Breve historia del cuento mexicano. Luis Leal
la parte literaria de los periódicos, que se multiplicaban y prosperaban como nunca.
Durante esta época aparecen, por fin, el cuento y la novela corta como géneros independientes. El primero en cultivarlos fue Florencio M. del Castillo, primer cuentista y novelador mexicano. Pero antes ya encontramos uno que otro autor anónimo, una que otra leyenda, uno que otro cuento histórico y, en abundancia, el cuadro costumbrista. Todo ello aparece en los periódicos, los almanaques y los Año Nuevo. En el cuento y la novela corta la tendencia es única: el romanticismo.
A. El cuento legendario
El cuento legendario es uno de los primeros que se cultivan en el México independiente. Los temas, por lo general, son coloniales, resaltando lo sombrío y hasta lo tenebroso. Gómez de la Cortina y Bernardo Couto fueron los iniciadores de este tipo de creación, tan popular en la literatura mexicana.
Autores
José Justo Gómez de la Cortina (conde de la Cortina) (México, 1799-1860) dedicó gran parte de su vida al estudio de la filología y la gramática, y en sus ratos de ocio escribió versos humorísticos y crítica literaria. Publicó el primer cuento legendario de que tenemos noticia, “La calle de don Juan Manuel”,1 de interés por ser de tema colonial mexicano y por haber tenido influencia sobre varios cuentistas posteriores, como Payno, Riva Palacio y González Obregón.
Lecturas: “La calle de don Juan Manuel”, en Valle, pp. 186-189.
Crítica: González Obregón, pp. 16-17. Pimentel, Novelistas, p. 296; Read, p. 72; José Guadalupe Romero y J. M. Pereda, “Biografía del Exmo. Sr. D. José María Justo Gómez de la Cortina, Conde de la Cortina”, Boletín de la Sociedad Mexicana de Geo. y Est., viii (1860), pp. 249-266.
José Bernardo Couto (1803-1862), abogado, político y literato, nació en Orizaba, Veracruz, estudió en el Colegio de San Ildefonso de la ciudad de México y recibió el título de abogado en 1827. Fue ministro de Justicia (1845) y presidente de la Junta Directiva de la Academia de Bellas Artes hasta 1860. Aunque es más conocido por su Historia de la pintura en México, también cultivó el cuento. Su excelente narración “La mulata de Córdoba y la historia de un peso” (verdaderamente dos relatos en uno) apareció en los primeros números de El Mosaico Mexicano. Se ha querido ver en esta narración el origen del famoso cuento de Gutiérrez Nájera, aunque en realidad nada tienen en común.
Lecturas: “La mulata de Córdoba y la historia de un peso”, en el Calendario Antiguo. Casa de Munguía (México, 1882), pp. 107-116; tamb. en Jiménez Rueda, Antología, pp. 199-212.
Justo Sierra O’Reilly (Tixcacaltuyú, Yuc., 1814-Mérida, 1861), hijo de padres distinguidos, hizo sus estudios en su estado natal, hasta llegar a obtener el grado de doctor en leyes. Su obra novelística aparece durante el corto periodo de 10 años: 1840-1850. De ella nos interesan las novelas El filibustero, Doña Felipa de Sanabria, Los bandos de Valladolid y El secreto del ajusticiado. Las tres primeras aparecieron en El Museo Yucateco (1841-1842) y la última en El Registro Yucateco (1845-1846). Sobre la veracidad histórica de El filibustero –cuyo protagonista es Diego el Mulato, pirata del siglo xviii– el autor mismo observó que “la leyenda es toda historia, casi hasta en sus más insignificantes circunstancias”. Lo mismo acontece con la novelita Doña Felipa de Sanabria, en la cual “todos los nombres que se citan, con muchas de las circunstancias que se han referido –dice el autor–, pertenecen a nuestra historia. Así este cuento tiene mucho de histórico y se ha escrito con la mira de desenvolver algunos hechos antiguos”. No menos verídico es el asunto de El secreto del ajusticiado, historia de los alcaldes –de Valladolid– Miguel Ayuso y Francisco Tovar, ahorcados en Mérida en 1704. El mismo asunto dio materia al poeta y dramaturgo español García Gutiérrez para dos de sus dramas. Además de las anteriores, se le atribuyen las novelas El duende de Valladolid, La tía Mariana, Los anteojos verdes, Don Pablo de Vergara, Don Juan de Escobar, Xtacumbilxunáan y El lazarino, esta última a base de interesantes episodios de piratas.
Sierra O’Reilly firmaba sus obras con los seudónimos “José Turrisa” y “J. Tomás y Ara”. Aunque no fue el primero en escribir novelas históricas, le corresponden puesto importante en el desarrollo del género, pues fue él quien por primera vez realizó un estudio concienzudo de la historia de su provincia para entretejerla en sus obras de ficción.
Lecturas: “El secreto del ajusticiado”.
Crítica: E. Abreu Gómez, “Sierra O’Reilly y la novela”, en Clásicos, románticos, modernos (México, 1934), pp. 93-129; José Esquivel Pren, Enc. Yuc., v (México, 1946), pp. 623-631; Read, pp. 98-108; Warner, pp. 16-19.
B. El cuento romántico
El cuento anterior a 1867 es, con raras excepciones, romántico. Los primeros en cultivarlo fueron Rodríguez Galván y Pesado; mas no son ellos los únicos; allí están Pacheco, Díaz Covarrubias, Prieto, Florencio M. del Castillo y otros. En sus cuentos predominan la nota sentimental y la idealización de los personajes. Sin embargo, las descripciones del ambiente son realistas, sin dar cabida a nada que sugiera lo fantástico. La caracterización de los personajes es, casi siempre, a base de lenguaje (uso de mexicanismos) y de la descripción de las características físicas, esto es, externas. Muchos de estos cuentos son en verdad estampas o episodios. En el cuento romántico se hallan pocos temas originales. Los trillados temas del romanticismo europeo son los que predominan: el amor imposible, el fracaso en amores, la rebeldía, la aventura truculenta, las intrigas, el honor mancillado. De vez en cuando, sin embargo, encontramos temas históricos mexicanos, coloniales en su mayoría.
Consultar
Julio Jiménez Rueda, Las letras mexicanas en el siglo xix (México, 1944), pp. 69-73 y 89-100; J. S. Brushwood, The Romantic Novel in Mexico (Columbus, Missouri, 1954).
Autores
José Joaquín Pesado (1801-1861), la personalidad más destacada del grupo, nace en San Agustín del Palmar (Puebla) y muy temprano, por la pérdida de su padre, radica en Orizaba con su madre. Amante de la cultura, se dedica al estudio de las lenguas, las ciencias y la teología. Por dedicar la mayor parte del tiempo a la poesía, su producción novelística es bastante escasa. Escribió El amor frustrado (1838) y El Inquisidor de México (1838); ambos vieron la luz en el Año Nuevo. Son pequeños volúmenes dedicados a las damas, y entre 1837 y 1840 salieron de las imprentas de don Mariano Galván, editados por Rodríguez Galván. Aunque El Inquisidor de México apareció por vez primera en 1838, Roa Bárcena, en su biografía de Pesado (pp. 46-47), conjetura que en 1835 “ha debido escribir don José Joaquín una novela corta en que se describían y censuraban los procedimientos de la Inquisición de México, y cuya pieza literaria recuerdo haber leído en alguno de los tomos de Año Nuevo dedicados a las señoritas”.
Los dos cuentos de Pesado son románticos. El uno trata de Sara y su amante, Duarte, condenados por judaizantes. Cuando ella está a punto de ser abrasada por las llamas, el Inquisidor, don Domingo Ruiz de Guevara, descubre que la joven es su hija. Este tema habría de ser muy popular entre los románticos. Lo explotaron, entre otros, Justo Sierra y Riva Palacio. El otro cuento de Pesado trata de los amores de Teodoro Mendíval con Isabel, quien resulta ser su hermana. Ambos relatos, de ambiente mexicano, inician la tendencia nacionalista en el cuento.
Lecturas: “El Inquisidor de México”, en Novelas cortas de varios autores, i, pp. 3-46; selecs. en Nervo, Lecturas, 2ª serie, pp. 95-100; “El amor frustrado”, en Nov. cortas..., i, pp. 47-87. (Se le atribuye el cuento “Historia de una peseta, contada por ella misma”, El Mosaico Mexicano, iii [1840], pp. 410-413. Aunque va firmada por “P”, no estamos seguros de que sea de Pesado.)
Crítica: Roa Bárcena, “Biografía de José Joaquín Pesado”, en Obras de don José M. Roa Bárcena (México, 1902), pp. 1-205.
Ignacio Rodríguez Galván (1816-1842), primer romántico mexicano, dejó cuatro novelas: