Salto de tigre blanco. Gustavo Sainz

Salto de tigre blanco - Gustavo Sainz


Скачать книгу
estoy sola… Yo no soy de nadie… Nadie pertenece a nadie… Nadie es de nadie… Llega Piña Colada y dice que no es cierto… Dice que yo soy de la familia, que yo soy ellos, parte de ellos… Pero nos llaman para otra junta… Han llegado los familiares de otros pacientes… Hay una pareja chocante, tradicional, formal, hipercorrecta… Se sientan muy juntos y estirados en el sofá… Ocupan todo el sofá… El papá viejo (autoritario y prepotente) y la mamá (menuda, arregladita) de Mermelada… Que Mermelada tomaba drogas y ahora quieren “que se decida”, “que se ponga a estudiar”, “que ya no se drogue”, “que a ver si se hace mujercita”, “que sea responsable”… Rice Crispies y Gansito atacan a Mermelada, apoyan a la mamá… “Es que no eres constante”, le dicen, “no terminas las cosas”… Y la mamá: “Hijita, todo lo que hacemos por ayudarte y tú no haces nada”… “Ya no te tenemos confianza”… “No eres buena”… “Siempre te portas mal”… “Nunca haces nada por ti”… Mermelada se iba enconchando… Cerraba su cara… Interrumpí y le dije a la mamá que dejara de portarse como mamá… Que ella no es más una niña… Que tiene veintiún años… Que la dejen hablar… Que diga lo que le parezca… Que la traten como persona… Que la traten como la persona que es y no como si fuera solamente una niña malcriada… Mermelada se enojó por fin y empezó a gritarles…

      Yo odio los diciembres, temo los diciembres. ¿Desde cuándo cuentan los diciembres para mí? Desde que pasé la primera Navidad con Ninguno. Decir Ninguno quiere decir dieciocho años, es decir la fecha en que empecé a existir. Existí realmente cuando sentí el cuerpo de Ninguno desnudo sobre el mío. No fue la primera vez que hice el amor cuando sucedió esto. No, estaba demasiado asustada, demasiado desilusionada y triste para darme cuenta de ello (entonces). Fue mucho tiempo después. De cualquier modo hace ya tres años de lo de Ninguno… Tres años… Me pregunto si algún día lo olvidaré. Y también, cuando me atrevo a ser sincera conmigo misma me pregunto si lo amé de verdad. No sé, juro que no sé. Pero si no lo amé, ¿por qué vuelve una y otra vez a mi memoria? ¿Por qué me causa aún cierta tristeza? ¿Por qué es aún el punto de comparación? Ninguno, siempre Ninguno, como un fantasma que ronda mi vida, como una presencia que no llega a ser lo suficientemente vaga para convertirse en ausencia. ¿Qué hay realmente en mi interior? ¿Es que amo a Ninguno y no me atrevo a confesarlo? ¿Es eso? ¿Es que pretendo alejarlo buscando sus opuestos? ¿Es que estoy utilizando a Alguno para convencerme a mí misma de que Ninguno fue sólo una aventura? ¿Cómo puedo vivir sin conocerme? ¿Cómo es posible ser sin ser? A veces siento que todo lo que me ocurre es como si no ocurriera verdaderamente.. Es como si todo le pasara a otra persona, no a mí. Seres y cosas no me tocan, son extraños. Luego comprendo que no es así, que todo me ocurre a mí, que debo hacer algo, que debo tener alguna reacción, que debo sentirme afectada. Surge en este preciso momento la angustia. Se supone que las cosas me afectan y no es así, se supone que uno debe amor al primer amante, se supone que debe sentirse tristeza ante su partida, se supone que debe extrañársele, se supone, se supone. Pero conmigo no pasa nada de esto. Es por eso mi desconcierto. Me siento culpable por no actuar como todo el mundo supone que debe actuarse en determinadas situaciones. Me siento culpable y trato de actuar con las normas establecidas, de acuerdo con los acuerdos tácitos. Entonces la confusión es aún mayor. Todo se convierte en un insuperable lío, todo se convierte en una angustia terrible por no saber ser. Sí, creo que me siento mal por no haber amado a Ninguno, por no haber extrañado su presencia, por haber impedido que me escribiera… Actué contrariamente a como se suponía debía haber actuado. Pero aún hay algo más. Ninguno fue demasiado definitivo en mi vida para simplificar su influencia con la explicación anterior. Hay algo más… Lo sé, está ahí, esperando a ser descifrado y traducido en palabras. Pude haberlo amado, pude… Y si no fue así, fue porque amor es estar dispuesto a entregarse, a conocerse, estar dispuesto a sentir con dolor la falta del amado, es concebir la vida como futuro que los unirá, es estar dispuesto a sacrificar numerosas libertades por la única y total libertad de amar. Es todo esto y es todo lo que no puedo traducir a palabras, es todo aquello a lo que Ninguno y yo nunca estuvimos dispuestos. Él por temor a comprometerse y yo por miedo al rechazo, a la desilusión, a la separación. Me contuve sí, concentré cada una de mis fuerzas para no amarlo, para no extrañarlo, para no sentir dolor hasta su partida. Sí, Ninguno y yo nos dispusimos a no enamorarnos. Forjamos cuidadosamente nuestra separación. Y si por alguna razón descubríamos que nos extrañábamos mutuamente, buscábamos la presencia de otro ser para alejarnos aún más, para intentar demostrarnos a nosotros mismos y a los demás que no nos necesitábamos, que muy bien podíamos vivir el uno sin el otro. Y todo ello era, además, un gran intento para no involucrarse, no intentar conocer al otro. Pero todas estas complejidades las encubríamos. Qué equivocados, qué absolutamente equivocados estábamos… Ahora lo veo claro, hasta el ligerísimo rencor que he llegado a sentir por él…

      Yo creo que lo que nos sirve de realidad no es tanto lo exterior a nosotros. La “realidad” está llena de nuestras fantasías e imaginarios. No es más que una frontera de acercamiento entre noso-tros y el mundo. Una frontera frente a nosotros mismos. Un poco nosotros…

      Yo te abracé con toda la fuerza que pude y tú te escapaste y me quedé abrazando a alguien que no conocía…

      Yo tenía que haber sido el primer hombre alado. Hubiera dado el salto hacia atrás que me pedían y hubiera tenido alas, como el Diablo… ¿El condenado?

      ¿Yo entonces qué debo hacer? ¿Arrodillarme y dar las gracias al Dedo por haber soñado El Sueño Imposible? Adolf el masticador de tapetes, el de la nariz roja. Va a ser un spritzer —agua mineral y sangre de gitano pendejo—, y una chuleta asada de judío. Y no olvide la salsa de mostaza oder, Maxie ich mach mit einem Dachau fahrt…

      ¿Qué te parecen algunas stein de Der Freischütz?

      Gracias a Dios, Dios es solamente otra enferma invención de Labios Soñadores, la propensión infinitamente ingeniosa del Género Humano por inventar maneras aún más nuevas de Engañar, Entrampar y Atormentar —no a sí mismo, el Género Humano no es un ser en sí—, sino uno al otro. Tú, yo, cada uno de nosotros. Demasiado y demasiado tiempo…

      Maten a los profesores. Masacren a los estudiantes. Derrumben las iglesias piedra por piedra. Igual el Capitolio, todos los Capitolios. El Capitolio Blanco, el Capitolio Rojo, la Casa Rosada, el Palacio Nacional de México, el Ayuntamiento de Guadalajara. Dinero, religión y arte… ¿Venecia? No dejen que siga hundiéndose en el mar. Empújenla al agua. Es piedra, cemento, bronce, vidrio, tela y muy poca pintura. Estorba… Deséchenla…

      Pero esto es pura anarquía…

      Cuidado, o podrías resultar el primero que se va. Anarquía. Si esto es todo lo que nos queda, dámelo…

      Me revuelves el estómago. Siento que te dejé sacarme de los almacenes de carne bajo las lámparas azules del parque. Eres peor que una ración de carne ensangrentada…

      Bueno. Estás loco. Tal vez estás despertando. Sangre. Si se necesitara sangre para limpiar todo el desorden, entonces será sangre. Sangre. Sangre sobre las sábanas, las paredes, en las calles y los metros, en los enfriadores de agua y el sanitario de señoras. Y no solamente sangre sobre una inserción vaginal más blanca que lo que es el blanco. Las uñas de alguien. La lengua arrancada y sangrante de alguien. Alguien con las tripas sacadas y sangrando y si tú sabes qué quiere decir tripas sacadas, quiero decir que agarro este cuchillo, y lo meto con fuerza en tu vientre precisamente aquí, así, y lo subo y saco —tiro el juguete por allá—, y meto la mano y agarro con el puño y arrastro tus tripas sangrientas y calientes, llenas de mierda, y eso que no se puede aflojarlas muy fácilmente. ¿Qué te parece?

      Daría mi sangre, mi mente, mi alma, sea lo que sea, todo el amor que he sentido o hubiera podido sentir —y esto es mucho—, si por un minuto, por un segundo, si pudiera creer en una vida después de la muerte y morir con la seguridad de que te quemarías en un hoyote del infierno durante toda la eternidad, exactamente como un asador eléctrico de carne que alguien olvidó apagar. Apagar… Tú me das asco…

      Bueno. Por fin. Tal vez podamos sobrevivir… Porque, chamaco, no te engañes, no se puede dejar el odio a un lado. Está presente, como la


Скачать книгу