El cuerpo en la danza. Núria Massó Ortigosa

El cuerpo en la danza - Núria Massó Ortigosa


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1-35. Músculos aductores, en la cara interna de la extremidad (vista posterior).

       El tensor de la fascia lata tiene acción sobre la cadera y la rodilla. Posee una función estabilizadora de la pelvis y la extremidad inferior cuando estamos de pie, actuando como un tensor que mantiene fija la posición de la cadera y la rodilla. Cuando la extremidad no contacta con el suelo, es abductor de la cadera. Su acción flexora o extensora sobre la rodilla depende de la posición de partida de la extremidad inferior (figura 1-36).

      Figura 1-36. Músculo tensor de la fascia lata, en la cara lateral, y su acción junto al músculo glúteo medio equilibrando la pelvis en el plano frontal.

       Los músculos pelvitrocantéreos son abductores y rotadores externos de cadera. Destacamos el papel del músculo piramidal en la abducción y rotación externa de la cadera. A menudo existe una hipertonía de este músculo en el bailarín (figura 1-37).

       El músculo glúteo mayor es un potente extensor de la cadera. Parte de sus fibras realizan la rotación externa. En la posición bipodal trabaja para que el tronco no “caiga” hacia delante. Actúa también al correr, al caminar de forma rápida y en los ejercicios que implican extensión de la cadera (figura 1-28).

       El músculo glúteo medio trabaja para mantener el equilibrio de la pelvis evitando un exceso de basculación lateral en acciones como caminar, correr, etc. (figura 1-29). Es básico, pues, para evitar la caída lateral de la pelvis en situaciones de apoyo monopodal (passée, attitude...).

       El músculo psoas es un potente flexor de la cadera. Según la postura de partida, es también rotador externo. Su sobreutilización en algunos ejercicios conlleva problemas de sobrecarga. En la danza este músculo se utiliza en múltiples ocasiones, dado el tipo de ejercicios practicados con la extremidad inferior que implican flexión de cadera con rotación externa (attitudes, developée avant, battements…). Al ser un músculo que se origina en la columna lumbar, tiene también una acción sobre ella, que describimos más ampliamente en el capítulo sobre biomecánica de la columna lumbar. Es importante recordar siempre que, estando de pie, el psoas actúa acentuando la lordosis lumbar y ocasionando un esfuerzo osteoarticular en esta zona (figuras 1-38a, b y c).

      Figura 1-37. Músculos pelvitrocantéreos (imagen posterolateral de la pelvis).

      Figura 1-38a. El músculo psoasilíaco (cara anterior).

      Figura 1-38b. Imagen lateral del músculo psoas.

      Figura 38c. Acción del músculo psoas sobre la columna lumbar.

2Biomecánica de la columna vertebralNúria Massó

       “El objetivo final del arte es mostrar los tejidos internos del alma” Manuel Viola

      La columna actúa como pilar o soporte del tronco. Gracias a los músculos del tronco y la pelvis, que actúan como elementos tensores, la columna mantiene su postura. Esta postura ha variado notablemente en el curso evolutivo del ser humano, sobre todo con el paso de la estación cuadrúpeda a la estación bípeda o bipedestación (el “estar” sobre los dos pies). Estos mismos cambios en la columna los podemos apreciar durante la maduración esquelética del niño, antes y después de que pueda mantenerse sobre dos pies e iniciar los primeros pasos. Antes de la bipedestación, la columna mantiene una única curvatura, que permite el soporte del tronco y el apoyo sobre cuatro puntos. La maduración del sistema nervioso perfecciona el control postural, más difícil sobre dos puntos de apoyo que sobre cuatro, y permite el enderezamiento del tronco y la liberación de las manos para la manipulación de objetos. La columna debe adaptarse a ello a través de la curvatura lumbar (lordosis lumbar). A la vez, la columna debe añadir curvas a nivel superior, dorsal y cervical, cuyo efecto mecánico permite mejorar su resistencia a la carga (figura 2-1).

      Figura 2-1. Aparición de las curvas de la columna en relación con la adquisición de la postura bípeda.

      En un plano frontal no deben existir curvaturas, si bien es muy frecuente la existencia de pequeñas desviaciones laterales (escoliosis) que aparecen o se acentúan en general en la etapa puberal o prepuberal. Cuando la curvatura es muy marcada constituye ya una patología y requiere tratamiento rehabilitador o incluso quirúrgico. Pero las formas más habituales son casos leves, para los cuales suele ser beneficiosa la práctica de la danza por aportar elementos de mejora del control postural y por potenciar el trabajo de los músculos del tronco.

      En un plano sagital existen tres curvaturas fisiológicas, que son la lordosis cervical, la cifosis dorsal y la lordosis lumbar (figura 2-1). A veces existe un incremento de alguna de las curvaturas. Es frecuente en la zona lumbar y en el sentido de la hiperlordosis. Esta hiperlordosis puede tener varias causas. Una de ellas es la pérdida del equilibrio entre las fuerzas musculares actuantes sobre la columna y responsables de su postura correcta. Un desequilibrio de este tipo puede proceder de un exceso de alguna de estas acciones, de una disminución de alguna de ellas o bien de la combinación de ambas. El acortamiento del músculo psoas es una de las causas. En bipedestación arrastra la columna en sentido anteroinferior, incrementando la curvatura (figura 1-38). También un exceso de tensión por parte del músculo recto anterior del cuádriceps puede ser causante de ello, puesto que actúa sobre la pelvis.

      El tono de los músculos abdominales es importante para controlar esta tendencia. Estos músculos trabajan a modo de faja incrementando la presión y cerrando el espacio entre la pelvis y las costillas por su cara anterior, por lo que controlan la lordosis lumbar (figura 2-2).

      Figura 2-2. Músculos abdominales.

      Existe un modo sencillo de apreciar un acortamiento bilateral o unilateral de los músculos psoas y/o recto anterior, que podemos apreciar en la figura 2-3.

      Cuando se acentúa la curvatura existente a nivel dorsal, hablamos de una hipercifosis dorsal. A veces se debe a la misma hiperlordosis lumbar que provoca una acentuación compensatoria en sentido contrario a nivel superior. También puede existir una hiperlordosis cervical.

      Las variaciones respecto a la normalidad no son siempre en el sentido de la acentuación de la curvatura. Puede darse una pérdida o disminución de la curvatura.

      A nivel cervical podemos observar una pérdida de lordosis cervical en aquellos casos en que existe una contractura de ciertos grupos musculares, generalmente por defensa, cuya acción facilita la flexión de las vértebras cervicales, y, por tanto, se pierde grado de lordosis.

      A nivel dorsal existen casos de “torso plano”,


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