El Dogok y las guerras Noxxis. Danilo Járlaz

El Dogok y las guerras Noxxis - Danilo Járlaz


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Azuruma aceptó complacida.

      Entonces Azuruma subió al cuarto piso del burdel y se cambió los ropajes que traía por uno más provocativo compuesto de telas transparentes. Hechizó los perfumes que usaba y cubrió solo sus partes íntimas, evocando el erotismo a simple vista. Se dejó en el cuello el colgante de rocanagra que le había regalado la Presencia Oscura y se maquilló el rostro, quedando mucho más hermosa de lo que ya era. No quiso usar zapatos. Descalza salió a la calle.

      Y era Azuruma realmente bella, como ninguna otra mujer que hubiese estado antes en Anzares. Ni siquiera tuvo que entablar una conversación con algún hombre de la calle para conseguir lo que ella estaba buscando, pues al caminar entre ellos, les hechizaba las mentes y ponía fantasías con imágenes de ella desnuda, yaciendo con ellos, gimiendo encima de una cama. Y se alborotaron los hombres de Anzares en gran manera con su presencia, tanto los casados, como los solteros. Y llevó Azuruma a más de cien hombres al burdel aquella noche, como nunca antes había ocurrido. Y luego de que los hombres fornicaban con ella, venían a hablar con la encargada del burdel diciéndole:

      —¡Esa mujer bella nos ha llevado al paraíso del deseo! —pero no sabían que Azuruma había hablado con las otras rameras diciéndoles:

      —Desnúdense y usen mi perfume —e hicieron como ella les dijo. Y hechizó Azuruma las mentes de los hombres que caían en sus encantos, de manera que al ver ellos a las otras rameras en el burdel, vieran siempre a Azuruma, desnuda frente a ellos. Así todos se iban pensando que se habían acostado con Azuruma, a pesar de haber estado con diferentes rameras.

      La dueña del burdel estaba impactada por lo que ocurría, pues las putas ya no daban abasto con tantos clientes.

      Entonces se enfurecieron las mujeres de Anzares, pues sus esposos se acostaban una y otra vez con la ramera Azuruma y planearon como matarla, pero los hombres la protegieron y fortalecieron los muros del burdel, mandando a hacer remodelaciones, haciendo más habitaciones, ampliando el lugar hasta cien veces más grande de lo que ya era. Y todo esto fue organizado rápidamente por Énodor, el vocero de las daraflames, el cual les anunció a los hombres:

      —¡Las diosas han llegado a Anzares!

      Y a ninguno de los hombres de Anzares les cabía la menor duda. En pocas semanas, no quedó recuerdo alguno del burdel miserable y solitario que antes había. En vez de eso, un lujoso y espacioso edificio, muy bien decorado y agradable para estar se imponía en Anzares.

      Sin embargo, la furia femenina insistía en pedir la cabeza de Azuruma la ramera. Se juntaron entonces las mujeres del pueblo y tomando grandes piedras de requenia, el más burdo e inútil de los minerales de las Montañas de Tenebrosas, se disponían a apedrear a Azuruma la ramera, pero Atizedrel, la daraflame que Azuruma había tomado por compañera, se puso una capucha color mostaza y caminando entre ellas, sin que se dieran cuentan, transformaba el requenia, en joyas preciosas hechas de yawfen y rognian, alhajas de alto valor que toda mujer añoraba tener. Y enloquecieron las mujeres con todo el lujo que caía a sus pies y se olvidaron con esto que deseaban matar a Azuruma la ramera.

      Entonces Atizedrel viendo que ya habían caído en su hechizo, se quitó la túnica que le ocultaba y dijo a las mujeres que llenaban sus bolsos desesperadas, peleándose entre sí por las joyas:

      —Escúchenme, hijas de Anzares. Ustedes son las más bellas de la tierra de Mádigan y vuestra belleza interior no es bien reflejada por su belleza exterior. Muchas de ustedes no gozan en las alcobas nupciales con vuestros hombres y ellos no las satisfacen como se debe, pero eso se ha terminado. Vayan con las alhajas abundantes que les he dado y esperen en sus casas, pónganse bellas y listas para el amor, pues Azuruma la diosa, no ha venido a robar a vuestros hombres, sino que a entrenarlos, a enseñarles cómo se debe dar placer a una mujer correctamente. Ahora tomad las piedras preciosas y regresad a vuestras moradas —dijo Atizedrel, con autoridad y convicción.

      Entonces las mujeres se precipitaron de regreso a sus casas, con las joyas otorgadas por Atizedrel y se pusieron sus mejores trajes, se perfumaron y maquillaron.

      Y las solteras también con sus bolsas llenas de joyas dijeron a Atizedrel:

      —¿Y nosotras qué? Pues nuestros hombres matrimonio nos prometieron, y allí están en el lecho de Azuruma, y muchas de nosotras no hemos conocido varón, y algunas ni siquiera poseemos el amor de un hombre, ni conocemos el placer de las mujeres —dijeron apenadas.

      Y Atizedrel respondió:

      —Ustedes también vuelvan a sus casas, puesto que esta noche, la virilidad entrará en vosotras y serán saciadas con el placer de las mujeres en plenitud —afirmó.

      Y las solteras al escucharle, se apresuraron en volver y alistarse para el amor. Y al igual que las casadas, se embellecieron con las joyas otorgadas y desesperadas se maquillaban para estar listas.

      Mientras tanto, Azuruma reunió a los hombres en el burdel, a los cuales les exigía tomar un baño, perfumarse y vestir bien antes del sexo.

      —Varones de Anzares, todo el placer que quieren aquí podrán obtenerlo y así seguirá siendo, pero para calmar la sed de líbido que poseen las mujeres insatisfechas de este pueblo, ahora vuelvan con sus esposas y hagan con ellas los placeres que hacen aquí conmigo y con mis concubinas. Dejen ahora que mis doncellas les enseñen cómo dar placer a una mujer, como besar sus labios, lamer sus pechos y gustar de la miel de su fruta ácida y deliciosa a vuestro paladar. Aprended el rito adecuado del placer y cómo debéis acariciar el cuerpo cálido de una dama y cuando hayan acabado y las dejen durmiendo, vayan también por las solteras, no importa si las conocen o no y hagan con ellas lo que les enseñaremos ahora. Luego vuelvan aquí y sigan haciendo con nosotras los placeres que a ustedes les gustan —y los hombres se dejaron enseñar por las rameras de Azuruma y les daban placer y las excitaban según ellas les indicaban. Grandes gemidos de placer se escucharon salir del burdel aquella tarde.

      Al anochecer, todas las mujeres de Anzares ya estaban listas para el amor. Bellas y perfumadas, recibieron a los hombres que volvían a casa, tal como les había prometido Atizedrel y ellos les dieron placer a sus mujeres. Entonces se encendió en Anzares una gran lujuria, que llegó a niveles nunca antes vistos en la aldea. Los hombres no discriminaban en copular con otros hombres o mujeres, así como también las mujeres disfrutaban del goce sexual con otros de su género.

      Y se armó una gran orgía en Anzares, tanto que el cielo se nubló y una tiniebla permanente cubrió la faz de la ciudad y nunca más vio la luz de los soles de Ádama. Desde ese día siempre fue de noche en Anzares. Entonces le cambiaron el nombre a la ciudad y la llamaron “Punón”, que en lengua tenebrae quiere decir “oscuridad”.

      Y duró la gran orgía seis días y durante aquellos días todo el mundo anduvo desnudo por las calles y podían tener relaciones sexuales en la vía pública con quienes ellos quisieran, y nadie quería ni podía negarse. Este es el origen del Festival de Azuruma, que es celebrado hasta el día de hoy entre los nimrod que visitan la ciudad.

      Y Azuruma junto con Atizedrel montaban grandes danzas con luces de fuegos chispeantes, música afrodisiaca, junto a mucha comida y bebida. Todos en Punón amaron estos espectáculos y levantaban monumentos y estatuillas de Azuruma y Atizedrel.

      Y Azuruma se especializó en entrenar doncellas que supieran darle placer exacerbado a los hombres y también hombres que supieran darle placer las mujeres y en esto eran verdaderos expertos en Punón.

      Sin embargo debido a la desbordante cantidad de relaciones sexuales, muchas mujeres quedaban embarazadas y daban a luz a muchos hijos e hijas y se multiplicaban en Punón en gran manera. Entonces Azuruma proclamó el decreto de libertad y unión social, la familia fue abolida, y cada cual simplemente pertenecía a Punón, que educaba y proveía alimentación para los recién nacidos, los cuáles eran iniciados sexualmente en los Templos de Azuruma en edad muy temprana.

      Y muchos de ellos se especializaron también en orfebrería, arquitectura, el mercado de moneda y la comercialización de minerales naturales y elementales. Sin embargo, la prostitución era por mucho el servicio que más recursos generaba a la ciudad.

      Pero pronto la


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