El Dogok y las guerras Noxxis. Danilo Járlaz

El Dogok y las guerras Noxxis - Danilo Járlaz


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oscura.

      Radabat vio el reflejo de un agua negra que era agitada suavemente por una mano muy huesuda… y podrida.

      El agua se agitaba a medida que la mano de la Presencia Oscura la acariciaba. Vio a continuación ocho espíritus que susurraban secretos entre sí. Entonces, dos de ellos se apartaron del resto, uno comenzó en el aire a diseñar con una extraña y espesa sustancia negra la forma de lo que al parecer eran ocho bestias.

      Y la Presencia Oscura habló al que diseñaba y le dijo:

      —Radabat, haz estandartes a mis hijos, los daraflame —y los siete espíritus reverenciaron a la Presencia Oscura y posteriormente a Radabat.

      —No somos tus hijos —respondió Radabat con molestia.

      La Presencia Oscura se limitó a mirarlo a los ojos a través de su escalofriante máscara, entonces puso uno de sus puntiagudos y podridos dedos sobre la boca de Radabat y le dijo:

      —¡Shh! Solo haz lo que te ordeno —susurró la Presencia Oscura.

      Radabat se puso frente al primer espíritu y con la sustancia negra que le salía de la mano iba a dibujar algo, pero entonces…

      —Mi nombre es Ogtus, dios supremo de la muerte —le dijo el primer espíritu —no hay un regalo que puedas ofrecerme —añadió el espíritu. Radabat miró a la Presencia Oscura quien le dio a entender que no debía insistir.

      Ogtus reverenció a Radabat.

      La muerte fue complacida.

      Fue Radabat entonces hasta el segundo espíritu y puso frente a él, con su sustancia negra, un monstruo de cuatro brazos y dos patas, con una puntiaguda cola, espinas azules y negras le salían por todas partes, su boca no se veía debido a las espinas en su rostro, tenía dos ojos agudos y saltones que desprendían desde su interior un vapor color azul oscuro.

      —¿Cuál es tu nombre, espíritu de las tinieblas?—preguntó Radabat.

      —Mi nombre es Kebos, señor de la venganza y el poder —contestó.

      —Recibe el áncora, el espectro de espinas venenosas que dejará sordos a tus enemigos con su chillido, el veneno en su cola y en sus púas no tiene antídoto alguno —le dijo Radabat.

      Kebos reverenció a Radabat.

      La muerte volvió a ser complacida.

      Fue Radabat hasta el tercer espíritu y puso frente a él un enorme pulpo de cuatro ojos con cuatro tentáculos largos y otros cuatro tentáculos más cortos, el monstruo giraba lentamente sobre sí mismo y parecía como si fuera dos bestias iguales fundidas por la cabeza en un solo cuerpo.

      —¿Cuál es tu nombre, espíritu de las tinieblas? —preguntó Radabat.

      —Mi nombre es Oseres, sostenedor del equilibrio y creador de la existencia —contestó.

      —Recibe el ulmo, un pulpo anfibio, de su boca crea ilimitados tentáculos para que tus enemigos jamás escapen y al mismo tiempo consigas todo lo que tu corazón anhela —le dijo Radabat.

      Oseres reverenció a Radabat.

      La muerte volvió a ser complacida.

      Fue Radabat hasta el cuarto espíritu y puso frente a él la forma de lo que parecía ser un enorme puma sin cabeza, con una cola muy larga con dos puntiagudos ojos negros, similar a la cola de un alacrán. El puma tenía tres garras rojas en cada pata y una boca con filosos colmillos sobre sus patas delanteras.

      —¿Cuál es tu nombre, espíritu de las tinieblas? —preguntó Radabat.

      —Mi nombre es Toter, señor del conocimiento y la clarividencia oculta —contestó.

      —Recibe al áprochen, el puma de las tinieblas, intrépido con la fuerza de mil entederis, sus garras y colmillos envenenarán a tus enemigos y curarán tus heridas —le dijo Radabat.

      Toter reverenció a Radabat.

      La muerte volvió a ser complacida.

      Fue Radabat hasta el quinto espíritu y con su sustancia negra formó una atractiva criatura pelirroja con la forma corpórea de una mujer de ojos plateados.

      —¿Cuál es tu nombre, espíritu de las tinieblas? —preguntó Radabat.

      —Mi nombre es Azuruma, señora del placer, los deseos ocultos y la lujuria —contestó.

      —Recibe a la éfilis, la engañadora de las tinieblas, se alimentará de la piel de tus enemigos haciendo uso de sus afilados dientes que cambian de forma en un parpadear. No posee lengua, pero entiende todos los lenguajes de Ádama, su chillido aturdirá a los que huyan. Solo podrá morir si se le decapita; otras heridas se regenerarán en ella rápidamente debido a la piel de reserva que engulle de sus víctimas —le dijo Radabat.

      Azuruma reverenció a Radabat.

      La muerte volvió a ser complacida.

      Fue Radabat hasta el sexto espíritu y con su sustancia negra formó a una serpiente negra con ojos y franjas rojas en su piel. La imagen cambiaba de tamaño constantemente.

      —¿Cuál es tu nombre, espíritu de las tinieblas? —preguntó Radabat.

      —Mi nombre es Atizedrel, señora de la prosperidad, la fortuna y la belleza oculta —contestó.

      —Recibe a la serpiente de yawfen, hecha del más puro mineral de las sombras, puede cambiar de tamaño gradualmente al que sea ordenado por su dueño. Su fuerza es sin igual y su hambre no cesará hasta que su dueño le ordene dejar de comer. Susurra a la mente de sus víctimas sus errores del pasado, sus miedos y sus tragedias —le dijo Radabat.

      Atizedrel reverenció a Radabat.

      La muerte volvió a ser complacida

      Fue Radabat hasta el séptimo espíritu, pero este no le dejó hablar y parándose frente a los seis diseños de Radabat, dijo a la Presencia Oscura:

      —Ninguno de estas bestias vendrá a la existencia sin mi poder.

      —Di tu nombre, espíritu de las tinieblas —le respondió la Presencia Oscura.

      —Mi nombre es Kashimir, señor de las bestias tenebrosas y de las maldiciones —contestó.

      Y la Presencia Oscura sonrió al ver a Kashimir y le entregó desde lo profundo del Mundo de las Sombras un secreto para liberar a la mayor de las bestias tenebrosas.

      —Complace a la muerte, Kashimir, señor de las bestias tenebrosas y de las maldiciones —le contestó la Presencia Oscura.

      Entonces Kashimir dio forma y existencia a todo lo que Radabat había creado y diseñado delante de los seis espíritus de las tinieblas, y las bestias tenebrosas tomaron carne y forma desde los poderes de Kashimir y los seis espíritus que habían recibido a las seis bestias se maravillaron de lo que veían.

      Entonces Radabat se enfureció contra Kashimir y le dijo:

      —¡¿Qué es lo que has hecho, Kashimir?! ¡Eran espectros! ¡No bestias!

      —Son mis bestias ahora —respondió Kashimir.

      Entonces Kashimir tomó desde el abismo su propia sustancia oscura y hablándole en lengua tenebrae, creó desde la sustancia que había tomado al rálag, la bestia rinoceronte-cocodrilo, la cual tenía una impresionante musculatura y tamaño, con incrustaciones del metal-sombra ekerexin en su piel. La imponente bestia se puso entre Kashimir y Radabat, mostrándole su poderosa dentadura a este último.

      —¡No puedes montarlo! ¡Necio! ¡Sigues siendo solo un espectro! —contestó Radabat.

      —¡No voy a montarlo, Radabat! —dijo Kashimir.

      Al instante el espíritu de Kashimir se introdujo en el rálag que había creado, y al hacerlo, el cuerpo de la bestia pareció hacerse más grande todavía y su rugido más ensordecedor, sus ojos y su boca emanaban un vapor oscuro


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