Pilates para la tercera edad. Manuel Pedregal Canga
etapa es controlar la rigidez y dejar de perder amplitud de movimiento. La amplitud de movimiento funcional en nuestro sistema nos mantiene alejados de perder funciones diarias en nuestras caderas u hombros.
Por cierto, ¿es igual presentar este problema en un hombro, en la cadera, en la región cervical o en la región lumbar? ¡En la práctica, no! Cada una de estas estructuras requiere planteamientos distintos a efectos de recomendar según qué ejercicios, si bien la base para razonar nuestros objetivos es bastante similar en todos estos casos.
En presencia de artrosis debemos modificar los ejercicios con el criterio que propusimos anteriormente, así como contemplar la necesidad de practicarlos regularmente con el único objetivo de mantener a raya la rigidez que este proceso degenerativo puede ir causando en nuestro paciente mayor. En nuestra opinión, el ejercicio –convenientemente modificado– siempre es positivo.
Disminución de la fuerza muscular
Una persona mayor que viva en una ciudad –con las comodidades para la vida que le brinda el entorno urbano a su disposición– requerirá menores niveles de fuerza para afrontar (y disfrutar) la tercera edad que una persona, también mayor, que habita en una granja, por ejemplo. La actividad diaria de una y otra no tienen nada que ver entre sí y, posiblemente, incluso la intención de actividad sea muy diferente. Los niveles de fuerza dependen del entorno de cada persona concreta. En el primer caso, la fuerza necesaria para ser autónomo en las ocupaciones cotidianas es suficiente (¡aun así el Pilates te será de gran ayuda!); en el segundo, la necesidad de desarrollar actividades más complejas y duras (rurales) implica una exigencia de fuerza mayor. ¡El Pilates te ayudará igualmente!
La única diferencia serán las pautas seguidas a la hora de elaborar objetivos y programas, concretadas en ejercicios adaptados a las circunstancias particulares de cada persona. Un indicador claro de que estamos perdiendo fuerza muscular es cuando percibimos que el desempeño de nuestras actividades cotidianas comienza a fatigarnos muscularmente. En este sentido, un programa de ejercicios para recuperar niveles aceptables de fuerza en cada caso puede ser la diferencia.
No des por sentado que estar fuerte y ser mayor es incompatible: planea bien tus objetivos, encuentra un programa lógico y progresivo y ¡ponte en marcha! Utiliza tus recursos racionalmente, sé constante y contempla cada aumento de fuerza como un elemento rejuvenecedor. Tus clases de Pilates deben incorporar ejercicios que retengan tus niveles de fuerza en general. Ahora bien, deberán ser ejercicios seguros y siempre alcanzables. Es importante que afrontes el ejercicio en la justa dosis de fuerza que tu sistema esquelético-muscular puede manejar.
¿Existen evidencias sobre los beneficios de la práctica del método Pilates en la tercera edad?
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define «tercera edad» como: «Período avanzado de la vida de las personas en el que normalmente disminuye la vida laboral activa». Mientras que el diccionario de la Real Academia de Medicina describe la vejez como: «Período final de la vida humana, caracterizado por la progresiva declinación de las funciones fisiológicas, además de cambios cognitivos, afectivos y de personalidad», haciendo también referencia a la «pérdida de la capacidad de adaptación del individuo a los factores ambientales negativos que le rodean».
Si utilizamos estos criterios para enmarcar nuestra tarea profesional seremos terriblemente injustos, puesto que todo instructor o instructora de Pilates trabaja diariamente con personas de más de sesenta y cinco años que no obedecen a ninguno de los patrones que indican estas definiciones. Sí que nos parece interesante el último fragmento de esa definición de la vejez de la Real Academia de Medicina: «PÉRDIDA DE LA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN DEL INDIVIDUO A LOS FACTORES AMBIENTALES NEGATIVOS QUE LE RODEAN». Cuando esta circunstancia es únicamente relacionable con la edad, estamos ante la persona mayor a la cual va dirigido nuestro trabajo.
Al respecto, de entre las menciones a nuestra técnica terapéutica disponibles en la literatura médica resaltamos las siguientes conclusiones:
El método Pilates puede ser beneficioso en los ajustes neuromusculares durante la marcha, pues disminuye el riesgo de caídas (Yeon et al., 2016).
El método Pilates puede mejorar la resiliencia y aliviar la depresión en las personas mayores (Yeon et al., 2016).
El método Pilates puede mejorar el equilibrio en personas de la tercera edad (Hyun et al., 2014).
El método Pilates es efectivo en la reducción de la hipercifosis en personas mayores (Tavella et al., 2015).
Cabe mencionar también otros estudios que a nuestro entender pueden significar una nueva vía de trabajo y experimentación como profesionales del método Pilates. Según Minalaveef et al. (2004) y Cudy (2010), una mejora de la postura corporal modifica el porcentaje de ciertas hormonas en la sangre: en concreto, estos investigadores afirman que la posición erguida durante un corto período de tiempo aumenta el nivel de testosterona y disminuye el de cortisol (en más de un 10% en ambas hormonas). Asimismo, un estudio realizado por Riskind (1982) demuestra que mantener la espalda erguida aumenta la sensación de autocontrol, eleva la autoestima y disminuye el estrés.
Con respecto a estas investigaciones, Melchor Lloret apunta en su trabajo de fin de carrera: «Vistos estos estudios cabe preguntarse si el deterioro postural inherente a la vejez no será uno de los factores que contribuye a mermar la calidad de vida de nuestros mayores, no solo por el deterioro físico sino también desde una perspectiva de desajuste hormonal. De ser así, la práctica de ejercicios con alto contenido postural, como es el caso del método Pilates, supondría un gran aporte para su salud tanto en términos físicos como psíquicos y comportamentales.
Estos son los estudios más relevantes que hemos encontrado:
«Eficacia del método Pilates en la coordinación muscular durante la marcha en la tercera edad» (Yeon et al., 2016).
«Aumento de la fuerza muscular en la tercera edad mediante el método Pilates» (Campos de Oliveira et al., 2015).
«Aumento de la flexibilidad aplicando el método Pilates en la tercera edad» (Geremia et al., 2015; Guimaraes et al., 2014).
«Equilibrio postural con el fin de evitar caídas mediante el método Pilates» (Hyun et al., 2014; Irez et al., 2010; Mesquita, 2015; Tavella et al., 2015).
«Mejora de la salud psíquica mediante el método Pilates» (Yeon et al., 2016).
Melchor Lloret Mayor, en su trabajo de fin de grado en fisioterapia, indica que en estos estudios y algunos otros incluidos en su trabajo (que nosotros no contemplamos por estar fuera de nuestro ámbito) «existe unanimidad […] con respecto a la eficacia del método Pilates sobre los efectos positivos para la población que nos ocupa», poniendo también de manifiesto que el rigor fue escaso a la hora de diseñar dichos estudios.
Repasar las investigaciones que tratan de demostrar la eficacia del método Pilates nos inquietó un tanto. Cuantos más estudios consultamos, más nos sorprende lo inconcreto del resultado: no hemos dado con ninguno que esté en contra de la efectividad del método Pilates en este perfil de población mayor, si bien es cierto que esperábamos encontrar datos más concluyentes al respecto.
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