosidad, mientras que su alimento no tiene otro objeto que el de calmar el “hambre del estómago” contra la cual no necesitamos luchar tanto, ya que siempre hay con qué entretenerla. Necesitamos luchar sí, y con mucho empeño, contra la DESNUTRICIÓN de nuestro campesino, porque mientras se continúa así con este pueblo desnutrido, el Chocó tendrá que permanecer al margen del progreso colombiano o el nativo ceder el campo a los hermanos de las regiones vecinas, mas vigorosos y fuertes por mejor alimentados. (1943 n.° 3876, 3-4. Las cursivas no pertenecen al original)
Ante lo expuesto, un pueblo que es escenificado bajo representaciones de pobreza, entendida como otra característica que se opone al progreso de la región. Un pueblo también considerado “desnutrido”, el cual, bajo esta condición, debe permanecer “al margen del progreso”, catalogaciones de sus pobladores que se suman a las consideraciones de no aptos para formar parte y llevar a cabo el proyecto progresista. De esta forma, se asiste a la construcción del atraso, ya no solo en términos morales, espirituales e intelectuales, sino también asociado al atraso material, representaciones del atraso que se entrecruzan y relacionan interactuando en red, esto es, operando desde diversas esferas.
Además de las condiciones señaladas en términos de atraso, se referencian otras causas a las que se atribuye la decadencia de la región; una de estas se refiere a la “deficiente” y casi inexistente “organización política” bajo la cual se manejan sus destinos, organización política en sintonía con los ideales modernos imperantes en el país. En uno de los artículos del periódico La Antorcha, publicado hacia finales del siglo XIX, se atestigua que “desde sus tiempos primitivos el Chocó ha venido decayendo con motivo de su misma organización política” y se afirma que “en él se arraigó el atraso y la debilidad consiguientes á una esclavitud prolongada”; en efecto, se argumenta que, para el avance en materia de progreso, otras zonas y regiones han “formado un peldaño para la infinita escala del ascenso universal. Pero el Chocó no ha colocado aún su óbolo en aquella formación monstruosa” (1890 n.° 2, 5-6. Las cursivas no pertenecen al original). Un rezago en el que la indiferencia de un Gobierno nacional y local se refleja en una administración que
no ha hecho otra cosa jamás que gozar de sus rentas, sin dedicarle en cambio ningún beneficio. Cuando este gobierno ha abogado por la instrucción en los pueblos del Chocó, se ha contentado con establecer simulacros de escuelas; cuando ha impulsado los trabajos en sus vías de comunicación, ha sido únicamente por proteger sus personalidades. (La Antorcha 1890 n.° 2, 5-6)
Insuficiente organización política, de la cual se afirma que refleja el rechazo hacia esta zona, indiferencia referida desde el periódico Ecos del Chocó, en términos de un “inexplicable olvido” que tanto los Gobiernos nacionales como los ciudadanos en general han tenido frente a “esta prometedora porción del territorio patrio”, actitud que “hasta sugiere ideas un poco desfavorables respecto á algo vitalmente trascendental hoy: respecto á la unidad colombiana” (1907 n.° 1, 2. Las cursivas no pertenecen al original); así, se afirma en estas líneas
ser entre los individuos de una familia uno de los que aran, uno de los que sudan, uno de los obligados al óbolo, y al mismo tiempo no tener en las fiestas de esa familia un sitio, ni el día en que la madre da besos recibir uno, no es ni puede ser agradable. Ni más ni menos, esa era la situación del Chocó. (2)
Estas reflexiones llaman la atención acerca de la omisión de esta porción del país, los acercamientos interesados, los olvidos selectivos y el desconocimiento de los valores de una tierra, lo que se asocia con la idea de un “progreso nulo e inútil” (ABC 1943 n.° 3876, 3-4). En este orden de ideas, el periódico El Chocoano, en 1899, informa que:
Surge en esta localidad la nueva de que el Gobierno ha dispuesto, y ordenado á las autoridades de aquí, el reclutamiento de 10 á 15 hombres por cada uno de los Distritos que componen las Provincias del Chocó. Tan extraña nos ha parecido esta orden, que no podemos menos que calificarla de odiosa. (1899 n.° 17)
Así mismo, en este se cuestiona “¿Por qué se acuerdan del Chocó solo para turbar su reposo y tranquilidad con exacciones de guerra y reclutamiento, y lo hunden en sepulcral olvido cuando de progreso se trata?” (18). En relación con este y otros escenarios similares, en el periódico Ecos Republicanos, en una de sus publicaciones de 1911 se consigna el rechazo ante dichas situaciones: “hemos resuelto publicar permanentemente estos renglones, como una prueba de nuestro amor al solar en que nacimos, como una ardiente protesta contra los Gobiernos que miran con desprecio la comarca más importante de la Nación” (1911 n.° 36, 1). Formas de resistencia ante el abandono, el olvido y la indiferencia del Estado y ante las acciones que relegan a sus habitantes; además, relaciones de poder que se revelan en el “dejar morir” que desecha y marginaliza como táctica de evasión de doble vía, una exclusión que en el Chocó se ejecuta por los también responsables del gravamen del rezago (los que lo ocasionan) y por aquellos quienes lo dictaminan o detectan (los que lo condenan).
Frente a lo expuesto, la construcción del escenario del atraso confluye en la emergencia de sentimientos de desasosiego por parte de algunos habitantes de la región, donde prima el desaliento y la incredulidad, lo que produce el surgimiento de ciertas perspectivas que minimizan las riquezas existentes, así como las prácticas culturales de los habitantes, lo que hace deseable el progreso que trae el cambio. Algunas de estas prevenciones se manifiestan en el periódico El Atratense, en el que se expone que esta zona no es tan rica como se afirma, “porque si tuviera todas las riquezas que se le atribuyen, estas habrían traído una numerosa inmigración, que habría desarrollado la industria y fundado alguna ciudad en alguno de sus puertos, digna de Colombia y de su comercio”, ni es tan feliz “como suponen los que con tanto ahínco exageran sus riquezas naturales; pues sus poblaciones situadas en las regiones auríferas se arruinan” (1880 n.° 1, 3. Las cursivas no pertenecen al original), lo que ocasiona, como se asevera, la disminución de las poblaciones en Quibdó.
Instauraciones discursivas del atraso que actúan sobre la vida y las formas de asumirse de los habitantes de la región; enunciados y prácticas que operan haciendo que los mismos individuos se asuman como no aptos y se sientan carentes de todo aquello que se requiere para ser parte del progreso. Por lo tanto, relaciones de poder que se ejercen por medio de las representaciones del rezago, las cuales crean escenarios en los que los habitantes se reflejan como parte de este y deseen el cambio que trae el progreso, porque en este radica la solución, y para lo cual se requiere necesariamente de la ayuda proveniente de las instituciones externas. De esta forma, se expone desde el informe del Prefecto Apostólico del Chocó (1924):
Colombianos: allá en un extremo de la República yace en un estado atrasadísimo, una pequeña parte de vuestros hermanos, a los que vosotros llamáis negros o semisalvajes. Ellos reconocen con humildad su atraso y hasta se avergüenzan de no seguir el paso triunfal de otros departamentos. Mas ellos no tienen la culpa; no os fijéis en sus apariencias exteriores, pues sus quemadas frentes ocultan un cerebro tan inteligente como el de el [sic] blanco, sus negros cuerpos son relicarios de almas nobles y generosas, sus atezados pechos guardan un corazón pronto a regalar su sangre por su patria y sus robustos brazos han demostrado mil veces que no son indignos de mover la rueda de la carroza del progreso. Sólo piden ayuda: ayudadlos, ayudadlos; romped esa cadena de hierro que los aísla, que los incomunica; anime sus frondosos bosques el silbo de la locomotora, y la hoy tosca concha abrirá sus valvas, ofreciendo al sol de la civilización y a Colombia una hermosa y brillante perla. (167-68. Las cursivas no pertenecen al original)
En efecto, se pregona la necesidad de intervención y de ayuda foránea. En un artículo del periódico El Chocó, publicado en las primeras décadas del siglo XX, una de las acciones a través de las cuales se considera que se puede avanzar