Alma. Irene Recio Honrado

Alma - Irene Recio Honrado


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buena educación—. Se han empeñado en acompañarme hasta que me recogieses, para asegurarse de que llegaba sana y salva.

      —Eso está bien —dijo Cyrus volviendo el rostro hacia los chicos mientras asentía complacido. Entrecerró los ojos y los volvió a mirar con detenimiento—. No os he visto antes, ¿no sois de por aquí, verdad?

      Wis se adelantó un paso y se inclinó levemente hacia la ventanilla para que Cyrus le viese bien la cara. Sonrió al cowboy con aquella sonrisa deslumbrante.

      —No señor, somos nuevos en Alma, llegamos esta mañana —le tendió la mano metiéndola en el interior del coche—. Me llamo Wis, y este —hizo un movimiento de cabeza para señalar a su amigo—, es Alex.

      Cyrus estiró la mano que reposaba en el cambio de marchas y se reclinó un poco para apretarle la mano.

      —Cyrus Wolf —se presentó—. Ha sido una suerte que estuvieseis cerca cuando Lor se ha caído. Normalmente a estas horas no hay nadie por aquí. Os habéis instalados muy rápido, si dices que habéis llegado esta misma mañana.

      —La verdad es que no —respondió Wis—. Nos dijeron que en la montaña había una finca donde necesitaban mano de obra, y como aún no tenemos trabajo nos dirigíamos hacia allí. Aunque creo que nos perdimos un poco.

      El corazón me dio un vuelco, se dirigían a casa cuando me encontraron. Cyrus se echó a reír con aquella estridente carcajada suya.

      —Muy bien muchachos —dijo aun riendo—, no hay problema. Subid, a fin de cuentas todos vamos al mismo sitio —me miró— ¿verdad, preciosa?

      Volví a enrojecer cuando sentí la mirada de aquellos dos sobre mis espaldas.

      —¿No me digas que es donde vives? —inquirió Wis mirándome con aquella sonrisa de medio lado.

      —Claro que sí— respondió Cyrus por mí—, la finca de los Blake es la única de la montaña, y esta señorita es la sobrina de la dueña. Venga subid, May se pondrá contenta cuando sepa que hay más gente dispuesta al trabajo.

      —En eso estamos de acuerdo y necesitamos más ayuda. Así que…Adelante, subid —secundé.

      Subimos al coche, me senté en el asiento del copiloto y los dos chicos en la parte de atrás. Por el retrovisor vi que Wis sonreía de oreja a oreja, mientras que Alex que no había dicho ni una palabra desde hacía mucho rato, mantenía el semblante serio, cosa que agradecí.

      Cyrus se puso en marcha y entabló conversación con el único del dúo con el que se podía hablar. Wis le contó que se alojaban casi a las afueras de Alma, en una antigua casa que había pertenecido a su familia desde hacía generaciones y que estaba prácticamente en ruinas. Según él, se habían mudado allí para despejarse de la ciudad y así evitar que la casa se cayese a pedazos. Pero para poder convertirla en un sitio mínimamente habitable necesitaban dinero.

      Permanecí callada todo el trayecto. En parte porque quería escuchar la historia de Wis, pero la realidad era que estaba tratando de imaginar a esos dos trabajando en la casa, como hacían los Tyler. Aunque Alex no me caía bien, su aspecto era como el de su encantador compañero. Dos chicos que daban una imagen de perfección como nunca antes había visto. Y no acababa de imaginármelos allí sudando la camiseta como en un anuncio de desodorante.

      Por fin tomamos la recta hacia la finca, y mientras Cyrus explicaba que tenían que probar la cerveza de Johnson concentrado en la carretera, Wis aprovechó y se inclinó hacia delante para susurrarme.

      —Vaya, princesa, vives en un palacio.

      No contesté, naturalmente. Apreté la mandíbula y agradecí que desde atrás no podía verme la cara, que volvía a estar como un tomate. Cuando noté que volvía a sentarse correctamente en su asiento, me envalentoné, y eché una fugaz mirada hacia el retrovisor central para tratar de verle la cara con disimulo.

      Para mi sorpresa los ojos que encontré mirándome, eran azules. Volví de inmediato la vista hacia la carretera.

      Entramos en la finca y vi las obras del cobertizo detenidas, los Tyler aún no habían llegado. Cyrus aparcó la Pick-Up al lado del porche. Tía May estaba allí de pie esperándonos. Su aspecto había vuelto a la normalidad. Vestía tejanos y una camisa a cuadros. Su pelo trenzado descansaba sobre su hombro derecho y llevaba un sombrero de vaquero. Bajó los escalones del porche para reunirse con nosotros mientras yo habría la puerta para apearme del vehículo.

      —Lor, cariño —suspiró dándome un rápido abrazo—, menos mal que estás bien. JB ha llegado hace diez minutos, qué susto me he llevado.

      Suspiré.

      —Estoy bien, tía May. Ya me explicarás exactamente en qué consiste eso de que se te caiga la sal.

      Bajó el rostro hacia el mío y alzó una ceja.

      —Y tú lo de trepar a los árboles —contraatacó.

      —Touché —me limité a decir.

      Los chicos bajaron del coche en ese momento y mi tía se los quedó mirando, luego su mirada pasó a Cyrus, que ya estaba dando la vuelta por delante del capó para reunirse con nosotras.

      —May, estos dos jóvenes son Wis y Alex —dijo el cowboy—. Por lo visto se dirigían aquí, cuando esta jovencita se les echó encima.

      Ante aquel comentario, mi tía, volvió a mirarme. Esta vez con ambas cejas levantadas.

      —Interesante —dijo.

      Puse los ojos en blanco. Tía May lo ignoró y le tendió una mano a Alex. Me puse en guardia pensando que le soltaría alguna insolencia, y eso sí que no lo pensaba tolerar. Pero sonrió afablemente a mi tía, y le apretó la mano. Wis hizo otro tanto para saludarla.

      —Es un placer, muchachos. Soy May —se presentó— ¿Puedo saber por qué veníais hacia aquí?

      —Son nuevos en el pueblo —se adelantó Cyrus, situándose al lado de los dos chicos—. Necesitan trabajo y les dijeron que estabas de obras, May.

      —Entiendo —dijo mi tía—, pero ya tenemos a los Tyler, aunque no sé dónde se han metido hoy, ya deberían estar aquí.

      —En realidad —interrumpió Cyrus—, hoy es posible que no vengan, anoche se metieron en un lío. Nada grave —se apresuró a explicar al ver la expresión de sorpresa de nuestras caras—, pero el caso es que el sheriff los detuvo. Ethan y Jack están en comisaria todavía. El pequeño Sam, naturalmente, está con sus padres.

      —¿Que están en comisaria? —casi grité— ¿Tan grave fue lo que hicieron?

      Cyrus se quitó el sombrero para rascarse la nuca y negó con la cabeza.

      —No lo sé, preciosa, pero seguro que no es nada grave.

      —Está bien —dijo tía May volviendo a los dos recién llegados—, dos pares de brazos más no nos vendrán mal. ¿Cuándo podéis empezar, chicos?

      —Cuando lo mande usted, patrona —entonó Wis exultante—. Si quiere podemos quedarnos ya.

      —Está bien, entonces —concedió tía May—. Cyrus, acompáñalos atrás y explícales lo que los chicos pretendían hacer con el cobertizo. A ver si pueden seguir con eso mientras el sheriff entra en razón y suelta a los Tyler.

      Cyrus accedió solícito a los deseos de tía May y enseguida se alejó de nosotros con Wis y Alex detrás de él.

      La mención del encarcelamiento de los chicos, me había desembotado la cabeza del influjo encantador de Wis. Por más que me gustase ese muchacho, los Tyler se habían convertido en mis amigos, y no podía imaginar qué podían haber hecho para obligar al sheriff a detenerlos.

      —Tengo que ir a ver a los chicos —dije pensando en voz alta.

      Tía May estaba observando cómo Cyrus


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