2020 (antes y después). Eduardo Cavieres Figueroa
de los Apóstoles y en la descripción de los primeros seguidores de Jesús que habían mantenido sus posesiones en común o las vendían para ayudar a sus hermanos de fe. A los Levellers, o «niveladores», no era fácil ignorarlos porque, siendo pocos tenían muchos seguidores».
Carlos I obtuvo apoyos que significaron la segunda guerra civil. El New Model Army no tardó en apagar las revueltas realistas y el Rey volvió a rendirse. Le siguió, en 1648, un golpe de Estado militar que volvió a ocupar el Parlamento e inició el juicio contra Carlos. Finalmente, la fecha de la ejecución fue fijada para el 30 de enero de 1649. El Parlamento aprobó las bases legales para establecer una nueva república, la Commonwealth («el bien común»). Escocia e Irlanda, siguieron resistiéndose y el Parlamento escocés decidió reconocer al hijo del Rey depuesto como Carlos II. En una nueva invasión, el 3 de septiembre de 1651, Carlos II escapó con vida para retornar a su exilio holandés.
El 20 de abril de 1653, se produjo una nueva irrupción del ejército en el Parlamento que terminó en la creación de una asamblea de sabios inspirada en el Sanedrín judío. «Uno de los grupos creía que, tras el fin de las cuatro primeras grandes monarquías —Babilonia, Persia, Grecia y Roma—, vendría la quinta y definitiva, el reino de Dios. Sus fuentes, el libro del Apocalipsis y lo profetizado por San Juan. La Parusía, la segunda venida de Jesucristo, estaba asociada al número de la Bestia, año 1666. Su líder, de la facción de los Levellers, abogaba por los «derechos de nacimiento» y defendía que todos los seres humanos nacían libres».
Siguiendo el relato de E.J. Rodriguez (ver nota 13), se dictó una constitución, Instrumento de Gobierno, que otorgó a Cromwell el título vitalicio de Lord Protector con potestad de convocar y disolver Parlamentos. El nombramiento se produjo el 16 de diciembre de 1653. En 1656, se convocó a un nuevo Parlamento para aprobar un impuesto especial que los generales demandaban y que fue un nuevo escándalo. El 4 de febrero de 1657, se disolvieron los distritos militares y se pidió, al nuevo Parlamento que se convocó, que redactase una nueva constitución. Cromwell volvió a ser nombrado Lord Protector, con poderes parecidos a los de un rey. Una nueva ley llamada Humilde Petición y Consejo, lo convirtió en el equivalente de un monarca y se restauró la Cámara de los Lores, que llevaba años disuelta.
La etapa palaciega del protectorado duró apenas año y medio. Cromwell murió el 3 de septiembre de 1658. Su hijo Richard heredó el título de Lord Protector. El Parlamento, accedió a concederle una pensión y a cancelar sus deudas personales para obtener su dimisión. Por su parte, el gobernador de Escocia, duque George Monck, marchó sobre Londres a principios de 1660. Restituyó el Parlamento anterior a 1648, se celebraron elecciones y bajo su dirección, se promulgó una invitación formal para que Carlos II retornase a Inglaterra como rey.
Ya a mediados de 1647 la herejía de los laicos urbanos y de los soldados “entusiastas”, había inclinado la balanza hacia la izquierda. No obstante ello, conservando una terminología religiosa y, a menudo, milenarista, las preocupaciones se fueron secularizando. Los soldados eligieron a sus representantes (agitators), lo que permitió la organización de sectas anabaptistas y otras que lograron convertirse en un partido político, radical y republicano, nivelador, que defiende la libertad religiosa y cívica al modo como lo habían hecho los hugonotes en el siglo anterior. Llegaron, incluso, a demandar por el sufragio universal y la impugnación explícita de la propiedad privada. El movimiento de los levellers llegó a ser superado por comunidades rurales, las true levellers o diggers, menos secularizados, con teorías proféticas, en el año 1649 llegan a comunizar, en algunas regiones, la tierra y los medios de producción bajo el principio de que «la creación quiso que existiera la comunidad total de bienes y corazones; el pecado original no es sino la propiedad privada, el meum y el tuum. Un siglo después de la traducción inglesa de la Utopía de Moro, al analizarse el origen de la desigualdad, se estaba anunciando a Rosseau». En todo caso, la religión herética popular, anabaptistas, sectarians, levellers y otros, volvieron a vivir sin conocer el triunfo. Por unas u otras razones, los dissenters se repliegan y se refugian en la gracia divina y la obediencia terrenal. A partir de 1688, ellos proporcionarán los nuevos educadores, reformadores, eruditos, políticos (whigs), emprendedores: más allá, las rebeldías extremas ya no existen. Los esfuerzos por alcanzar la libertad, a partir de la idea cristiana que opone el albedrío servil al libre albedrío; la doctrina de la igualdad cristiana y la ampliación de los dominios para alcanzar la salvación, reorientan sus significados y sus valores de acción: la utopía se convierte en tópico. El historiador Lutaud concluye que:
—habiendo— insistido en el universalismo social, místico e incluso material de nuestras herejías así como en sus correspondencias terrenales (las manifestaciones de masas de los niveladores); pero, a la inversa, comprobamos tanto antes de 1640 (cuando el sistema thorough todavía controla el Estado y la Iglesia) como después de 1650 (ante las crecientes decepciones) un exclusivismo sintomático: teológicamente se apoya en la clásica diferenciación entre los dominios de la Naturaleza y de la Gracia, esta última impregnada por la dulzura de las comunidades fraternas clandestinas; psicológicamente, por el contrario, tal vez se trate de un complejo de agresividad; y socialmente , no es quizá más que una simple estructura ideológica que procura, en tiempos de opresión, un refugio necesario donde ni el Estado ni la Iglesia pueden penetrar. Pero la contrapartida revolucionaria es evidente: para los milenaristas de la Quinta Monarquía, los pobres son a menudo los únicos elegidos de Dios, el partido divino, de número limitado, los agentes privilegiados de Jesús, y constituyen una especie de anticlero…
Como el mismo Chateaubriand decía: «las herejías no fueron sino la Verdad filosófica… que negaba su adhesión a lo establecido…, una de nuestras más nobles facultades; la de indagar sin censura… Un derecho natural y sagrado, el derecho a elegir» (Études Historiques, 1831)14.
Sabemos el fin de algo que pudo ser más que un episodio de la historia. A la muerte de Cromwell sucedió la reposición de los Estuardo con Carlos II (fallecido en 1685) y Jacobo II. Este último, que se había convertido al catolicismo en 1671, intentó imponer la fuerza de la Corona sobre el Parlamento y, además, en 1687 declaró la tolerancia religiosa que favorecía a los católicos y que lógicamente provocó el rechazo de la Iglesia Anglicana y de sus seguidores. La aristocracia recurrió a Guillermo III de Orange para recuperar en su nombre y la del pueblo inglés el correcto sentido de la monarquía. En un breve proceso, prácticamente sin derramamiento de sangre, Jacobo II debió huir del país y Guillermo fue coronado como el nuevo Rey: el de la revolución gloriosa. Se acordaron nuevos equilibrios entre el Rey y el Parlamento; se negó el poder absoluto de los reyes; se impuso un régimen parlamentario; la Cámara de los Comunes se convirtió en la primera institución del Estado; la administración de justicia pasó a depender de un sistema jurídicamente regulado; se abolió la censura y se decretó la libertad de imprenta; uno de los principios fundamentales del nuevo orden fue que el consentimiento de los súbditos constituye todo ordenamiento político justo.
La sociedad alcanzó un nuevo consenso político con el Estado y entregó, nuevamente, parte de sus derechos. Los orígenes de la naturaleza humana se derivaron hacia el pensamiento teológico y hacia la especulación teórica y filosófica. Desde otras perspectivas y desde otras acciones y procesos, poco más de un siglo después se produciría la Revolución francesa y su declaración de los derechos del hombre, versión ya absolutamente secularizada del pensamiento proveniente desde antiguo sobre la naturaleza humana. Triunfo del Estado del siglo XIX. A este está dedicado gran parte del análisis del Capítulo II de este libro.
III. Pensando en la situación actual de cambios políticos en Alemania, lo cual es reflejo igualmente de la crisis del liberalismo y de la democracia en Europa y en el mundo, el columnista de opinión, Presidente del Center for Liberal Strategies e investigador permanente en el Instituto de Ciencias Humanas de Viena, Ivan Krastev, ha recordado el cómo algunos observan el llamado efecto de la rana hervida, así como otros, el síndrome de la tetera silbante. En el primer caso, se sabe que si se introduce una rana en agua hirviendo de forma repentina, la rana salta, pero, si se introduce en agua fría y luego se va calentando poco a poco hasta hervir, no se da cuenta del peligro. Es lo que ocurriría en Alemania y su disposición a tolerar el ascenso del autoritarismo en la UE con concesiones a dirigentes políticos como Viktor Orbán… En el segundo caso, “los defensores