Pilates para la tercera edad. Manuel Pedregal Canga

Pilates para la tercera edad - Manuel Pedregal Canga


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una información más exacta, hemos seleccionado el trabajo de fin de grado de fisioterapia realizado por Ángela González Hoyos, tutorizado por Beatriz Gutiérrez Alonso. En él se presenta una evaluación de las investigaciones publicadas hasta la fecha sobre este asunto:

      Revisión sistemática sobre el entorno Pilates para personas mayores

      en la prevención de caídas

      Las lesiones por caídas son un problema habitual en la población más mayor. Supone una limitación de su autonomía y, en consecuencia, una merma de su calidad de vida. El método Pilates, al promover la actividad física, puede ser un buen medio para prevenir caídas.

      En este sentido, el propósito del trabajo de este estudio fue ofrecer información actual sobre la eficacia que tiene el método Pilates en la perpetuación de la funcionalidad durante el envejecimiento y, por tanto, en el mantenimiento de una vida de calidad. Según una investigación de Laura Petronila Gómez, cerca de un 30% de la población mayor de sesenta y cinco años sufre una caída, porcentaje que aumenta hasta el 35% en mayores de setenta y cinco y llega al 50% en mayores de ochenta.

      El desequilibrio se caracteriza por una pérdida del control postural, tanto estático como dinámico, lo cual es un factor de riesgo para la precipitación. También la sarcopenia y la merma de fuerza y resistencia muscular potencian la posibilidad de caídas, acarreando graves consecuencias para la movilidad funcional.

      El programa de ejercicios debe incluir los principios del método Pilates y, además, practicarse con pocas repeticiones e intensidad moderada, concentrándose en el patrón motor correcto. El foco de este trabajo estará dirigido a alcanzar una mayor autosuficiencia a partir de mejorar la movilidad, la compensación de los déficits motores, el aumento del equilibrio y el incremento o mantenimiento de las capacidades respiratorias. Este tipo de ejercicios puede aportar beneficios notables a este perfil de población, además de abrir las puertas a otros tratamientos más activos.

      En gran medida, se valora el equilibrio, la fuerza y la calidad de vida, pero no existe un consenso. La mayor parte de los trabajos muestran que el método Pilates procura beneficios con respecto al equilibrio, la postura y la movilidad, que son factores de riesgo de caídas. El mantenimiento del equilibrio depende de la interacción entre el sistema sensorial y el sistema músculo-esquelético. Ambos se ven afectados por el proceso de envejecimiento, lo que da lugar a inestabilidad. Los efectos del Pilates sobre el equilibrio, además de mejorar estos ítems, lo postulan como un método idóneo, sobre todo si tenemos en cuenta que en él la seguridad en los ejercicios es un elemento fundamental. Ello evita los riesgos de ejercicios tradicionales de equilibrio sobre superficies inestables, como se demuestra en el estudio de Hyun, Hwangbo y Lee (2014).

      En resumen: pese a que los estudios mencionados pueden ser mejorables, es indiscutible que el método Pilates resulta beneficioso para el equilibrio, lo cual reduce el riesgo de caídas y, en consecuencia, mejora la calidad de vida de las personas mayores.

      A continuación, recogemos algunos estudios de referencia que evalúan o comparan el método Pilates aplicado a nuestros mayores:

       En la investigación realizada por Josephs et al. (15) en 2016 compararon cómo afectaba una intervención en dos grupos, uno con el método Pilates y el otro con ejercicios tradicionales.La conclusión es que ambos métodos comportan una mejora en el equilibrio, reduciendo en consecuencia el riesgo de caídas, si bien el método Pilates suscita una mayor confianza en las personas mayores.

       Donzelli Viera et al. (2006) compararon un grupo al que se le aplicó el método Pilates con otro que no recibió ninguna intervención.Obtuvieron una mejoría en el equilibrio dinámico, en la fuerza de las extremidades inferiores y en la resistencia aeróbica en el grupo en el que se intervino con ejercicios inspirados en el método Pilates.

       De Oliveira et al. (2015) (4) compararon dos grupos: uno en el que experimentaron con el método Pilates y otro en el que se trabajó con ejercicios de estiramientos estáticos.La conclusión fue que el método Pilates aporta una mejora significativa de la fuerza en flexores y extensores de rodilla, en el equilibrio postural y en la calidad de vida.

       Mesquita et al. (2015) (19) compararon los efectos sobre el equilibrio en mujeres mayores.Las pacientes intervenidas con Pilates mostraron una mejora significativa en los test de funcionalidad.

       Hyun et al. (2014) (14) estudiaron la estabilidad y el equilibrio en mujeres mayores de sesenta y cinco años mediante la comparación de un grupo intervenido con el método Pilates y otro con ejercicios de equilibrio con una base inestable.En el grupo intervenido con Pilates se demostró una disminución mayor en la velocidad de balanceo (p < 0,005), además de ser un método más seguro.

       Markovic et al. (2015) (17) se propusieron elaborar una comparación de los efectos del método Pilates con un entrenamiento en el que se utiliza un dispositivo de retroalimentación controlado por un ordenador.En la recogida de resultados encontraron una mayor efectividad en el entrenamiento mediante retroalimentación en el equilibrio y la resistencia del core (p < 0,05).

       Donath et al. (2016) (9) realizaron un estudio compuesto por una muestra de cuarenta y ocho individuos. Se evaluaron los efectos del entrenamiento del equilibrio de manera tradicional y del método Pilates, aplicados a la mejora del equilibrio y de la fuerza del tronco en una población de personas mayores.El método Pilates no produjo una mejora en la fuerza de los músculos del tronco ni en el equilibrio.

      Ángela González Hoyos

      Ejercicio para nuestros mayores

      ¿Ejercicio para nuestros mayores? ¿Necesitan practicarlo personas que no han pisado un gimnasio en su vida? ¿Será compatible el deterioro físico que pueden presentar con una tabla de ejercicios? ¿Qué cualificación tendría que tener un profesor o profesora de Pilates para trabajar en estos casos? ¿Qué tipo de ejercicios serán los más adecuados? ¿Qué estudios existen sobre los efectos del ejercicio físico para nuestros mayores? ¿Querrán estas personas hacer ejercicio, o esta propuesta supondrá un esfuerzo que no querrán afrontar por puro cansancio? Todas estas preguntas son una mínima expresión de las dudas razonables que un profesional del método Pilates puede tener en este asunto si dedicara una sola hora a escribir todos los interrogantes que se le ocurren y necesitara responder. Seguro que llenaría varias cuartillas. Obviamente, no podré responder a todas, aunque sí daré mi parecer sobre aquellas que a mi juicio pueden incidir más directamente en los fundamentos teóricos y prácticos de nuestro trabajo con personas mayores.

      Por razones sociales, el ejercicio ocupa cada vez más tiempo en el día a día de nuestros mayores. Los médicos les indican que deben caminar, pero rara vez les aconsejan un ejercicio específico. Su punto de vista parece orientarse a decirles que no pasen todo el día sentados frente al televisor, a que participen en cualquier actividad social o lúdica que les distraiga y promueva cierto nivel de movimiento, el cual puede procurarles efectos beneficiosos físicos y psicológicos.

      Mi experiencia con estas personas mayores me deja las siguientes conclusiones: su autoestima suele ser baja; la ausencia de actividad diaria mantiene o perpetúa niveles de energía bajos, y enfrentar una actividad –por relajada que sea– les supone un esfuerzo difícil de superar. Las razones que mi abuela esgrime cuando le propongo emprender unas clases de Pilates, por ejemplo, son muy significativas: «¿Ejercicio? ¿Para qué? Es lo que me faltaba, ¿no ves que estoy enferma? Ni hablar, yo no necesito un profesor de Pilates, lo que necesito es un médico.» (Mi abuela es un personaje imaginario que a partir de ahora representa a mi alumno octogenario.)

      «No hay problema, puedo convencerla. Tengo tan claro que lo necesita que no tendrá más remedio que ceder a causa de mi insistencia», me digo. Sin embargo, incluirla en un programa de ejercicios va a ser algo más complicado de lo que me parece en un primer momento. Entre otras cosas, no he tenido en cuenta que su médico no conoce el tipo de ejercicio que tengo en mente para ella, así que, cuando le he comentado que mi intención es incluirla en un programa


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