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115º y 140º) cuando se mide desde su cara medial. Un ángulo mayor corresponde a la coxa valga y un ángulo menor corresponde a una coxa vara (figura 1-31).
Figura 1-31. Variaciones del ángulo cervicodiafisario del fémur.
Orientación del cuello femoral. Corresponde a las variaciones de la orientación del cuello del fémur medida en un plano transversal. Se mide el ángulo formado entre un eje transversal teórico y el cuello del fémur. Normalmente éste se sitúa alrededor de 25º, orientando la cabeza del fémur hacia delante. Cuando el ángulo es muy marcado, decimos que existe un aumento del grado de anteversión del cuello femoral, y la cabeza del fémur se orienta hacia delante en exceso. Si el ángulo es pequeño, decimos que existe una retroversión del cuello (figura 1-32).
Figura 1-32. Ángulo de inclinación del cuello femoral respecto al eje horizontal. Hablamos de un exceso de anteversión (AV) cuando hay un aumento del ángulo respecto a los valores normales (N). Hablamos de retroversión (RV) cuando el ángulo es menor al normal.
LA CADERA EN LA DANZA
Veamos en primer lugar los factores que condicionan el en déhors:
1. Factores óseos:
La propia morfología de la cadera, que de por sí favorece la rotación externa más que la interna. Por ello solemos tener más rotación externa que interna.
El grado de anteversión del cuello femoral. Un mayor grado de anteversión suele acompañarse de un fenómeno de rotación interna a nivel del fémur, mediante el cual la extremidad compensa el efecto de la anteversión (figura 1-32). Por tanto, representa una dificultad para adquirir un elevado grado de en déhors o la posición deseada de pies en máxima apertura. La medición exacta del grado de anteversiónretroversión se hace practicando una TC de cadera (tomografía computarizada), aunque podemos tener una aproximación mediante la inspección de la bipedestación y la marcha, así como con la exploración en camilla. El individuo con una anteversión femoral tiende, durante la marcha, a caminar con los pies y las rodillas “hacia dentro”, al revés que el individuo con retroversión de cadera, que camina con los pies y las rodillas “hacia fuera”. Por otro lado, al explorar al individuo boca abajo en una camilla o una colchoneta, podemos movilizar su cadera y observar si posee una desproporción entre su capacidad de rotación interna y externa. Cuando existe una anteversión femoral asociada a rotación interna femoral, podemos movilizar la cadera hacia la rotación interna en mayor proporción que hacia la rotación externa. Al revés ocurre cuando existe una retroversión con rotación femoral externa.
Se puede influir en el grado de anteversión del cuello a través del entrenamiento hasta aproximadamente los 11 años de edad, coincidiendo con las fases finales de la maduración ósea (Ryan, 1987). Existen otros estudios en los que se encuentra como factor más influyente el número de horas diarias dedicadas al entrenamiento (Hamilton D., 2006).
2. Factor capsuloligamentario. La cápsula y los ligamentos de la cadera son potentes limitadores de su movilidad, especialmente de la extensión y de la rotación externa. Hasta cierta edad, antes de que finalice el crecimiento y maduración del aparato locomotor, existe también una cierta adaptabilidad de estos elementos.
3. Factor muscular. La cadera posee potentes rotadores externos, que deben ser potenciados debidamente para aumentar la capacidad de rotación externa activa. A la vez, es conveniente flexibilizar los rotadores internos.
Son rotadores externos los músculos:
Pelvitrocantéreos (piramidal y otros).
Músculos aductores de la cadera.
Psoasilíaco.
Glúteo mayor (parte de sus fibras).
Sartorio (cuando se combina con la flexión y la abducción).
Estos factores poseen cierta capacidad de adaptación durante la etapa de crecimiento esquelético. Una vez finalizada la maduración del sistema musculoesquelético, como hemos mencionado, ganar grados en la rotación de la cadera es más difícil. Es conveniente recordar la necesidad de mantener un buen tono de los músculos rotadores.
Hay que tener en cuenta que la maleabilidad esquelética en la infancia es muy acusada en la articulación de la rodilla. Por ello, una incorrecta potenciación del en déhors conlleva a menudo un mayor efecto sobre la rodilla que sobre la cadera propiamente, produciendo anomalías en torsión de la rodilla y la tibia (figura 1-33), y no pocas veces una excesiva tensión sobre los ligamentos, tendones y otras estructuras blandas, constituyendo una fuente de trastornos.
Figura 1-33. Torsión excesiva de la rodilla en posición en déhors.
Músculos relacionados con la rodilla y la cadera en la danza
Igual que en el anterior apartado, mencionamos únicamente los más relevantes para la danza para conocer sus afecciones y su prevención.
Destacamos los cuatro músculos que forman el cuádriceps, grupo muscular muy potente, que tiene una acción extensora de la rodilla. Uno de estos músculos, el recto anterior, es también flexor de la cadera. El cuádriceps controla la posición de la rótula respecto al eje longitudinal de la extremidad inferior. En este aspecto resaltamos la acción de uno de sus componentes, el vasto interno, que mantiene la rótula en su posición correcta al final de la extensión, evitando un exceso de desplazamiento hacia fuera. Su hipotonía (falta de tono muscular) determina problemas femororrotulianos por defectos de la biomecánica de esta articulación. Cuando el vasto interno trabaja poco, la rótula presiona excesivamente contra el fémur, sobre todo en los casos ya comentados en los que existe un exceso de torsión tibial o un aumento del ángulo Q (figura 1-26).
El sartorio realiza la extensión de la rodilla, con flexión, abducción y rotación externa de la cadera. En la danza actúa, por ejemplo, en el developpée à côté.
El grupo de los isquiotibiales son flexores de rodilla y extensores de cadera, con una leve acción también rotadora externa o interna (figura 1-34).
Figura 1-34. Músculos isquiotibiales, en la cara posterior de la cadera y la rodilla.
Los aductores realizan la aducción; también ayudan en la flexoextensión y en la rotación externa. Por ello son básicos para algunas posiciones del ballet clásico, especialmente la primera y quinta posiciones (figura 1-35).