El emprendedor novel. Sally Bendersky

El emprendedor novel - Sally Bendersky


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      Si hay algo que puede ayudarte a vivir una vida fructífera y plena es tener conciencia de ti mismo, de dónde vienes, quiénes son las personas que crees que han sido responsables de determinar cómo ha sido tu vida, el papel que tú has desempeñado y los retos que has debido afrontar o estás enfrentando ahora mismo. La conciencia es una condición necesaria para la plenitud. Ésta es la razón por la cual te invito a practicar activamente la autoindagación y la memoria, en el curso de este libro. Te invito ahora a realizar los siguientes ejercicios:

      Escribe la historia de tus primeros años y haz una lista de preguntas, tales como:

      • ¿En qué sentido y quién te ha condicionado a sentir o hacer algo?

      • ¿Eres una víctima de tus circunstancias o piensas que eres responsable de determinar cómo es tu vida actual y cómo será en el futuro?

      • Haz la mayor cantidad de preguntas que puedas.

      • Después de eso, lee de nuevo la sección Mis primeros años y ve qué nuevas preguntas te surgen acerca de tu propia vida.

      La voluntad para hacer éste y cualquier otro ejercicio, la atención otorgada a experimentar durante este proceso, así como la disciplina para ir hasta el final de él, te harán descubrir tu grado de conciencia respecto a ti mismo y el grado de conciencia que puedes alcanzar. Así, podrás conocer qué tan preparado estás para embarcarte en este viaje en busca de la realización personal. Descubrirás que Voluntad, Atención y Disciplina son gracias divinas que la vida nos provee para nuestro viaje hacia la plenitud.

      Por eso las he llamado “Las Tres Gracias”, que de ahora en adelante serán fieles compañeras en tu proceso de lectura de este libro, como lo fueron para mí en el proceso de su escritura.

      CAPÍTULO 2

      HECHOS E INTERPRETACIONES

      Supongamos que ves a una mujer de mediana edad en la calle, levantando un pie para dar el paso hacia la acera. Tu mirada se desvía hacia su pierna y ves que tiene la media rota. Desde tu posición, no alcanzas a ver que también hay sangre en su rodilla. Sigues observándola hasta que ella se detiene, se lleva las manos a las caderas y luego las mueve hacia su espalda, justo debajo de la cintura. Comienza a caminar lentamente, mientras otra mujer la sostiene del brazo. Después de unos minutos, ambas mujeres se separan y cada una sigue su propio camino.

      Al llegar a casa, cuentas lo que viste a tu hijo, hija o esposa.

      • Imagina cuál sería tu postura, actitud y tono de voz al contar lo ocurrido.

      • Presta atención a tu respiración y evalúa si tiene un ritmo normal o más acelerado, o tal vez más lento.

      • Observa cómo te sientes en este momento e intenta descubrir qué palabras utilizarías para describir esas sensaciones.

      • Escribe las sensaciones con tus propias palabras.

      Mantén siempre en mente que no existe una forma correcta o incorrecta de contar una historia. Ahora ya existen dos versiones de la misma historia; la tuya y la mía.

      • ¿Hemos contado la misma historia tú y yo?

      • ¿Lo hemos hecho de una manera similar?

      • ¿Hemos utilizado más o menos las mismas palabras?

      Si lees esta historia nuevamente, te darás cuenta de que yo he contado lo que vi como si fuera una cámara filmando la escena. No hay expresión de sentimientos, pensamientos o interpretaciones en mi relato; solo está contado desde los hechos observados en el entorno, fuera de mí misma. Sin embargo, éste no es el modo en que se suele contar una historia o relatar a otra persona un incidente que hemos vivido. Usualmente ponemos más de nosotros en las historias que contamos. Tú podrías haber imaginado que la mujer tropezó y cayó, o que alguien la empujó y cayó y por eso sus medias estaban rotas. Es muy probable que hicieras esa suposición tan pronto como viste a la mujer, pero, aunque hubieras querido correr y ayudarla, te paralizaste y quedaste con una sensación interna de desamparo.

      • ¿Qué más le habrías contado a tus hijos y esposa?

      • ¿Cuáles habrían sido tus sensaciones al respecto?

      En mi narración solo se observan hechos, sin realizar ninguna interpretación o explicación respecto a los mismos. Sin embargo, lo que las personas hacemos no es eso. Normalmente, lo que hacemos es mezclar los hechos con nuestra propia interpretación de ellos. Esto es lo que yo hice en la sección, “Mis primeros años”, en el capítulo precedente. Nosotros, los seres humanos, somos criaturas creativas porque nuestros cerebros y nuestro lenguaje nos permiten serlo y en ese sentido, todos somos similares. Ésa es la razón por la que podemos interpretar y explicar lo que vemos, más allá de recordar simples hechos. Cualquiera de nosotros puede hacerlo para crear una historia que parezca válida. Lo que yo he descrito como mis años tempranos en el capítulo anterior, no es una verdad universal, es solo mi historia. Es muy probable que las historias de mis hermanos sean diferentes. Me imagino que algunas de sus interpretaciones serán distintas, y sin embargo son válidas, así como también puede ser que ellos elijan diferentes hechos para contar sus propias historias.

      Te invito a profundizar en la distinción entre los hechos que observamos en el mundo (el qué) y nuestras propias interpretaciones y suposiciones que nos permiten encontrar aquellas explicaciones que nos hacen sentido (el cómo, el por qué y el para qué). Al narrar hechos, estamos simplemente describiendo lo que observamos en el mundo exterior. Un hecho objetivo no es percibido desde tu forma particular de ser. En este libro llamaré a tu modo particular de ser, tu ALMA. Nuevamente, los hechos están allí, en el mundo, no en tu alma. Tú encuentras los hechos en el ámbito de una comunidad que otorga el mismo nombre a cada hecho.

      Una interpretación, en cambio, es el trabajo de tu yo único. Te pertenece. Puede ser compartida y aceptada, y, por lo tanto, puede llegar también a ser parte del yo de otras personas. Por ejemplo, las explicaciones científicas han sido aceptadas como válidas -nótese que válidas no es lo mismo que verdaderas-, si un cierto método de interpretación, comúnmente aceptado por la comunidad científica, es utilizado para formular la explicación.

      Para interpretar, primero es necesario observar los hechos. Puedes confiar en tus observaciones o las de otros, como autores, científicos, profesores, o simplemente alguien que conoces. Si puedes proveer alguna evidencia para las observaciones descritas por ellos, será suficiente para asegurar que los hechos son verdaderos. Si y solo si los hechos son verdaderos, puedes proceder a interpretar y encontrar explicaciones. Las interpretaciones nunca serán verdaderas; ellas serán válidas, en tanto sean sustentadas por hechos verdaderos, o inválidas si no cuentan con ese sustento.

      Para


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