Salto de tigre blanco. Gustavo Sainz

Salto de tigre blanco - Gustavo Sainz


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la señorita, o la chica y una señora, no estoy segura, se fueron. Él se acercó a mí, me preguntó algo y le contesté que yo no lo conocía. ¡Otra vez actuando, en primer lugar, celosa, y en segundo, como adolescente neurótica! Decidí que estaba loca y me reí, hice chistes y por fin nos fuimos. Pasamos a la librería El Ágora. Cuando llegamos noté que un joven me observaba y me alejé de Alguno, deliberada, y esperé viendo libros a que se acercara el joven. Así fue. Me preguntó por un libro, luego dónde vivía, etc. Yo sabía que Alguno nos observaba, me despedí del desconocido y me acerqué a él. Y en medio de mis actitudes cada vez más pueriles, sentí que estábamos a mano. ¡Hazme favor! ¡A mano! ¿“A mano” de qué? Esto lo venía yo pensando cuando subimos a su coche, él en silencio, un poco raro… Entonces también del estúpido episodio de la librería me arrepentí. ¿Quería probarle algo a él y a mí misma? Y además quería probar ¿qué cosa? No sé, actuaba en nombre de mi terrible inseguridad. Llegamos a Canal 13, adonde iban a entrevistar a Alguno dentro de un programa vespertino. En el coche se suavizó la tensión, pues antes de bajarnos le enseñé mi cuaderno de la clase que tomo con él y le gustó. Nos besamos y llegamos al estudio muy contentos. Ahí se encontraba una señorita bastante guapa que Alguno rápidamente descubrió y se embebieron el uno con el otro, mientras yo me mantenía a distancia preguntándome ¿qué sentido tenía todo esto?, ¿qué hacía yo viendo cómo se desarrollaba el programa de alguien que ni siquiera tenía la intención de estar conmigo? Mi viejo y eterno deseo de huir se presentó, pero logré evitarlo. Terminó el programa. Decidimos ir al departamento de Alguno, donde al poco rato llegarían Luna de Miel y Cumpleaños. Luna de Miel me asusta. Es una señora de cincuenta y seis años, guapa, muy bien formada, que estuvo interna en un sanatorio porque es ninfómana. Quiere publicar su diario del sanatorio y Alguno y Cumpleaños le ayudan a organizar la redacción y estructura del libro. Alguno es la obsesión de Luna de Miel, se le ve en los ojos, en su actitud. Lo desea terriblemente. A mí me asusta al mismo tiempo que me atrae. Es un mundo desquiciado al que me gustaría asomarme, aunque temo quedar atrapada. A veces pienso que sería tan fácil perder la razón… Siento como si estuviera al borde un abismo, adonde me precipitaría al menor titubeo. Este titubeo podría ser Luna de Miel. Mientras hablaban, yo me esforzaba en concentrar mi atención en una serie de ilustraciones para cuentos de niños. Todas muy bellas, algunas que me remitían a mi infancia, cuando algunas noches mi mamá nos leía cuentos a mis hermanos y a mí. Todo esto no dejaba de resultar paradójico, casi surrealista: Luna de Miel hablando de sus terribles experiencias en el hospital psiquiátrico adonde quería acostarse con todos, y yo viendo, digamos, una hermosísima ilustración de La niña de las nieves. Me sentí desubicada, derrumbada. Retiré las láminas. Se fueron Luna de Miel y Cumpleaños, Alguno me abrazó. Yo estaba asustada. Mientras caminábamos adonde se hallaba el coche le dije que al día siguiente iría con Primavera a la exposición que se inauguraba en el Museo de Arte Moderno. Él se sorprendió. Dijo que como habíamos quedado en no vernos hasta el lunes, él había quedado de ir con Pesadilla. ¡Pesadilla, siempre Pesadilla! Ya todo aquello me había cansado. Estaba absolutamente cansada de lo que me producía Alguno. No tenía por qué atormentarme por nadie, que Alguno se quedara con Pesadilla. Yo ya estaba cansada de pensar “es cierto”, “no es cierto”, “tal vez”, “quizás”, ya. ¡Ya! Basta. Me envolví en la seguridad que me proporciona el silencio, en el aislamiento que sólo se logra con el silencio. Volví el rostro hacia otro lado, ya no quería nada de Alguno, de Pesadilla, de Luna de Miel, de todos los seres que en ese momento me parecieron irreales y odiosos, despreciables, enfermos. Mi expresión ha sido siempre un reflejo de lo que pienso. Alguno preguntó por qué estaba enojada. Sólo contesté que no lo estaba. No crucé además de eso más de dos o tres palabras con él. Le dije, cuando ya casi llegábamos a mi casa, que olvidara todo, que dejábamos el plan de vernos hasta el lunes. ¿Es berrinche?, me preguntó. No, es sólo que todo está muy complicado. ¿Por qué complicado? ¿No quieres que comamos juntos mañana? No, sólo quiero mi coche. Te alquilo uno si quieres, te lo mando a tu casa. No, de ninguna manera. ¿Por qué? De veras, no lo necesito. ¿Por qué no?, no te preocupes, no me cuesta, lo puedo deducir de los impuestos. No, gracias. Parece que estás enojada y muy enojada. No estoy, quedamos en eso, nos vemos el lunes, me hablas el domingo para ponernos de acuerdo… Estaba cortante, lo sé. Sé que lo desconcierto. Llegamos a mi casa. Evité que me diera un beso en la boca ladeando un poco la cabeza. Me besó en la mejilla. Sólo dije “adiós” y me alejé. Sentí la —no sé si— tristeza o desconcierto de Alguno. Me incliné antes de cerrar la puerta para preguntar la hora. Vi sus ojos: había una expresión ¿de reproche? No sé. Cerré la portezuela. Cuando abrí la reja de mi casa me llamó: ¡tus cassettes!… Los recogí y me incliné a besarlo en la boca. Me apresuré a entrar. Tuve un altercado con mi mamá por lo avanzado de la hora. Me desvestí a toda velocidad y me acosté. Lloré. Lloré porque no sé cómo existir, porque vivir me parece tremendamente difícil. No entiendo por qué la mayoría de la gente consigue existir sin problemas. Lloré porque no tengo la facilidad de decir te quiero. Porque no sé qué estoy haciendo en esta vida. Porque de pronto todo me parecía absurdo: tener un amante, una familia, ir a la escuela, soñar con una beca, Luna de Miel y su ninfomanía, Alguno y su no-sé-si-amante Pesadilla, mi piyama, que no hubiera agua, que tuviera una ampolla en un pie, que no pudiera llorar porque me oirían… Todo, todo era absurdo. Sólo tenía sentido irme a cualquier parte, lejos… Lejos de todo eso…

      Yo creo que podemos ser ocasionalmente infieles, pero es imposible ser ocasionalmente monógamos. No se puede ser monógamo e infiel al mismo tiempo. No podemos ser uno o lo otro. Se mire por donde se mire, es una doble vida. Al escoger una, escogemos la posibilidad de las dos. Eso es auténtico compromiso…

      Yo no lo entendí así. Él no hace sino soñar que todas las personas que conoce se han convertido en figuras de un juego de naipes, por lo tanto quizá de ese juego de naipes que él jugó en el extremo Norte. Esto es pues un ingreso en la serenidad de las formas, así es como preferiría llamarlo (yo). Él como yo-narrador. Él juega el juego del narrador. En un lugar dice “Yo soy el rey de la baraja española”, y es él por supuesto, un comodín en cuanto narrador. En realidad todas sus narraciones pretenden que la narración misma aparezca como heroína… Que la narración se convierta en juego, se disuelva, como si el narrador fuera un gran jugador… Lo único que resta en todo sentido, lo que a uno le queda a final de cuentas, es la pura narración. Se me ocurre esto porque es algo que le preocupa permanentemente. El narrar, el narrador, la narración, el narratario, la narratología… Los narradores semióticos, los extraficticios, los sujetos de la enunciación enunciada, los focalizadores, los metanarradores, las voces…

      Yo creo que hay una edad en la que se olvidan de pronto todas las canciones… Siempre me la pasaba tarareando o simplemente recordando canciones… Cuando fui a Acapulco con mi joven amante traté de recordar canciones… Todo el camino quise recordar las canciones que tanto me han acompañado… Nada… Se fueron todas excepto dos. Strangers in the Night y Call me, don’t be afraid but just call me, maybe it’s late but just call me, call me and I’ll be around… Dormité… Soñé que estaba en un hotel elegante, acostada con la mano entre las piernas, muy bien vestida… Por todas partes había oro… Creo que yo misma estaba hecha de oro… Le pedí al botones que me trajera una muchacha bella y un trombón también de oro… Hacíamos algún juego de palabras que no puedo recordar porque parece que estaba hablando dormida, y entró una enfermera y se sentó a mi lado y se quedó conversando un buen rato… Le conté que en mi familia somos muy desorganizados pero muy felices… ¿Felices?

      Yo no soy yo… aquí. Yo no soy yo en ningún lado. Sólo cuando leo, sólo cuando descubro una brizna de mí misma. ¿Qué busco? ¿Qué deseo de esta vida? Me siento absolutamente diferente a todos. No soy igual a nadie. Esto me produce una sensación de soledad. No sé qué hago en medio de todos los seres que me rodean. ¿De dónde vengo? ¿Adónde iré? Quiero respuestas. Quiero dejar de llorar. Quiero poder estar un día, un solo día sin conflictos, sin temor, sin tristeza. ¿Cómo existir? ¿Quién soy yo? ¿Por qué debo amar? ¿Por qué debo tener una amistad? ¿Por qué he de tener un hijo algún día? ¿Por qué he de buscar pareja? ¿Por qué vivo en una familia? ¿Por qué nací? ¿Nacer es una imposición? ¿Lo elegimos nosotros? ¿Moriré algún día? ¿O existiré después de esta vida? Hay sólo una vida.


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