Darwin en Patagonia. James Button

Darwin en Patagonia - James Button


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Lichfield, un poco más rural que urbana y rodeada de campos.

       Allí, junto a su esposa Susannah Wedgwood, Robert adquirió un terreno en la zona alta, con vistas al río Severne y a la ciudad de Shrewsbury.

       Construyó una casa de ladrillos de tres pisos, estilo georgiano. La llamó The Mount.

       Le agregó un gran jardín con plantas, arbustos exóticos y cultivos frutales. En esa casa nació Charles Darwin en el año 1809.

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      Shrewsbury en el siglo XIX

       Robert Darwin disfrutaba de la actividad como médico en su pueblo, donde se sentía requerido y tenía contacto, según él, con la gente real.

       Había comenzado a invertir sus ahorros en propiedades para la renta en Shrewsbury y se alzaba como un miembro importante de la influyente familia de intelectuales Darwin - Wedgwood. Le gustaba esa ciudad en la que había hecho su práctica de medicina a los 20 años, después de haber culminado sus estudios en Escocia. Ambos, Erasmus y Robert, estudiaron en la universidad de Edimburgo. Al término de sus estudios y ya convertido en un médico, Robert trabajó como doctor local y ya nunca más lo dejó.

       Prontamente alcanzó notoriedad, pues tenía una habilidad superior que le haría famoso: diagnosticar en forma temprana una enfermedad. Podía indicarle a un paciente cuánto duraría su malestar y si tenía cura o no. Esa especialidad era la primera y la más esencial razón por la que la gente le consultaba.

       Después se entraba en el proceso, a veces más largo, de la curación de los enfermos.

       En el siglo XIX había poca disponibilidad de drogas en el mundo de la medicina, con excepción del opio y la morfina, que servían para calmar los dolores y para distraer los nervios antes de una intervención quirúrgica. Al doctor Robert Darwin no le gustaba la práctica común del desangramiento o la de purgar la sangre, que en esos tiempos era muy utilizada para bajar la presión o la fiebre de los pacientes.

       Irónicamente, Robert Darwin no toleraba ver sangre, tema que heredó posteriormente su hijo Charles. Ambos evitaban lo que llamaban «la bárbara intervención del desangramiento».

       Robert Darwin recurrió a métodos orientados al sentimiento humano y más próximos a la mente, es decir cercanos a la psicología y a la psiquiatría. Oía a sus pacientes cuando le contaban sus malestares, analizaba la forma en que movían sus manos, las expresiones de sus caras y el tono de sus voces: todo eso era necesario para iniciar el proceso de diagnóstico, junto a detalladas fichas clínicas.

       Como si el cuerpo humano fuera un campo de batalla, en profundo silencio les examinaba el cuerpo con todos sus instrumentos. Se valía del fonendoscopio para escuchar los latidos del corazón y los sonidos de los pulmones, y del otoscopio para examinar el interior de los oídos, nariz y boca.

       También usaba el famoso esfigmomanómetro, que hasta la actualidad es el instrumento más común en la medicina actual, para medir la fuerza y la frecuencia del pulso, y el manómetro para medir la presión.

       Ataba un brazalete alrededor del brazo superior del paciente y lo inflaba para estrechar las arterias. cuando estaba lleno de aire, el doctor Darwin colocaba el estetoscopio en el pliegue del brazo del paciente, sobre la arteria braquial. A medida que el aire en el brazalete se liberaba, el primer sonido que escuchaba era el que provenía del estetoscopio, la presión sistólica. Mientras el aire seguía saliendo del brazalete, se alcanzaba otro punto más, cuando el doctor ya no escuchaba sonidos. Esto marcaba la presión arterial.

       Por lo tanto, lograba darle alivio al paciente primero por su reputada capacidad de diagnóstico, y luego por el hecho de que casi siempre encontraba la forma más natural para encontrar la cura.

       Era capaz de determinar si la enfermedad sería crónica, pasajera o terminal. Se movía entre su consulta, el hospital y su casa. Caminaba con su maletín de médico por las calles; por su altura y corpulencia era imposible no verlo. Debió haber sido una figura muy imponente en la ciudad. conocido por todos, era saludado con gran admiración y respeto en las tiendas, en las plazas y en las calles.

       Esa vocación por participar socialmente lo hacía más parecido a un político que a un médico local.

       Estaba en contacto con clérigos, la aristocracia y los ciudadanos en general. Las visitas a sus enfermos eran periódicas, les dedicaba el tiempo necesario según la gravedad de su enfermedad, especialmente cuando lo hacía a domicilio durante un post operatorio.

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      Amapola Papaver somniferum Materia Prima para fabricar Opio y su derivado la Morfina

       Además, se hacía un tiempo libre para visitar a su mejor amigo, el reverendo John Walker, profesor de Historia Natural de la universidad de Edimburgo, quien también durante su carrera universitaria se había convertido en químico, botánico y geólogo.

      El mundo de los medicamentos

       En el consultorio que Robert Darwin instaló en su casa en el primer piso atendía a sus pacientes y, desde allí, según el diagnóstico, enviaba a los enfermos al hospital, que quedaba a una cuadra, donde también trabajaba.

       El medicamento más utilizado para todo tipo de malestares era el láudano, una tintura alcohólica basada en el opio. Su base se componía de vino blanco, azafrán, clavo de olor y canela.

       Las más famosas mezclas de alcohol y opio eran las que comercializaba Thomas Sydenham, quien usaba vino de Málaga. El monje capuchino Rousseau creó un láudano fermentado, vertiendo coñac sobre el opio, y de esa manera logró conquistar al rey Luis XIV, convirtiéndose en su médico personal.

       El rey le financió al monje Rousseau un laboratorio especial en el Louvre y recibió el grado de doctor en la Facultad de medicina de París.

       El láudano de Rousseau ya se vendía como un medicamento envasado en los establecimientos denominados farmacias, donde un farmacéutico elaboraba medicamentos a partir de principios activos presentes en la naturaleza de acuerdo con la receta de un doctor.

       El opio se exportaba a China producido en las colonias inglesas en la India, bajo el estricto monopolio de gran Bretaña.

       El comercio exterior estaba alterado, ya que Europa se abastecía de China, particularmente de seda, porcelana y té. China era autosuficiente y prácticamente no importaba productos de occidente. Por lo tanto, para balancear el comercio exterior, el Reino Unido comenzó a pagar con moneda de plata a china y a realizar remates de opio provenientes de sus plantaciones en la India a cambio de la misma moneda de plata.

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      Funcionarios Chinos destruyendo un cargamento de Opio

      Hacia 1839, el opio surtido por Estados unidos, Reino Unido y Francia había alcanzado a los campesinos aislados y a los obreros chinos, que gastaban dos tercios de sus ingresos en mantener su adicción. El opio se mezclaba con el tabaco y se fumaba en toda china, y esta doble necesidad sistémica corrompía a la población porque olvidaba el trabajo. Hacían todo a cambio de refugiarse en una casa de opio.

       La situación alarmó al gobierno chino, pues se había generado una epidemia de adictos al interior del país. Entonces el emperador tomó cartas en el asunto y frenó el tráfico de opio: prohibió su uso y comercialización, y expulsó a los comerciantes británicos, quienes al llegar a Londres se quejaron ante la corona.

       Gran Bretaña atacó a China con su poderosa flota, y la obligó a comprar el opio que se cultivaba en su colonia de India.


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