Alma. Irene Recio Honrado

Alma - Irene Recio Honrado


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      —Así es, pero…—callé ¿Debía contarle a mi tía lo de la extraña sensación de ser observada? Decidí que no. No quería que me prohibiese volver.

      —¿Sí? ¿Qué ibas a decir?—preguntó.

      —Bueno, nada —me crucé de brazos—. No es tan divertido sin él, supongo que me entiendes.

      Asintió con un movimiento de cabeza y no preguntó más. Sacó del horno berenjenas rellenas y las colocó al lado de la ensalada. Nos pusimos a cenar charlando sobre los cambios que necesitaba la finca. JB necesitaba una cuadra nueva, aunque la mayoría del tiempo dormía en una zona delimitada exclusivamente para él totalmente al aire libre, pero era bueno tener un techo donde meterlo para protegerlo del frío en invierno. El gallinero no estaba mal, pero necesitaba una puesta a punto, y el cobertizo…lo más probable era que tuviésemos que reconstruirlo totalmente. Mi tía quería recuperar su huerto y añadir un invernadero. Así que nos hicimos un croquis del territorio y redistribuimos los espacios. El caballo mantendría el cercado, y la cuadra se quedaría en su sitio, pero añadiríamos un guadarnés para la silla y los arreos. El gallinero estaba en la otra punta del terreno de la casa, así que no supondría un problema. El cobertizo lo derribaríamos y lo colocaríamos al oeste, cerca del camino de entrada, mirando hacia la puerta principal. Y el huerto de mi tía y el invernadero, estarían en la parte trasera, pegado a la cocina y a su habitación de preparados. Incluso pensamos en poner una puerta en la misma cocina para poder salir directamente sin tener que dar la vuelta.

      Tras la cena me despedí de tía May y subí al piso de arriba para irme a dormir. Cuando pasé por delante de la puerta del dormitorio de mi hermano me detuve. Esta vez no entré, me quede allí quieta y coloqué la mano sobre la superficie de la puerta.

      —Voy a encontrarte —susurré. Como si Tom estuviese al otro lado y pudiese oírme.

      Me alejé de allí recorriendo el pasillo hacia mi habitación. Sentí un escalofrío al pasar delante del estudio de tía May y me volví. La puerta estaba cerrada como el día anterior. Aferré el pomo y entré, la estancia se hallaba en completo silencio. Llena de caballetes de pintura por todas partes cubiertos con sábanas. Miré a mi derecha: justo a mi lado había un soporte más bajito que el resto. Aferré la sábana que lo cubría y destapé un cuadro. Era similar al que colgaba de mi casa en Rhode Island, pero con tonos más oscuros y siluetas de algo parecido a ojos por todas partes. Sentí un extraño hormigueo en la piel, aquél no era el mismo “Caos”, sino uno más oscuro. Volví a cubrir el cuadro, angustiada de repente, y salí de la habitación. Fui hacia mi dormitorio prometiéndome que al día siguiente le preguntaría a mi tía porqué había pintado algo tan… No encontraba una palabra capaz de describirlo. Pero me había picado la curiosidad.

      Cuando entré en mi cuarto, cerré la puerta y cambié mi camiseta de pijama por la que tenía bajo la almohada. Respiré su aroma y me metí en la cama. Alargué la mano hacia la mesita de noche y cogí mi teléfono móvil. Aquel día no lo había mirado ni una sola vez. Abrí los ojos sorprendida cuando vi veinticinco llamadas perdidas de Bibi y doce mensajes. Los leí a toda prisa.

      *¿Lor, qué haces?

      *te estoy llamando, ¿es que allí no hay cobertura?

      *supongo que estás genial ¿no?

      *¿No me digas que has encontrado ya una pista?

      *aunque no lo creo, de ser así me habrías llamado ¿verdad?

      *¿Todavía nada?

      *sigo llamándote ¿sabes?

      *¿Piensas contestar al teléfono?

      *aunque pensándolo mejor, creo que tal vez tu distanciamiento tecnológico se deba a algún chico. ¿Es que allí hay chicos guapos?

      *¿Lor?

      *¡Looooooooooooor!

      *¿Así que es eso? Tal vez tenga que visitar tu pueblo alguna vez si hay tan buen material como para hacer que te olvides de TU MEJOR AMIGA.

      *¿EN SERIO NO ME VAS NI A LLAMAR?

      Como siempre sonreí al ver los mensajes de mi amiga. Le di a responder y le escribí:

      *hola Bibi, lo cierto es que he dejado el teléfono en el dormitorio y no lo he mirado en todo el día. Todavía no he averiguado nada, y por supuesto que mi silencio no se ha debido a la presencia de ningún hombre. Sabes que no estoy para esas cosas. Te llamaré mañana, QUERIDÍSIMA HISTÉRICA. Me voy a dormir. Un beso.

      Dejé el teléfono de nuevo en la mesita de noche y me acomodé en la cama. No tardé ni cinco minutos en quedarme dormida.

      CAPÍTULO 3

      Los Tyler.

      Un ruido atronador me despertó de golpe y me puse en pie de inmediato. Corrí hacia la ventana con el corazón latiéndome a mil por hora. ¿Qué estaba pasando? Corrí las cortinas y abrí la ventana para asomarme, tuve que sacar medio cuerpo fuera para poder ver algo. La brisa matutina me acarició el rostro y me ayudó a despejarme.

      —¡Quítate del medio, Sam!

      Ethan Tyler, estaba en la entrada del cobertizo con un martillo en la mano, mientras sujetaba con la otra el hombro de su hermano pequeño.

      —Pero Jack tampoco me deja estar con él, Ethan, no es justo.

      —Te dije que no veníamos a jugar. Haz algo de provecho o no estorbes.

      —¡Pero no sé qué hacer!—se quejaba el pequeño.

      —Ese caballo tiene que comer. Ve a darle el desayuno, anda —dijo instando a Sam a alejarse de allí hacia la cuadra de JB.

      El pequeño, se metió las manos en los bolsillos del mono tejano y se fue hacía el cercado del caballo, enfadado mientras chutaba pequeñas piedras que encontraba en el camino.

      Metí de nuevo la cabeza en mi cuarto y busqué a toda prisa algo que ponerme. Escogí un tejano viejo, una camiseta negra y mis botas. El teléfono sonó en aquel momento. Maldita sea. Ni siquiera miré quien llamaba.

      —Hola Bibi —dije al descolgar.

      —Ya está bien —se quejó.

      —Lo siento —me disculpé—. Pero bueno, solo ha pasado un día, no es el apocalipsis.

      —En este caso podría serlo. ¿Y si me pierdo algo?

      —Mi vida no es un culebrón Bibi.

      —Eso tú no lo sabes. Yo lo veo desde fuera.

      —Lo que tú digas —concedí, no iba a discutir aquella tontería.

      —¿Entonces no has encontrado nada?

      —Desgraciadamente no, pero estoy segura de que sabré algo en breve.

      —¿Eso significa que tienes una pista? —se interesó.

      Pensé en la conversación que me quedaba pendiente con mi tía y asentí para mis adentros.

      —Algo así, pero es un poco complicado de explicar. Además, ahora no es un buen momento Bibi.

      —¿Cómo que no? ¿Qué tienes que hacer a las nueve y media de la mañana, que no pueda esperar a que hables conmigo?

      —La casa de mi tía ha sido asaltada por los hermanos Tyler —exageré—. Tengo que poner orden.

      —Wow, los hermanos Tyler… ¿Están buenos?

      Suspiré, era incorregible.

      —¿Y yo que sé? Supongo. No lo sé. No para mí. No ahora— solté sin saber muy bien lo que estaba diciendo.

      —No me has dado un no rotundo. Lo que significa, que probablemente estén buenos. ¿Cuándo puedo


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